Estimado lector, Anita y Mirko lo invitan a su fiesta de casamiento a realizarse el próximo sábado en el Circuito Cultural Barracas, Iriarte 2165. De no poder asistir, hágalo el siguiente. Sino el otro o el otro. Los Scarpini, la familia de Anita, desbordan de color, son eufóricos, gesticulan, no se guardan nada. Los parientes de Mirko, de origen ruso, son hoscos, hablan poco y se quejan mucho. Contrapunto dramático asegurado. Ah, porque en realidad el casamiento es una obra de teatro. En la que el público come, baila (hasta se arma "trencito"), brinda y conversa con los actores. Que en realidad, son vecinos del barrio de Barracas.
Nada es lo que parece en la Taffié de tu barrió, ubicado en Iriarte 2165, donde, a las 22, tres animadoras reciben a los invitados/espectadores que, algo desorientados, ingresan al salón. Mientras suena "You´re my last, my everything" , se van sentando en mesas de ocho lugares distribuidas alrededor de la pista, todavía en penumbras.
Durante las dos horas siguientes se recreará un casamiento sin omitir ni uno de sus rituales bien conocidos: video de los novios, vals, números musicales, cena, lanzamiento del ramo, torta. Que se irán alternando con escenas e intercambios entre las familias que, al igual que dos oponentes en un ring, se ubicarán una en cada punta.
Ni siquiera se mezclarán en las tandas de baile, que son dos, y pueden desconcertar. Uno está bailando con el padrino de Anita y puede elegir entre consultarle su parecer sobre el enlace o hablar de la vida. ¿A qué se dedica ese vecino el resto de la semana? ¿Qué ocupaciones suspende cada sábado para ponerse en la piel de otro? ¿Qué piensa mientras se maquilla, junto a decenas de compañeros, rodeado de espejos y estantes repletos de zapatos, telas y vestidos?
Justamente, lo más interesante de este aceitado experimento, que se realiza desde 2001, es lo que genera en el público. Aunque suene paradójico o, pensándolo mejor, tal vez sea más que razonable, el casamiento de Anita y Mirko es la imagen de lo que en verdad debería ser una fiesta de este tipo. Algo que transcurre sin imposiciones, con alegría, pero que por sobre todas las cosas se disfruta. La "boda" se vuelve así un espacio de ficción donde la realidad se cuela para volverse auténtica. Y, disculpen la sensiblería, hacer estallar su costado romántico.
Cerca del final, los boleros dominan la escena. Nunca más literal. Parejas de todas las edades salen (espontáneamente) a bailar antes del número a cargo de Angélica Valdemar y la Guaracha Varraquéense, una rumbera arrobadora acompañada por tres músicos.
Participan de la obra alrededor de 60 vecinos, que tienen entre 4 y 80 años. Casi todos los papeles tienen varias caras, por motivos de organización. Y de cronología. Por ejemplo, una nena que integraba el cortejo pasó más tarde a ser una joven casada.
"Entendemos el arte como un transformador social. Este espectáculo de teatro comunitario brinda la posibilidad a los vecinos-actores de comunicarnos, de desarrollar la creatividad y potenciar la alegría". Palabras de Corina Busquiazo, la directora.
Así lo cree también Mario, padre de la novia, que trabaja en comercio exterior. Participa del proyecto desde sus comienzos. "Puedo estar con miles de problemas pero de acá salgo distinto, renovado", dice después de quejarse por lo bajo porque en la función que acaba de terminar no hubo tiempo para la tarantela. También, recuerda algunas anécdotas, como la vez en que un espectador se enojó cuando lo sacó a bailar. Otras leyendas hablan de gente que va vestida como si fuera a un casamiento real o que lleva regalos, botellas de champagne y flores.
Ficción y realidad no se confunden, se complotan para crear un estado distinto. Tal como advierten los actores-vecinos-personajes en la canción de cierre: "Si comentan con amigos lo que vieron o vivieron, pongan ojo que todo no fue mentira. No fue mentira, ni verdad".
El casamiento de Anita y Mirko
Sábados a las 22
Cicuito Cultural Barracas, Iriarte 2165
4302-6825
Horario de boletería: lunes a viernes de 18 a 21.
Fuente: lanacion.com
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