En la Argentina tomamos, apenas dos vasos de agua por día y seis de
otras bebidas e infusiones azucaradas ¿La clave para estar bien?
Modificar hábitos cotidianos.
Puede resultar curioso, pero aunque nadie dudaría en
señalar al consumo de agua como más accesible y beneficioso para la
salud, la mayoría de nosotros elige las gaseosas, los jugos y otras
infusiones dulces a la hora de beber, invirtiendo así la distribución de
la ingesta de líquidos recomendada por los especialistas. "Las calorías
que se consumen en nuestro país a través de los líquidos equivalen a
entre 14 y 18 sobrecitos de azúcar. Es decir, a más de 430 calorías. La
cifra excede ampliamente las recomendaciones de la Organización Mundial
de la Salud", apunta el Dr. Esteban Carmuega, nutricionista infantil.
Seguramente muchos recordarán las clases de
Ciencias Naturales, Biología o Higiene, en las que mediante dibujos,
tablas y esquemas aprendimos que el cuerpo está compuesto por un ¡60 por
ciento! de agua (de hecho, de los 3,6 kilogramos que pesa en promedio
un recién nacido, cerca de 2,7 kilogramos son agua). El preciado líquido
conforma el 75 por ciento del cerebro, el 83 por ciento de la sangre,
el 80 por ciento de los músculos y hasta el 22 por ciento de los huesos.
Y si falta, los problemas no tardan en aparecer. Por ejemplo, en los
riñones: porque cuando la ingesta de agua es baja, pueden empezar a
funcionar mal. La razón es simple: esos órganos requieren un adecuado
flujo para filtrar los tóxicos de la sangre y eliminarlos a través de la
orina. Beber poca agua "puede producir cálculos renales y deteriorar el
funcionamiento de los riñones", confirma la Dra. Cristina Vallvé,
médica nefróloga y presidenta de la Sociedad Argentina de Nefrología.
El agua es esencial para la vida, aseguran los
expertos. Pero ¿por qué? Además de su función desintoxicante, transporta
los nutrientes, las vitaminas y otras sustancias del organismo como
hormonas, enzimas, plaquetas y células sanguíneas; también genera
fluidos lubricantes que protegen las articulaciones, el tracto
digestivo, el aparato genitourinario y las vísceras; absorbe el calor,
lo libera en forma de transpiración y de esa manera regula la
temperatura corporal. El agua es, entonces, un componente imprescindible
para la salud. Frente a este panorama, surge con ansiedad la pregunta:
¿cómo saber si el volumen de líquidos que ingerimos es el adecuado?
"Basta con observar el color de la orina. Si es amarillo claro, el nivel
es saludable. Si, en cambio, la orina es de olor fuerte y de color
oscuro, es probable que exista cierto grado de deshidratación".
Cuestión de hábitos
Uno de los principales obstáculos para mejorar la
ingesta de líquidos en nuestro país se relaciona con nuestro
comportamiento; es que para la mayoría no existe el hábito cotidiano de
beber agua pura. "El mayor déficit se observa entre los niños y los
jóvenes", observa la Dra. Rosa Labanca, médica nutricionista. Y el dato
no es menor, ya que según varios estudios realizados en niños de 2 años y
a los que se les ha dado un seguimiento de 3 años, aquellos que
mantenían un consumo regular de bebidas azucaradas entre comidas
desarrollaban, en promedio, sobrepeso hasta 2,4 veces más que los chicos
que no lo hacían.
Beber más agua a diario puede modificar el patrón
de consumo acercándolo a las recomendaciones internacionales. Claro que
es preciso empezar cuanto antes. Y por el principio: es decir, en la
infancia. Somos los padres los que marcamos los patrones de selección de
alimentos de nuestros hijos desde la más tierna edad. Es tan así que
existen investigaciones científicas que afirman que las madres influimos
sobre los hábitos de nuestros hijos hasta los 8 años. Por eso, y aún
con el riesgo de ser redundante, vale la pena remarcar una vez más que
si un chico aprende a tomar agua en lugar de bebidas azucaradas o
gaseosas, además de saciar su sed, estará ganando en salud. El ejemplo
debemos brindarlo los "grandes", en la mesa, en casa, todos los días.
Nada, poquito, mucho
Las Guías Alimentarias para la Población Argentina
(año 2000) incluyen 10 consejos básicos. El noveno es "tomar abundante
cantidad de agua potable durante todo el día". Sebastián Laspiur,
director del Ministerio de Salud de la Nación, señala que "se menciona
genéricamente la recomendación de consumir dos litros, pero en la
próxima revisión de las guías, convocada por el Ministerio,
desarrollaremos recomendaciones específicas para un mayor consumo
saludable de bebidas". Hay formas sencillas de lograrlo: "Una manera de
iniciar el camino hacia el cambio es elegir un día y llevar la cuenta de
lo que se bebe, para constatar si es preciso hidratarse más y mejor",
propone el Dr. César Casávola, presidente de la Sociedad Argentina de
Nutrición.
Una prueba desarrollada en Francia demostró que la
transformación es posible. Y en un período bastante corto: cinco
semanas. El test consistió en entregarles agua mineral, durante 15 días,
a personas que consumían poco líquido. Pasadas las dos semanas la
entrega se discontinuó, a fin de detectar si el hábito se había
modificado. ¿Conclusión? El volumen total de líquido ingerido se
incrementó. "En las dos últimas semanas, a pesar de que ya no eran
suministradas botellas de agua mineral, la ingesta de agua fue superior
al inicio, con una diferencia en el consumo de aproximadamente 743
ml/día de agua", comenta la licenciada Romina Sayar. Como en todos los
aspectos de la vida, sólo es cuestión de animarse a dar el primer paso.
El éxito está asegurado.
Algunos tips
- Beber agua en familia, para dar el ejemplo a los más pequeños
- Llevar la cuenta de qué y cuánto se bebe en un día
- Intentar afianzar el hábito aumentando la ingesta durante dos semanas
- Prestar atención al color de la orina
- Incluir siempre en la mesa una jarra con agua
- Beber agua antes, durante y después de la actividad física
- Colocar una botella o cantimplora con agua en la mochila de los chicos
Fuente: revistasusana.com
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