jueves, 5 de diciembre de 2013

Ser vegetariano, ¿la clave para vivir más?

Un nuevo estudio de la Universidad de Loma, EEUU, publicado en la revista 'JAMA Internal Medicine', descubrió que los vegetarianos tienen un riesgo del 12% menos de morir en un período de seis años en comparación con los que no lo son. Esto significa  que cuando se es vegetariano por un rango mínimo de 6 años, recién en ese momento se reducen un 12% las probabilidades de riesgos de morir de eventos cardiovasculares. Estos resultados demuestran que, en general, la dieta vegetariana está relacionada con una menor mortalidad en comparación con una dieta que incluye carnes. También demuestran que dietas pescetarianas, veganas y ovolactovegetarianas están vinculadas a un índice de mortalidad más bajo en comparación con las que no lo son. 

Además, los investigadores descubrieron que el riesgo de morir de los veganos, en comparación con los que no lo son, es un 15% inferior, en el caso de los ovolactovegetarianos es de en un 9%, en el de los pescetarianos de un 19% y en el de los semivegetarianos de un 8%.

Los autores del estudio publicado en la revista descubrieron, asimismo, que los beneficios no tenían relación con el nivel calórico, ya que los diferentes grupos de personas que participaron incorporaban la misma cantidad de calorías.

La investigación concluyó en que el régimen vegetariano, más alto en fibra y bajo en grasas saturadas, tiene un efecto positivo en la salud. Por otro lado, las personas vegetarianas tienden a estar más delgadas, a cuidarse, y eso los lleva a interiorizarse, estudiar, conocer sobre estilo de vida y nutrición. También son más propensas a hacer ejercicio, no fumar y no beber. Los investigadores señalaron que todos estos factores también pueden desempeñar un papel clave en la reducción del riesgo de muerte.

¿Cómo encontrar proteínas, hierro y calcio en el reino vegetal?

Además de incorporar en nuestra dieta hortalizas y frutas (en lo posible crudas) es importantísimo comenzar también con las semillas. Estas son un compacto almacenaje de excelentes nutrientes, fáciles de conservar y de consumir.

Aunque muchos sigan pensando que las semillas son un alimento exclusivo para las aves, poco a  poco la gente está conociendo sus propiedades. Ellas aportan a nuestro organismo una gran cantidad de minerales, proteínas, enzimas, vitaminas y ácidos grasos. Son, sin dudarlo, el alimento natural más concentrado (en relación al tamaño y los nutrientes), son fáciles de conservar, transportar y, aunque muchos no sepan, consumir.

La mayoría de las semillas son recomendables, aunque son preferibles las oleaginosas que se destacan por el rico aporte en grasas saludables y proteínas. Almendras, avellanas, castañas de cajú, chía, girasol, lino, nuez, nuez pecan, pistacho, sésamo y calabaza son algunos de los ejemplos más conocidos y simples de conseguir.

¿Cómo prepararlas?

Antiguamente, los pueblos indígenas consumían frutas, hortalizas y semillas. Para ellos, estas últimas eran sagradas y adoradas. Con la llegada de los conquistadores, el consumo de semillas disminuyó porque los españoles se las prohibieron.

¡Consumir semillas es más fácil que hacer un huevo hervido! Para no derrochar plata y para que nuestro organismo absorba todos los nutrientes es imprescindible tostarlas en una sartén o activarlas durante unas horas. Esto quiere decir que si decidís tostarlas, tendrás que agarrar una sartén, poner las semillas y dorarlas levemente moviendo siempre para que no se queme ninguna. El tiempo estimado es de 30 segundos a 1 minuto. En el caso de que desees activarlas, simplemente poné las semillas en un frasco y cubrilas con agua. Dejalas algunas horas y listo. Al momento de consumirlas sí o sí las tendrás que moler con un mortero, una procesadora de mano, un molinillo de café o lo que se te ocurra. Si no hacés este último paso, las semillas pasarán sin que tu cuerpo se entere.

Y más consejos útiles

-Comprá las semillas enteras, ya que las molidas tienen menos nutrientes.
-Guardalas en lugares secos, oscuros, frescos y en un recipiente hermético.
-Para tostarlas, no es necesario agregarles aceite. Cuando las pruebes, tendrán un sabor único.
-El aceite de sésamo es excelente, tanto en sabor como en nutrientes.
-Por su alto contenido en grasas poliinsaturadas, las semillas de girasol se echan a perder rápidamente. Por lo tanto, lo mejor es comprarlas en cantidades reducidas. Una buena opción para su consumo es en aceite, pero siempre que sea orgánico.
-Las pipas de girasol se pueden congelar.

El doctor Adrian Jaime es director de Medical Center Dermoestética & Antiaging.

Foto: Thinkstock Photos
Fuente: entremujeres.com

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