El contexto económico, la disponibilidad de mayores volúmenes y los
problemas que el vino argentino tiene para posicionarse en el exterior
con un tipo de cambio asfixiante, en poco más de un año generó una
tendencia impensada: que unas 500 etiquetas de exportación ahora busquen
ganar espacio en el país.
El dato surge de consultas a los
mismos distribuidores de un mercado para el cual, con un océano de más
de 6 mil marcas, significa entre 20 y 30% más que las existentes a
inicios de 2012. Y pinta el afán, pese a la competencia feroz, de no
pocas firmas pequeñas y medianas por "pelearla" adentro, atraídas por
una rentabilidad que, dicen, va en camino de equiparar márgenes
exportadores.
Sin embargo, para ciertas bodegas -por el momento- resulta un salvavidas. "Afuera vamos a poder vender a precios acordes apenas un 20%. El resto lo vamos a "rematar" en el mercado interno", confían los responsables de una firma maipucina con casi una década en la industria, que elabora hasta 5 millones de litros.
Pero no todos se resignan a ese plan. Las grandes bodegas recurren a un arsenal de acciones de marketing y descuentos para estimular la demanda en el on-premise o de "botella abierta" (bares, restaurantes, caterings exclusivos, etc) sin descartar vinotecas. Así lo experimentan distribuidores como Gran Casa Vinos, cuyo portfolio de 12 bodegas ya empezó a crecer.
Según su dueño, Paulo Casazza, "en el primer semestre nos visitaron 30 bodegas exportadoras con un número más grande o más chico de etiquetas, que hasta hace un año y medio estaban cómodas en el exterior hasta el año pasado".
Algunas estimaciones señalan que hay alrededor de 6.000 marcas en danza en el mercado argentino. Pese a que hay distintos criterios respecto de si se está cerca del nivel de saturación, la apuesta a no desatender el país venía perfilándose con acuerdos como los de Bianchi y Norton para la distribución nacional de los vinos sanrafaelinos, que ya cumplió 3 años.
"Ante la pérdida de mercados internacionales, percibo que están queriendo recuperar mercado interno y compensar resultados a fuerza de marcas que sacan con ese fin. A la vez reconocen la jerarquización del consumidor argentino; yo sumé 30% más etiquetas sin contar a las que están sondeando, pero no se le puede sacar más plata a la gente", reflexiona el distribuidor bahiense Guillermo Seligra, cuyo radio de acción, en base a una gama que va desde damajuanas hasta alta gama, va desde el conurbano bonaerense hasta Comodoro Rivadavia.
Mientras grandes grupos amagan con salir de "shopping", no son pocos los que pronostican un mapa más concentrado. "Hay una saturación de bodegas y el negocio ya no es lo que era hace diez años. Tarde o temprano la fisonomía deberá cambiar, porque un mercado de seis mil etiquetas no le hace bien a nadie", añade Casazza.
El caso Fermasa
En 2006, Fermasa se convirtió en la primera bodega brasileña en hacer pie en Mendoza. Con 527 mil litros de capacidad, la firma de Agrelo proyecta alcanzar 1,2 millón ya terminada; mientras, va por su séptima exportación a San Pablo (18 mil botellas), apura el plan de posicionamiento local.
Sin embargo, para ciertas bodegas -por el momento- resulta un salvavidas. "Afuera vamos a poder vender a precios acordes apenas un 20%. El resto lo vamos a "rematar" en el mercado interno", confían los responsables de una firma maipucina con casi una década en la industria, que elabora hasta 5 millones de litros.
Pero no todos se resignan a ese plan. Las grandes bodegas recurren a un arsenal de acciones de marketing y descuentos para estimular la demanda en el on-premise o de "botella abierta" (bares, restaurantes, caterings exclusivos, etc) sin descartar vinotecas. Así lo experimentan distribuidores como Gran Casa Vinos, cuyo portfolio de 12 bodegas ya empezó a crecer.
Según su dueño, Paulo Casazza, "en el primer semestre nos visitaron 30 bodegas exportadoras con un número más grande o más chico de etiquetas, que hasta hace un año y medio estaban cómodas en el exterior hasta el año pasado".
Algunas estimaciones señalan que hay alrededor de 6.000 marcas en danza en el mercado argentino. Pese a que hay distintos criterios respecto de si se está cerca del nivel de saturación, la apuesta a no desatender el país venía perfilándose con acuerdos como los de Bianchi y Norton para la distribución nacional de los vinos sanrafaelinos, que ya cumplió 3 años.
"Ante la pérdida de mercados internacionales, percibo que están queriendo recuperar mercado interno y compensar resultados a fuerza de marcas que sacan con ese fin. A la vez reconocen la jerarquización del consumidor argentino; yo sumé 30% más etiquetas sin contar a las que están sondeando, pero no se le puede sacar más plata a la gente", reflexiona el distribuidor bahiense Guillermo Seligra, cuyo radio de acción, en base a una gama que va desde damajuanas hasta alta gama, va desde el conurbano bonaerense hasta Comodoro Rivadavia.
Mientras grandes grupos amagan con salir de "shopping", no son pocos los que pronostican un mapa más concentrado. "Hay una saturación de bodegas y el negocio ya no es lo que era hace diez años. Tarde o temprano la fisonomía deberá cambiar, porque un mercado de seis mil etiquetas no le hace bien a nadie", añade Casazza.
El caso Fermasa
En 2006, Fermasa se convirtió en la primera bodega brasileña en hacer pie en Mendoza. Con 527 mil litros de capacidad, la firma de Agrelo proyecta alcanzar 1,2 millón ya terminada; mientras, va por su séptima exportación a San Pablo (18 mil botellas), apura el plan de posicionamiento local.
La administradora, Renata Passos, cuenta que "comenzamos hace un par de meses a colocar nuestras líneas en el país. La idea es llegar en dos o tres años a un mix 50/50". En ese contexto, Passos admite que "hoy por hoy no es fácil vender vino pero la gente ha recibido muy bien a los nuestros". Su línea Jerarquía ($ 192 caja de 6 en vinotecas), Baladero 2011 ($ 175 la caja), y un espumante Extra Brut ($ 168) son la punta de lanza.
Un stock de 105.000 litros, reforzado con una buena vendimia, resulta suficiente para no dejar de abastecer al consumidor paulista y sostener la incipiente inserción nacional, que ya arrancó con degustaciones y un acuerdo de tercerización con una distribuidora de Luján. Pero Fermasa ya se proyecta a Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Neuquén.
"Apuntamos a crecer. Las complicaciones con licencias afuera y el impacto de la inflación hicieron que nos animemos al mercado interno pese a la competencia", consigna el enólogo Sergio Alejandro.
Frente a lo que deja el
comercio exterior, a la bodega, con un márgen de hasta 20%, los números
le cierran. "Aún con gasto en promociones el margen es más beneficioso.
Todavía no supera al de la exportación, pero está llegando a un punto de
equilibrio", resume.
Fuente: http://losandes.com.ar/notas/2013/8/11/buscan-mercado-interno-unas-etiquetas-exportacion-731174.asp
Fuente: http://losandes.com.ar/notas/2013/8/11/buscan-mercado-interno-unas-etiquetas-exportacion-731174.asp
Fuente: Area del Vino
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