La historia de la bodega Domaine Bousquet se originó en Francia, en la región francesa de Carcassonne, donde su fundador, Jean Bousquet, levantó un emprendimiento de 120 hectáreas.
Ya en los años 90, y tras quedar impactado por el terroir que ofrecía Mendoza, Bousquet decidió desprenderse de este proyecto en el Viejo Mundo y probar suerte en la región de Gualtallary, en Tupungato, donde adquirió más de 200 hectáreas.
"En ese entonces, no había absolutamente nada. Empezó de cero, fue uno de los pioneros de Gualtallary", recuerda Anne Bousquet, hija de este emprendedor.
Ella y su esposo, Labid Al Ameri, un empresario de origen iraquí, le
compraron su parte a Jean Bousquet y ahora están en pleno trabajo para posicionar a la bodega en el mercado interno, dado que la mayor proporción de los 2,5 millones de litros que producen anualmente se destinan al exterior.
La llegada de Al Ameri al mundo del vino fue bastante casual. Este empresario estaba al frente de un fondo de inversión en Wall Street, Nueva York. Allí fue donde conoció a Anne y a partir de su relación comenzaron a planear la idea de dejar la Gran Manzana y dedicarse a la vitivinicultura en la Argentina.
"Le pusimos fin a nuestros proyectos en Norteamérica porque queríamos tener algo propio", explicó Al Ameri, quien destacó el gran giro que hizo en su vida: "Antes manejaba un fondo de inversión y ahora soy un agricultor que vive en Tupungato".
Con el objetivo de hacer crecer el portfolio y consolidar la apuesta en la alta gama, días atrás la bodega presentó ante la prensa especializada un adelanto de lo que será su vino icono.
Si bien todavía no posee etiqueta y no tiene un nombre definido, los propietarios de Domaine Bousquet sí revelaron que este ejemplar -que verá la luz en cuatro o cinco meses- estará posicionado en un rango que irá de los $250 a los $300.
El mismo está elaborado a partir de viñedos orgánicos de Gualtallary y está conformado por 65% Malbec, 20% Cabernet Sauvignon, 10% Syrah y 5% Merlot.
Este vino, del cual se produjeron unas 15.000 botellas, comenzó con una maceración prefermentativa a lo largo de dos semanas, para lograr una buena extracción de color y aromas.
Luego, se microvinificó en barricas de 400 litros durante un mes y medio.
"La idea de la microvinificación es que el azúcar, al entrar en contacto con la barrica, logra una mejor integración entre la fruta y la madera", destacó Al Ameri, para luego agregar que el vino permaneció un total de 16 meses en barricas de roble francés.
¿El resultado? Un vino con abundante fruta roja y negra madura,
con buen colchón especiado y notas de hierbas aromáticas.La barrica, en
tanto, aporta notas de caramelo. De paladar pleno, este ejemplar se
luce por su andar sumamente fluido y elegante. Posee taninos de buen agarre, los cuales en los próximos meses irán encontrando su punto de equilibrio. Se luce en su largo final, que premia con un gran recuerdo a especias y frutos negros.
El concepto final es un vino que tiene una cuota de nervio pero, a la vez, una textura elegante. Cuando salga a la venta, este icono se irá haciendo un lugar entre los consumidores a fuerza de sutilezas. Y si bien será un ejemplar destinado a un nicho, su precio no será prohibitivo para quien quiera darse un gusto, en tanto que encontrará un vino de excelente factura.
Al Ameri destacó el hecho de que esta etiqueta fue pensada respetando el estilo de la bodega: "Hacemos vinos elegantes y para disfrutar con la comida, y nuestro icono responde a ese precepto".
Acto seguido, el empresario se mostró orgulloso de haberse subido al desafío de lograr hacer vinos orgánicos de alta gama y a tan gran escala: "Trabajamos una gran cantidad de hectáreas sin ningún tipo de agroquímicos. Pero esto no lo hacemos para ser diferentes, sino que somos orgánicos porque consideramos que es la mejor manera de lograr una fruta limpia y profunda, algo que nos garantiza lograr el mejor vino".
Por J.D.W. - Editor Vinos & Bodegas iProfesional - vinosybodegas@iprofesional.com
Fuente: iprofesional.com
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