Si tenemos en cuenta la relación bebé-niño-madre-comida, podemos hablar de un modelo positivo: la comida mediatizadora entre el bebé y la comida a través del tacto, la vista, el olor, el disfrute y el tiempo. Luego los niños adquieren una rutina en el escenario agradable, teniendo en cuenta la presentación y el clima armonizador que lo rodea.
Si en cambio la mamá no permite incorporar con placer la comida a su bebé, seguramente para el niño la ingesta terminará siendo un caos. A su vez ,si con la comida aparece la televisión y otros elementos dispersantes, inevitablemente terminará en un estado de ansiedad e impaciencia y esto concluye en un modelo negativo en la relación.
Todavía somos, de alguna manera, herederos de cierta visión de nuestros abuelos, donde el "niño gordito es sano" o "ya pegará el famoso estirón".
Es necesario romper con estos mitos cuando en la realidad además nos encontramos con niños obesos que presentan enfermedades de adultos (dislipemias, hipertensión, hiperinsulinemia, diabetes).
El denominador común de estos niños es la "baja autoestima". La valoración de sí misma es cambiante. Puede sentir que "como es fuerte todo lo puede" o "no puede nada porque es gordo" (se van de un extremo a otro).
Teniendo en cuenta que las cifras de las últimas décadas no son nada alentadoras, nuestra propuesta en el Centro Terapéutico Dr. Máximo Ravenna es tratar la obesidad con seriedad y compromiso, con un equipo interdisciplinario (donde médicos, nutricionistas, psicólogos y profesores de educación física) promovemos hábitos saludables y perdurables con una buena alimentación, incrementando la práctica deportiva y el trabajo conductual.
Si tratamos a un niño, evitamos el estigma del adolescente con sobrepeso y con ellos nos adelantamos a un sufrimiento mayor.
Fuente: lanacion.com
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