Cinco empresas vitivinícolas peruanas buscarán introducirse en el mercado regional. Una de ellas, Bodega Queirolo se orientará a la producción de seis tipos de vino tinto y dos de vino blanco.
Para ello, la firma invertirá cerca de US$10 millones en cinco años es una buena forma de empezar. De esta forma, la empresa decidió sumarse a la industria vitivinícola nacional, adquiriendo unas 400 hectáreas en los valles de Ica (273 hectáreas) y Cañete (127 hectáreas), en las que sembró una variedad de uvas con las que iniciará, a partir del primer trimestre de este año, la producción de hasta ocho variedades de vinos.
Con seis tipos de vino tinto y dos de vino blanco, la conocida bodega del antiguo fundo de Magdalena Vieja (hoy el distrito de Pueblo Libre) espera ingresar al mercado internacional y, una vez posicionada la marca, competir con otras provenientes de Argentina y Chile, las más reconocidas de la región.
A la nueva propuesta de esta empresa se suman las que han desarrollado en el último lustro, como las empresas vitivinícolas Tacama (con la marca Don Manuel), Vista Alegre (Picasso) y Ocucaje (Rubini) en Ica, así como Tabernero en Chincha, que maneja la marca Quinto Roble. En promedio estas formas usan 15. 000 kilos de uva bodegas para la elaboración de sus vinos.
Inicios Santiago Queirolo, gerente general de la empresa que lleva su apellido, recuerda que a mediados del 2000 la tercera generación de la familia decidió empezar la renovación de la bodega. Para ello contaron con la asesoría de los reconocidos enólogos franceses Jacques Blouin y Edmundo Bordeu. Luego de un amplio recorrido por el valle de Ica, ellos les recomendaron adquirir amplios terrenos en el distrito de San José de los Molinos (ubicado a 25 kilómetros de la ciudad).
"Con un gran esfuerzo de la familia se adquirieron, dos años después, las primeras 200 hectáreas del terreno que bautizamos como Viña San Jerónimo, ubicado en una zona excepcionalmente apta para el cultivo de diversas variedades de uva. Su cercanía con los primeros contrafuertes de la Cordillera de los Andes le aporta una amplitud térmica importante al cultivo, que se complementa con el clima desértico y soleado y el agua que traslada el cauce de la Achirana del Inca", explicó.
En el 2003, con la asistencia del vivero internacional Mercier, se inició el cultivo de este viñedo con plantaciones traídas de Francia, EE.UU. y Argentina y, cuatro años después, se logró la primera cosecha vinificable dejando el camino expedito para emprender este año la primera producción de vinos tintos y blancos de Reserva.
Etapa de crecimiento
Mientras se llevaba a cabo este paciente proceso de desarrollo de diversas variedades de uvas viníferas (Cabernet Sauvignon, Malbec, Merlot, Tannat, Shiraz, Sauvignon Blanc, Chardonnay, Trebbiano Bianco y Petit Verdot) y también pisqueras (Quebranta, Torontel y Moscatel), el grupo inició, en el 2004, la modernización de su planta de producción en Pachacámac. Se instalaron 52 tanques de acero inoxidable con capacidad para 50.000 litros cada uno que les permiten asegurar una producción de hasta cuatro millones de litros anuales de vino y pisco.
"Después la familia adquirió, en el 2007, nuevas barricas de roble para la crianza de los vinos", explicó el enólogo y somelier de la empresa, Jorge Queirolo, quien comparte el trabajo de elaboración, evaluación y selección de vinos con un equipo de especialistas, entre ellos el chileno Ernesto Jiusán.
Como se puede ver, la expectativa ante el aumento de la producción vitivinícola nacional va en franco crecimiento.
Producción de pisco se mantiene
De las 273 hectáreas que la Bodega Queirolo tiene en el valle del departamento de Ica --a las que se sumaría un nuevo lote de siete hectáreas adicionales--, 175 de ellas están dedicadas al cultivo de uvas pisqueras con las que el grupo espera producir, a lo largo de este año, aproximadamente 300.000 litros de pisco en sus cuatro variedades (puro, acholado, Italia y mosto verde).
Actualmente, la exportación de pisco se calcula en un aproximado de US$1 millón, un nivel que nos ubicaría a la par o por encima de lo que exporta Chile. El crecimiento de estos índices es auspicioso, pues se calcula que durante el 2008 se exportó hasta un 50% más de pisco que en el año 2007, lo que además ha permitido ir abriendo las puertas de nuevos mercados a los cuales llegar. Los expertos sostienen que la fama de la gastronomía peruana ha ayudado al crecimiento de las ventas de pisco.
Fuente: El Comercio de Lima
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