En Vitonica tratamos con frecuencia el tema de los cuidados de la 
piel y la importancia de disfrutar del sol de forma inteligente, 
saludable. Hemos hablado de campañas sobre protección solar y sobre los riesgos de no protegerse
 adecuadamente. También hemos hablado de la tanorexia, es decir, de la 
enfermedad que consiste en la obsesión por estar moreno. Ahora 
hablaremos de lo contrario, es decir, la tanofobia, o miedo a exponerse al sol.
La tanofobia consiste en el miedo a broncearse, con
 lo que la persona evita por todos los medios cualquier tipo de 
exposición al sol. De hacerlo la lleva a cabo con protección extrema, 
tanto cremas como ropa, gafas de sol, gorros… En los famosos seguro que 
podemos encontrar ambos extremos: personajes muy bronceados, y otros con
 una piel blanca, tan blanca que deja de tener aspecto saludable. 
Como siempre se suele decir, los extremos no son buenos. La 
tanorexia tiene unos daños muy evidentes, a corto, medio y largo plazo. 
Aun así, el melanoma es una enfermedad que cada vez es más frecuente, lo
 cual indica que todavía falta concienciación en estos temas. Sin 
embargo, tanta información acerca de los peligros del sol puede hacer que muchas personas sientan un verdadero miedo a exponerse al sol, pensando así que evitarán muchas enfermedades.
El problema viene debido a que la no exposición al sol también produce enfermedades,
 incluso aumenta las probabilidades de sufrir ciertos tipos de cáncer. 
Como siempre la información juega en nuestro favor en el sentido de que 
nos ayudará a conocer cómo disfutar del sol de una manera saludable, en 
su justa medida, sin carencias ni abusos.
Miedo al sol y sus efectos sobre la piel
Si bien los riesgos de la tanorexia son muy evidentes y dañinos
 en cuanto a cómo afectan a la piel (melanoma, envejecimiento prematuro,
 arrugas, manchas…), no hay que olvidar que el no exponerse en absoluto 
al sol también tiene bastantes inconvenientes. Principalmente se deben 
al déficit de Vitamina D, que ya sabemos que necesita de la acción del 
sol para que el organismo produzca esta vitamina, por lo que evitar la 
exposición al sol va a provocar carencias.
La falta de vitamina D se asocia a osteopenia (menor densidad 
mineral ósea), lo cual provoca que los huesos estén débiles. Además, lo 
más destacable es que ciertos tipos de cáncer, como el de colon, mama y próstata, están muy relacionados con el déficit de vitamina D.
De hecho, según un estudio realizado por la Agencia Internacional de
 Investigación del Cáncer en Lyon (Francia) y el Imperial College de 
Londres, afirma que en personas con niveles altos de vitamina D el riesgo de padecer cáncer de colon disminuye en un 40%.
También, según el artículo que cito como fuente, los niveles de vitamina D también están relacionados directamente con la mortalidad en el cáncer de mama.
 Según los datos recogidos por la Sociedad de Oncología Clínica de 
EE.UU., las mujeres diagnosticadas de cáncer de mama con bajos niveles 
de vitamina D tienen el doble de posibilidades de que la enfermedad se 
extienda por su cuerpo y un 73% más de probabilidades de morir de cáncer
 que quienes registran grandes cantidades de esta vitamina en sangre.
Además, la vitamina D, además de ser favorable para enfermedades como la psoriasis o la tuberculosis, también es beneficiosa como factor protector frente al cáncer de piel.
 Es absurdo que el miedo al sol y sus efectos nocivos, como el melanoma,
 nos lleven a una exposición al sol tan escasa que termine aumentando, 
entre otros riesgos, al propio cáncer de piel. Paradójico por completo.
Por lo tanto, si bien los daños provocados por el sol pueden ser muy
 evidentes, los que produce la insuficiente exposición son más 
“silenciosos”, por lo que es bueno saber que el sol, en exceso o en defecto, no es nada recomendable.
Por el contrario ya hemos comentado otras veces que unos 15 minutos de sol
 tres veces por semana son suficientes para garantizar unos niveles 
correctos de vitamina D. Además, los efectos favorables del sol se 
pueden disfrutar desde la sombra, por lo que no hay que tener miedo del sol, sino saber aprovecharlo con seguiridad.
Fuente | consumer.es
Fuente: Vitonica.com 

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