Las palabras del papa Benedicto XVI, que se difundieron hace pocos días, constituyeron la síntesis perfecta de una situación que viene agravándose en nuestro país desde hace décadas. "El escándalo de la pobreza en la Argentina", sin embargo, no debe sorprendernos ni desanimarnos, porque son también muchos los argentinos que están, desde su lugar, aunando esfuerzos para combatir este flagelo social y su consecuencia más directa: el hambre.
Se creyó que el hambre y la pobreza habían retrocedido, coincidentemente con los años de mayor prosperidad del país, desde 2003 hasta 2008, pero no es así y de eso pueden dar testimonio las ONG que dan de comer todos los días a miles de familias que se acercan hasta sus comedores, y que cada vez son más.
A esta realidad desgarradora se agregan, para mayor dolor, las acechanzas de las epidemias, como la de gripe A y la de dengue -aquellos que no tienen sus necesidades básicas satisfechas son víctimas fáciles de todo tipo de enfermedad- y el drama de la desnutrición, en particular el de la desnutrición infantil, que en algunas provincias del Norte se está volviendo estructural.
¿Cómo reducir entonces el dolor, la pobreza y el hambre de una parte importante de la población? Es evidente que los esfuerzos que, por separado, puedan hacer muchas instituciones privadas no serán en vano, pero sí insuficientes. Nadie puede reemplazar al Estado en sus funciones indelegables de velar por el bien común. Empero, la unión de todos esos esfuerzos puede acercarse un poco más a la solución.
Por eso debe alentarse la idea de estudiar la posibilidad de unificar, en un programa alimentario, las numerosas iniciativas que se llevan adelante en la lucha contra la desnutrición y el hambre en todo el país. Esa propuesta, que contempla una primera fase en el corto plazo (los próximos dieciocho meses), y otras dos etapas posteriores, hasta 2016 y 2020, respectivamente, la llevan adelante, como se explicita en la nota de tapa de este suplemento, la Red Solidaria; el Centro de Lucha contra el Hambre de la Facultad de Veterinaria; la Red Argentina de Bancos de Alimentos; Cáritas, y el programa Pro Huerta del INTA, por ejemplo. Se trata, en las palabras siempre precisas del fundador de Red Solidaria, Juan Carr, de "profesionalizar" esa lucha contra el hambre.
Y se trata de unificar, reunir, juntar, acordar y dialogar, y también de saber qué está haciendo cada uno y qué podemos hacer todos juntos. Hay solidaridad entre los argentinos, y se ha demostrado largamente, pero ahora ha llegado el momento de que esa solidaridad dure en el tiempo y se transforme en compromiso con los otros. Un compromiso íntimo y fraternal, del que deberá participar toda la comunidad, porque no será fácil erradicar el hambre en la Argentina, mal que nos pese, pero debe intentarse y conseguirse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario