Hablar de grasa corporal no es lo mismo que hablar de sobrepeso. Es más,
podemos ser flacas y, sin embargo, tener esos molestos “rollitos” en
algunas zonas. Para buscar una solución, charlamos con varios
especialistas.
Aunque la tildemos de “mala palabra”, la grasa es un componente
fundamental en nuestro cuerpo: actúa como reserva energética y mantiene
el calor corporal, entre otras funciones. Por eso, es importante saber
cuánto es normal y cuánto es excesivo o deficitario. También, cuál es su
diferencia con el sobrepeso corporal.
¿Es lo mismo hablar de sobrepeso que hablar de grasas localizadas?
No,
no es lo mismo. “El sobrepeso se define como el aumento de peso
corporal para la altura de esa persona, pero puede deberse a líquidos
retenidos, a un aumento de la masa muscular (por ejemplo, por realizar
ejercicios físicos destinados a ello) o por incremento de la grasa
corporal”, responden Mónica Yedvab, Daniela Pasqualini y Paula Amiano,
especialistas en nutrición de la Universidad Abierta Interamericana
(UAI). Y agregan que las grasas localizadas no necesariamente indican
sobrepeso ni estrictamente deben ser corregidas.
¿Una persona puede ser delgada y, sin embargo, tener exceso de grasa corporal?
Así
es. “Algunas personas pueden estar en su peso normal pero tener la masa
muscular disminuida y esto enmascara un aumento de la grasa en su
composición corporal. Incluso puede estar localizada en la zona del
abdomen (el típico flaco con panza), lo cual aumenta el riesgo cardiovascular”, responde Luciano Betti, nutricionista del gimnasio Corpo Gym.
¿Qué cantidad de grasa es saludable y cuál no?
El porcentaje de grasa corporal normal varía según el sexo. “Las
tenemos más grasa que los hombres, por cuestiones hormonales y
reproductoras. En una mujer con peso normal y nivel de actividad física
moderado podemos encontrar entre el 17 y el 23% de contenido graso en el
organismo. En un hombre el porcentaje puede ser de entre el 12 y el
19%”, explica el equipo de la UAI. ¿Cuándo hay exceso? Cuando una mujer
tiene más del 24% y un hombre supera el 20%.
¿Cómo detectamos el exceso? ¿Es lo que sobra a simple vista?
“En
la actualidad hay muchos dispositivos que por distintos mecanismos
miden la grasa en el cuerpo. Los licenciados en nutrición utilizan
mediciones antropométricas a través de calibres, que miden la grasa
subcutánea junto a otras mediciones de circunferencias e índices, para
así aconsejar adecuadamente a sus pacientes”, responden los expertos de
la UAI. “Más que el peso, es importante conocer qué parte del cuerpo
está compuesto por grasa y qué porción es masa muscular”, agregan.
¿Cuáles son las zonas más difíciles para las mujeres?
En
las mujeres, las caderas son el principal lugar de localización de la
grasa debido a las hormonas y la genética. “Esto no quiere decir que
tengamos un problema hormonal. Lo que nos ocurre es ´normal´ pero, por
diversas causas como el sedentarismo o las dietas inadecuadas, esa grasa
se acumuló en exceso", explicó Liliana Gómez, médica esteticista, en
una nota de Entremujeres.
Allí cuenta que esta adiposidad no sólo distorsiona nuestra imagen,
sino que también sentimos dolor cuando presionamos la zona.
¿Se puede “apuntar” directamente a lo que sobra, sin adelgazar el resto del cuerpo?
“Podemos
reducir la grasa corporal de una zona determinada, pero no hay un único
tratamiento dietético ni un ejercicio en concreto que logre reducir
sólo la grasa corporal de una zona del cuerpo. Es decir, que se puede
reducir la grasa localizada pero junto al resto de grasa del cuerpo y no
sólo de una zona exclusiva”, señalan desde la UAI. Pero nos dan una
buena noticia: cuando se reduce (a niveles generales) la grasa corporal,
la pérdida es más notoria en las zonas difíciles: el abdomen en los
hombres y las caderas en las mujeres.
Ahora sí, las soluciones…
“Sin
duda, una nutrición equilibrada y sostenida en el tiempo es
fundamental. Se suman otros pilares como la actividad física, los
tratamientos estéticos, la medicación y la cirugía en los casos que sea
necesario, algo que debe decidir un profesional”, dice el licenciado
Betti. Veamos, uno por uno, estos aspectos:
* Alimentación:
hay que controlar lo que comemos. “Se trata de una ecuación mátemática:
aumentamos el gasto (con actividad física) y disminuimos el aporte de
energía, sobretodo de calidad deficiente: grasas animales en exceso,
azúcares, golosinas y gaseosas”, explican los nutricionistas de la UAI.
* Ejercicio físico: lo ideal es seguir un plan integral y planificado, como el que nos armó Fede Delpiano, personal trainer, en esta nota de Entremujeres.
* Tratamientos estéticos:
“Siempre bajo control y supervisión médica, existen tratamientos
especialmente dirigidos para la resolución de cada caso. Deben ser
combinados con la acción de profesionales esteticistas entrenados,
aparatología médica y técnicas mínimamente invasivas realizadas por
médicos”, explica la médica esteticista Liliana Gómez, que dió más
detalles en esta nota.
* Prevenir, antes que curar.
Pensemos que todo esto lleva tiempo y cuanto más pase, más difícil será
revertirlo. Así que la prevención, a través de los buenos hábitos de
vida, es algo fundamental.
Foto: Thinkstock Photos
Fuente: entremujeres.com
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