El hecho de disponer de más tiempo y días más largos ayuda a pensar
mejor qué alimentos consumir y cuáles no y cómo combinarlos. Elegir un
ejercicio y cumplir con la rutina diariamente, es otro punto de gran importancia.
Muchos especialistas identifican a la estación más cálida como ideal para alimentarse mejor y comenzar a moverse.
Ocurre que si bien en los primeros días de enero priman las
sensaciones de pesadez, vientre hinchado, malestar general y
somnolencia, también se dispone de más tiempo libre, así como también de
“días más largos” (con más horas de luz) que permiten planificar mejor la actividad física.
“Debido a estas dos razones fundamentales, proponemos considerar el
momento post fiestas como el inicio de una nueva alimentación. Si bien
sabemos que aunque todos los años el objetivo se repite -cuidarse-
también es real que siempre se hace lo que no se debe para no engordar.
Entonces la idea es utilizar la temporada de verano en la que estamos más relajados, para bajar lo ganado en las fiestas,
pero también sentirse mejor en general y capitalizarlo en invierno para
eliminar esa desesperación por ‘llegar bien al verano’ que suele surgir
durante los primeros días de septiembre”, comentó el doctor Silvio
Schraier, médico especialista en Nutrición, ex-Presidente de la Sociedad
Argentina de Nutrición (SAN), director de la Carrera de Médicos
Especialistas en Nutrición de la Facultad de Medicina de la UBA (sede
Hospital Italiano de Buenos Aires) y presidente de la Fundación
Argentina de Nutrición (FAN).
“Debido a que la dieta milagrosa verdaderamente no existe, pero
además a que es importantísimo moverse, los especialistas proponemos
disminuir la cantidad de alimentos ingeridos, pero también realizar actividad física, siempre teniendo en cuenta las limitaciones y posibilidades de cada uno”, agregó el especialista.
En cuanto a qué comer, es recomendable inicialmente priorizar la ingesta de agua, té, caldos, tostadas o galletitas de agua,
algún pequeño trozo de queso light y jugo de frutas naturales. También
ir incorporando, paulatinamente, pollo hervido o asado, puré de zapallo,
o de zanahoria, entre otros alimentos livianos.
Las altas temperaturas del verano hacen que los alimentos frescos e hidratantes,
como son las frutas y verduras, se transformen en una opción sumamente
válida. Verduras de hoja, legumbres, papa y batata, tomate, choclo,
palmitos, entre muchos otros, además licuados y ensaladas de fruta, sin
el agregado de azúcar, son muy saludables y ofrecen bajo aporte
calórico.
Asimismo, según el especialista, para reordenar la dieta, ayuda mucho
ser organizado y programar mejor lo que se va a comer durante el día.
“Se calcula que un hombre que tiene peso normal, según el tamaño de su
cuerpo, debería consumir entre 2000 y 2500 calorías al día; y una mujer,
entre 1500 y 2000; para bajar de peso, un hombre debería ingerir cerca
de 1500 calorías y una mujer 1200″.
No obstante, para contribuir al descenso de peso, existe una estrategia complementaria que consiste en la incorporación de suplementos dietarios
que demostró eficacia y seguridad. Entre ellos, se encuentra el ácido
linoleico conjugado (CLA) original, una sustancia de origen natural con
evidencia científica que avala sus beneficios en el marco de un plan
nutricional destinado a alcanzar un peso saludable.
Tal como explicó Schraier, “el CLA disminuye la grasa que se acumula y,
junto con el ejercicio, reemplazan parte de esas grasas transformándola
en músculo”. Otro de los beneficios de los suplementos dietarios es que
la toma diaria de un comprimido, cápsula o preparado en polvo tiene un
efecto de recordación de que uno está en el marco de un programa
integral de control del sobrepeso, lo que contribuye a la adherencia al
programa.
Por otro lado, en las vacaciones, se reducen la vorágine y el ritmo
del año, por lo que suele disponerse de más tiempo para ir al
supermercado y elegir mejor los alimentos en lugar de acumular comidas
congeladas rebozadas; cocinar sano y variado sin necesidad de recurrir a
los deliverys poco saludables; salir a caminar, a correr o a andar en
bicicleta, y no permanecer varias horas frente a la computadora.
Por último, si parte del merecido descanso supone salir a comer
afuera, de acuerdo con el doctor Schaier, igualmente puede optarse por
alternativas saludables.
“Hoy todos los restoranes ofrecen ensaladas de distintos vegetales
(cuanta más variedad de colores, mejor) que, condimentadas con vinagre,
aceto o jugo de limón, y sólo una cucharada de postre de aceite, son
ideales. Compartir los platos -que suelen ser abundantes- también es una
buena opción, tanto porque tendrá lógicamente la mitad de calorías que
el plato completo, como porque reducirá el costo también a la mitad”,
aconsejó.
“Como decimos siempre: combinando una dieta equilibrada con algún tipo de actividad física, se puede estar mucho mejor.
Para moverse, cualquier ejercicio aeróbico es útil: caminar, correr,
trotar, nadar, bailar, andar en bicicleta. Es ideal hacerlo entre 30 y
60 minutos por día, 6 a 7 días por semana. Los músculos no tienen
memoria, por lo que no sirve hacer muchas horas pocas veces por semana;
por ejemplo, el domingo, que tengo más tiempo, camino 6 horas seguidas;
es inútil”.
Pero, tampoco es una buena opción dejarse estar y aprovechar “que se está de vacaciones”. Como concluyó el doctor: “El sedentarismo es mala palabra y por eso hay que desterrarlo.
Las objeciones no existen, aunque sí las excusas. Contrariamente a lo
que muchos piensan y las limitaciones que se ponen por delante, siempre
hay algo que se pueda hacer. Lo fundamental es preguntarse qué es eso
que está al alcance de cada uno y ponerlo en práctica”.
Fuente: saludable.infobae.com
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