Es una tendencia mundial que también se da en la noche porteña.
Funcionan a puertas cerradas, ofrecen coctelería premium y un ambiente
restringido. Dónde encontrarlos.
Son bares a puertas cerradas,
exclusivos y dónde sólo unos pocos tienen acceso. Todas las ciudades del
mundo tienen su bar secreto, y ahora Buenos Aires también tiene los
suyos. Pero si bien es una tendencia que pisa fuerte, no es ninguna
novedad.
Se los llama bares "Speakeasy"
y el término tiene origen en las primeras décadas del siglo XX, en la
cosmopolita ciudad de Nueva York. En esos momentos, en toda la ciudad
regía la ley seca, una polémica medida que impedía la fabricación y el
consumo de alcohol. Para demostrar que toda ley nace para ser quebrada comienzan a aparecer estos bares a “puertas cerradas”.
Según explicó Cynthia Fernández, marketing manager
del bar Frank’s que funciona con esta modalidad, el concepto refiere a
la forma en que un cliente pedía una bebida alcohólica sin levantar
sospechas: los camareros sugerían a los clientes del lugar que hablaran tranquilos para no llamar la atención.
De esa manera, boca en boca, se iba
corriendo el rumor de la ubicación de aquellos lugares que permitían
mantener vigente el ocio y los placeres nocturnos.
Utilizando la fidelidad de su clientela
como principal bastión, los bares formaban verdaderas comunidades
secretas donde los propios clientes eran responsables de invitar a
nuevos amigos a formar parte del misterio. Para ello se
utilizaban contraseñas o invitaciones que sólo podían ser distribuidas
por los clientes ya que los bares confiaban en ellos.
“En la última década en Buenos Aires surgió un revival de esta modalidad,
un poco para contrastar con una tendencia de mucha exhibición, y de los
bares o restaurantes "vidriera" de la década anterior. Coincidente
también con la moda "vintage" comenzaron a surgir restaurantes y bares a
puertas cerradas. En este sentido fuimos uno de los precursores”,
explicó Maite Elorga, manager del bar 878, que comenzó a funcionar en
2004.
“La idea para el ingreso nunca
fue restrictiva o discriminatoria, sino un juego donde hay que tener la
data o dirección”, señaló.
Pero no todos tienen la misma modalidad de acceso. Están
los que exigen para ingresar una contraseña o, como en el caso de
Frank’s, se trata de una clave que cambia semanalmente y que tiene que
ver con personajes que en algún momento de la historia se destacaron, en
su gran mayoría relacionados con el arte.
“Mes a mes descubrís una nueva temática. Los lunes damos la Pista I vía Facebook y la Pista II vía Twitter”, reveló Fernández.
Un factor diferencial con respecto a un bar tradicional es la coctelería.
Si hay algo que define estos reductos es su barra premium con
propuestas de autor y clásicos tragos de la época de alta calidad.
“Nuestros insumos son todos naturales y utilizamos frutas de estación creando la combinación perfecta en cada cocktail”, destacó Fernández, y agregó: “La idea es disfrutar de un espacio exclusivo y de la buena coctelería”.
Otro aspecto llamativo de estos lugares
son las fachadas, algunas muy originales. En Frank’s, se ingresa por
medio de una cabina telefónica y en 878, la puerta de madera parece de
una vivienda más cuando en realidad esconde un lugar a pura actividad
nocturna.
Uno de los últimos en abrir fue Florería Atlántico.
A la calle, se ve un pintoresco local que vende flores, vinos y algunos
discos de vinilo en cajas de madera. Pero una gran puerta de acero
conduce a una escalera que lleva directamente al bar, escondido en una
especie de sótano.
Paredes y techos originales, sin
mampostería –sólo caños y roturas a la vista–; aun así, se convirtió en
uno de los lugares del momento. Con Renato "Tato" Giovannoni al mando de
la barra, logró ubicarse como un lugar de culto para los amantes del
buen beber.
Fuente: infobae.com
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