Los "naked wines" ya son moda en bares especializados de Francia. De qué
hablamos cuando hablamos de estos vinos. Lo explica un conocedor.
Cuando tengo que definir los vinos que disfrutamos
en mi familia y que son los que mi hijo Patricio hace digo que son los
que nos hacen recordar al viñedo más que a la bodega. Esto quiere decir
que pretendemos que no tengan, una vez cosechada la uva, manipuleos ni
agregados de sabores que desvirtúen las características naturales
propias de la fruta.
Alan Young, crítico y educador de vinos
australiano fallecido recientemente, solía mencionar que la primera
división de vinos está entre vinos para beber y vinos para conversar.
("Drinking wines and talking wines", decía con su marcado acento
australiano). Explicaba que los vinos para beber son aquellos que
disfrutamos de una manera tal que "si somos cuatro o cinco en una mesa,
nos bebemos la primera botella antes de que nos traigan el menú". Los
otros, en cambio, se disfrutan más en la nariz pero no incitan a
beberlos ya que su concentración y pasada por roble hacen que su
astringencia tánica no invite a disfrutarlos en la boca. Ambos son
estilos distintos y de ninguna manera uno es mejor que el otro.
Hace
un tiempo atrás descubrí que estos vinos "para beber" ya tienen una
definición en Estados Unidos, país cuyos habitantes tienen una gran
facilidad para poner nombres a cosas o situaciones nuevas; se los llama vinos desnudos (naked wines). Alice Feiring es una de las que más ha escrito sobre ellos; su último libro, editado en 2011 se llama Naked Wine: Letting Grapes Do What Comes Naturally
(Vino desnudo: dejar que las uvas hagan lo que sale naturalmente). Al
definirlo, dice que el vino desnudo o natural es lo opuesto a la mayoría
de los vinos del Nuevo Mundo, a los que llama "sobremaduros,
sobremanipulados y sobreampulosos". Otro de sus libros, editado en
castellano por Tusquets, se llama La batalla por el vino y el amor o Cómo salvé al mundo de la parkerización, cuyo nombre me evita hablar de él porque ya implica de qué se trata.
Mike
Veseth es un economista de California especializado en vinos que ha
hecho un comentario interesante a partir de su crítica al libro y el
llamado vino desnudo. Dice Veseth que el libro es una contribución al
movimiento por el vino natural, nombre que el preferiría sobre desnudo,
que considera muy marketinero. Este movimiento es particularmente
activo hoy en Francia, donde ya hay bares especializados en este estilo
de vino aunque también hay quienes lo critican diciendo que es una
excusa para hacer vinos malos. Definir un vino como malo, sin que
presente defectos, es de una cierta arrogancia que permitiría discutir
el tema aceptando una controversia que no dejará, como en todos los
casos en que los sentidos tienen participación, ni vencedores ni
vencidos.
Acerca del autor
Ricardo Santos lleva a Norton
en su sangre: fue propietario e hijo del fundador, Manuel Santos, hasta
que vendió la emblemática bodega para abrirse de la industria. Pero no
pudo con su naturaleza y plantó una finca de Malbec.
Así creó junto a sus hijos la bodega Cuchillas de Lunlunta en Luján de Cuyo y una marca, la única bodega que incluye en su nombre el varietal argentino más reconocido "El Malbec de Ricardo Santos".
Así creó junto a sus hijos la bodega Cuchillas de Lunlunta en Luján de Cuyo y una marca, la única bodega que incluye en su nombre el varietal argentino más reconocido "El Malbec de Ricardo Santos".
Fuente: Area del Vino
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