sábado, 15 de agosto de 2009

Bancos de alimentos, al límite

"Los datos más alarmantes son los que llegan del NEA y después, obviamente, de los conurbanos de las grandes ciudades, como Buenos Aires. Cuando viene el frío se agrava toda la situación. La alimentación es tan básica para poder hacer cualquier otra cosa. Si eso no lo tenés bien cubierto, poder construir el resto es muy complicado", dice Alfredo Kasdorf, presidente de la Red Argentina de Banco de Alimentos, que en 2008 distribuyó 4,5 millones de kilos de alimentos entre mil organizaciones. Como casi un 60% de las organizaciones han visto reducidos sus recursos, apuntan en 2009 a mantener la cifra distribuida el año último.

Si bien no son los únicos que trabajan repartiendo alimentos -y hay que reconocer a todos los que conforman la trama de admirables que están en la trinchera de la lucha contra el hambre-, lo hacen de manera federal, ya que están presentes en Buenos Aires, Córdoba, Goya, Jujuy, La Plata, Mar del Plata, Mendoza, Neuquén, Salta, Tandil, Tucumán, Valle de Uco y Virasoro.

Su metodología es bastante simple y a la vez muy efectiva. Reciben donaciones de productos de empresas que por algún problema de etiquetado o envasado no pueden ser comercializados, pero que están aptos para el consumo, los almacenan, clasifican y luego distribuyen entre las organizaciones beneficiarias (comedores, hogares de niños, hogares de ancianos, comedores escolares, etcétera).

"Los que asisten a los comedores son niños y lo que nos han comentado es que, ahora, son cada vez más los adultos que se han sumado. Esto quiere decir que han perdido su changa y no tienen más alternativa que ir a un comedor", agrega Kasdorf.

Desde la entidad están buscando nuevas alternativas de alianzas para poder conseguir más alimentos. Por eso se están asociando con productores de frutas y hortalizas de San Pedro, Mendoza y con los Mercados de Abasto. "También seguimos trabajando en la creación de nuevos bancos de alimentos en Rosario, Santa Fe o zonas donde hay mucha desnutrición como Chaco o Santiago del Estero", dice Kasdorf.

Las empresas, eslabón fundamental de este círculo solidario, afirman que los pedidos de alimentos que están recibiendo se asemejan al pico que tuvieron en 2003.

"Cuando la economía estaba un poco mejor, nosotros habíamos ajustado bastante nuestros volúmenes de producción en cuanto a pronósticos, así que lo que había para donar era bastante poco en relación con lo que veníamos donando. Con esta crisis que se nos vino encima nos sobraba producción y nos costaba incluso poder gestionarla para que los propios comedores pudieran aprovecharla", explica Pedro López Matheu, director de asuntos corporativos y gubernamentales de Kraft Foods, que este año lleva más de 400 toneladas donadas en el Banco de Alimentos de Buenos Aires.

A su vez, López Matheu destaca el sistema de trazabilidad que posee el Banco de Medicamentos, que es lo que a ellos les permite saber adónde va cada producto que donan, de qué manera son tratados y su logística. "Las compañías nunca podrían ser tan efectivas en la distribución a las ONG sociales, sin la logística que ellas tienen", desliza.

A pesar del veto del artículo de la ley del buen samaritano que eximía a las empresas de la responsabilidad de los alimentos que donaba, son cientas las compañías que igual apuestan por este sistema y ponen a disposición sus productos. "Creo que hay un nuevo proyecto de ley que busca restablecer este artículo. Si lo consiguen hay muchas compañías que manejan alimentos frescos que podrían engrosar los depósitos del banco de alimentos", aclara López Matheu.

Desde su mirada empresaria ven que cada vez más gente está atravesando el umbral de la pobreza y se transforma en un excluido estructural. "Son personas que van saliendo del sistema y ven menguadas sus posibilidades de reingresar y acceder a una alimentación adecuada."

Buenos Aires

El conurbano bonaerense se caracteriza por ser una de las zonas más afectadas por la pobreza y, por ende, la emergencia alimentaria. Allí es donde pone el foco el Banco de Alimentos de Buenos Aires, que también atiende a entidades de Capital Federal y reparte 250.000 kilos mensuales. Cerca de 480 comedores están acostumbrados a funcionar, gracias a los insumos que reciben del banco, beneficiando a más de 73.000 personas.

"Tenemos 300 organizaciones en lista de espera cuando a principio de año eran 250. Además, los que ayudamos tienen mucha más demanda. Hasta julio estuvimos recibiendo varias donaciones de alimentos porque por la crisis, las empresas tuvieron excedentes de producción, vendieron menos y nos donaron más. Tememos por esta segunda mitad del año, porque las empresas ajustaron su producción", dice Lorena Orellana, responsable de Comunicación Institucional de la entidad.

Los alimentos más pedidos son leche, fideos, arroz, frutas y verduras, azúcar y aceite. Como tienen cámara frigorífica, también pueden almacenar y distribuir carnes y lácteos.

La mayoría no tiene transporte y se les complica contratar un flete para venir a retirar los alimentos.

"En los últimos dos años vemos un aumento paulatino de la demanda de alimentos. Los comedores que nosotros abastecemos tienen como principal problema que les ha crecido el número de bocas para alimentar. La mayoría de las personas que van a los comedores son chicos, y ahora también están yendo las madres y los padres a comer", explica Alan Manoukian, director ejecutivo del banco, que en este momento está preocupado por el financiamiento de los comedores. "Gracias a la ayuda que nosotros podemos darles, algunos han podido mejorar su infraestructura o extender su oferta de servicios, como talleres o apoyo escolar", concluye.

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