jueves, 3 de septiembre de 2009

Turismo del Vino: planificar para crecer


El desarrollo de la unidad de negocio de turismo del vino debe sustentarse en un proyecto viable y original, ejecutarse mediante una planificación minuciosa y previsible y apoyarse en un plan de comunicación adecuado y eficaz.

El vertiginoso crecimiento que experimentó la vitivinicultura argentina, que llevó a posicionar sus productos de excelente calidad en los primeros planos del mercado mundial de vinos de alta gama, tiende a asentarse como un estadío permanente de la actividad.

Resulta por demás interesante que este posicionamiento viniera acompañado en muchos casos, por una apuesta atípica que redundó en un atinado acompañamiento en cuanto a imagen de las bodegas neoexportadoras: el turismo del vino.

A la usanza de los núcleos vitivinícolas tradicionales del mundo (Italia, Estados Unidos y Francia sobre todo), varias bodegas argentinas con presencia internacional desplegaron esta actividad paralela de abrir las puertas de sus establecimientos a visitantes y amantes del vino de todo el planeta.

Sin embargo, el turismo enológico en nuestro país está lejos de su techo. Los emprendimientos en este sentido han sido pensados y ejecutados en general, con presupuestos reducidos, logística entusiasta pero inexperta y diseños que replican experiencias de probada eficacia en los países centrales. En cuestiones macro, en cambio, el Plan de Enoturismo implementado por Bodegas de Argentina, actualmente en desarrollo, es sin dudas un primer paso en positivo adhiriendo al concepto de planificación estratégica como principio básico.

Una propuesta original y novedosa, una cuidada imagen y una eficaz comunicación en turismo del vino son sin dudas pilares en el negocio que condicionarán en un todo el resultado que se obtenga.

Particularmente Mendoza, por su entorno natural y su clima, ofrece una inmejorable oportunidad para pensar y desarrollar un producto turístico sorprendente e inolvidable, precisamente las cualidades más buscadas por el turista del vino.

La imagen general de un producto turístico, asociada a un correcto servicio y a una logística infalible, es más dificultosa de sostener. Por un lado porque el sector no cuenta con experiencia en el rubro y por el otro, porque los servicios indispensables más allá de las puertas de las bodegas, como caminos, señalización, información y seguridad por ejemplo, son resortes cuya responsabilidad compete al estado, con resultados no siempre satisfactorios.

En cuanto a la comunicación para un servicio turístico, entendida como la articulación integral y planificada de herramientas de marketing, prensa, relaciones públicas y publicidad, es un aspecto aún poco desarrollado por las bodegas locales y paradójicamente, el de mayor incidencia para obtener resultados.

En las etapas del proceso vitivinícola, cada tarea en cada área la lleva a cabo el profesional más idóneo y especializado, acompañado por un equipo consustanciado en la materia y experimentado en el trabajo específico. En planificación y comunicación no siempre es así y es allí donde quizás radica el menor ritmo de crecimiento en estos aspectos.

El desarrollo de la unidad de negocio de turismo del vino dentro de un establecimiento vitivinícola debe responder también a los mismos cánones que para el resto de los sectores: sustentarse en un proyecto viable y original, ejecutarse mediante una planificación minuciosa y previsible y apoyarse en un plan de comunicación adecuado y eficaz. Todas las etapas deben ser realizadas por personal especializado y profesional. Sólo así será posible lograr la mejor articulación entre el esfuerzo económico y humano con el incremento de la cantidad de visitas y la satisfacción del cliente.

www.gomezquinteros.com

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