El marco era inmejorable: la Maison Moët Hennessy Argentina. El anfitrión, un referente mundial en materia de champagne: Richard Geoffroy, chef de cave de Dom Pérignon. Y el motivo del encuentro, trascendental: el lanzamiento de Dom Pérignon Vintage 2004 para la Argentina, que ya está disponible en el mercado a un precio sugerido de $1.450.
Para ello, la bodega presentó en exclusiva la Dark Reveletion Experience,
un menú de varios pasos, de preparaciones sencillas y de a ratos
minimalista, que tiene como objetivo no sólo que se luzca el champagne,
sino que éste además revele sus distintas facetas al complementarse con diferentes ingredientes.
El nombre con el que bautizaron a esta propuesta no es casual, dado que el juego ambivalente entre la luz y la oscuridad estuvo presente a lo largo de toda la velada.
"Hay una dualidad entre la luminosidad y lo oscuro. La luz es el fruto original, la uva. Lo dark es lo que viene después, el proceso de maduración que
hace que un champagne sea grandioso", comenzó diciendo Geoffroy al
iniciar la cena organizada para la prensa especializada, para luego
regresar a su juego de contrastes.
"Siempre es una emoción sacar un millésime en
el que trabajé muchos años atrás. Y este es el momento en que sale de
la sombra, de lo oscuro, para ver la luz", destacó el experto, quien
agregó que "antes era un vino propio, personal, pero ahora es el momento
de que otros lo disfruten y sacarlo de esas sombras en las que reposó".
Un champagne "sin esfuerzo"
Durante la presentación, Geoffroy hizo especial énfasis en que Dom Pérignon "únicamente es vintage, no hay mezclas de añadas", al tiempo que recalcó que "sólo la sacamos al mercado cuando la cosecha es buena. Y esto no es un compromiso de marketing, es una filosofía de vida".
Al momento de abordar esta nueva añada, el chef de cave
destacó que "es un millésime muy fuerte, diferente a los previos, pero
que tiene ese sello particular de Dom Pérignon. De hecho, es quizás de los más clásicos que hemos logrado".
Geoffroy resaltó que, luego de la riqueza y la madurez que ofrecían las dos añadas anteriores, "llegamos a una mucho más equilibrada".
Los años 2003 y 2004 fueron particularmente calurosos, lo que redundó en vinos base mucho más concentrados. "Fueron momentos en los que se necesitó trabajar mucho en bodega", relató el experto.
En cambio, explicó que para la añada 2004 "la intervención humana fue menor. ´Sin esfuerzo´ es una frase que lo define".
Sin embargo, destacó que "siempre hay que saber cuándo actuar o cuándo dejar tranquilo al vino".
Revelando el lado oscuro
Durante la cena, que giró en torno al concepto Dark Reveletion Experience, se ofreció jugo de ostras, áspic de jugo de tomates, langostinos grillados, crep de castañas con caviar, consommé de pato con anís estrellado y berenjenas, áspic de limón, soufflé de maíz, aiguillettes de lenguado, manjar blanco de almendras y pera caramelizada, entre otras decenas de detalles.
Lo interesante de la propuesta radica en que, durante cada paso, el champagne va revelando una faceta distinta: en un tramo, se destacará por su mousse; en otro, conquistará por su equilibrada acidez, posteriormente se revelará su costado mineral.
"Las primeras palabras que surgen al probar el vino son ‘generosidad' y ‘evidencia' , para acabar en ese lado oscuro e intenso que traen las levaduras", relató Geoffroy.
El chef de cave destacó que, al principio de cada añada, "siempre hay una dualidad entre la preponderancia del blanco o del negro, es decir, entre hacer predominar al Chardonnayo o al Pinot Noir y lograr que ambas cepas se ensamblen y formen un equilibrio perfecto".
"El secreto está en jugar entre el equilibrio y la tensión", resumió.
Para esta añada, el experto apeló a una proporción de 53% de Pinot Noir y 47% de Chardonnay.
Así, el contenido de la cepa tinta descendió siete puntos respecto de
la cosecha 2003, ganando así más espacio la variedad blanca.
A la hora de abordar este champagne, Vinos & Bodegas encontró un ejemplar de nariz vibrante,
donde conviven con gran armonía notas de frutos secos, frutas blancas
frescas y leves trazos florales. Desde el fondo, asoma un tenue aroma a
brioche. En boca, este champagne exhibe un equilibrio envidiable, con una mousse consistente que juega un lindo contrapunto con una acidez en su punto justo, que lo torna un poco más fragante.
Decir que es amable y fácil de beber es no hacerle justicia. En todo
caso, en esa supuesta facilidad descansan todos los detalles que, en su
conjunto, lo ponen un escalón por arriba, alumbrando así un champagne sin urgencias, con carácter pero sin excesos. En definitiva, permitiéndole ser dócil, pero a la vez intrigante.
Geoffroy destacó que uno de los criterios para saber si un año habrá producción es la armonía. El otro punto clave es la textura en boca.
"Nunca van a tener la boca seca después de probar un Dom Pérignon",
se enorgulleció el chef de cave, quien luego recalcó que para que un
champagne de la bodega se precie de tal, "debe sostener la nota del
sabor hasta el final. Y, por supuesto, debe tener la mineralidad y ese
lado oscuro que lo caracteriza".
© Por Juan Diego Wasilevsky - Editor Vinos & Bodegas iProfesional - vinosybodegas@iprofesional.com
Fuente: iprofesional.com
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