La comida ortomolecular busca brindar al cuerpo las
moléculas nutricionales correctas en calidad, cantidad y proporción para
generar un estado anatómico y fisiológico óptimo para fortalecer la
salud. Cómo se puede a través de la dieta frenar los procesos de enfermedad.
La medicina actual nos demuestra que diferentes químicos, toxinas o
nutrientes neutrales y artificiales, luego de ser ingeridos, pueden
destruir células del cuerpo o actuar como antinutrientes. Por ejemplo el
estrés en exceso aumenta las necesidades de vitamina B, C y E y de
magnesio; fumar incrementa las necesidades de vitamina C (como
antioxidantes) y el alcoholismo aumenta los requerimientos de vitamina
B, B5 y C.
Para prevenir el deterioro celular surge la medicina ortomolecular
con el objetivo de detectar las falencias reales de nutrientes para el
óptimo funcionamiento del cuerpo ya que cuanto más tiempo es privado de
estos, hay mayor acumulación de efectos nocivos y surgen así
enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, ciertos tipos de
cáncer, artritis, psoriasis y, por supuesto, la obesidad.
En este marco, la nutrición ortomolecular propone
restaurar el equilibrio bioquímico y activar los procesos de reparación
molecular (“orto” significa “correcto, cierto o recto” y “molecular” es
“nutriente”). Nutrición ortomolecular es brindarle al cuerpo las
moléculas nutricionales correctas en calidad, cantidad y proporción para
generar un estado anatómico y fisiológico óptimo para fortalecer la
salud, prevenir la aparición de enfermedades, aumentar la resistencia
física y mental, tener buena replicación celular, eliminar toxinas,
metabolitos de desecho y radicales libres, y realizar trabajo celular al
máximo rendimiento.
Los desequilibrios metabólicos (cada uno de ellos), pueden causar un número ilimitado de enfermedades y viceversa.
Un síntoma, como la hipertensión, puede ser por un desequilibrio del
sistema nervioso autónomo o en el sistema oxidativo. Hay personas que
tienen problemas múltiples, no relacionados entre sí, que originan una
enfermedad crónica de salud. Los desequilibrios pueden provocar efectos
domino entre síntomas no relacionados entre sí.
En este contexto, un elemento clave es comprender cómo los
contaminantes químicos de la industria alimenticia (por ejemplo f-talato
de shampoo para el pelo, bis-phemol A de envases de plástico y el
jarabe de maíz alto en fructosa utilizado como endulzante de las
gaseosas) modifican hormonas que no inhiben la ansiedad. Así tomar 2 ½
litros de gaseosa equivalen a comer 4 platos de arroz y luego de tomar
la gaseosa no se sienten esas calorías ingeridas. El sedentarismo
causado por haber aumentado las actividades estáticas (play, cine,
Internet, etc.) también cumple un rol fundamental en la falta de
bienestar corporal pero es preciso considerar que el impacto del gasto
calórico hecho por la actividad física puede ser eliminado por comer
ciertos alimentos o por la combinación de los mismos.
En este marco, el índice glucémico (IG) de los alimentos
que mide el incremento en el nivel de glucosa en la sangre luego de
ingerir un alimento o comida (es decir, la velocidad a la que los
alimentos son digeridos y convertidos en glucosa), es un indicador de
importancia para adecuar la dieta. Entre los factores que modifican el
IG de un alimento se encuentran:
1) Tamaño de las partículas: cuanto más pequeñas son
las partículas de los alimentos mayor es la absorción. Por ello hay que
evitar subdividir la comida (por ejemplo en licuados o puré). Así, es
mejor comer papa hervida en trozos con la piel que puré instantáneo, o
también es mejor la pasta en laminado grueso tipo moños, doble hélice o
mostacholes que laminado fino tipo cintas o tallarines.
2) Procesamiento industrial: cuanto más procesado
está el alimento, menor trabajo va a realizar el metabolismo para
nutrirse y mayor será el IG. Además, el calor de la cocción aumentan el
IG, por lo que es mejor comer pan fresco que tostado o la naranja en
trozos que en jugo exprimido.
3) Grado de gelatinización del almidón: a mayor
temperatura y tiempo de cocción mayor gelatinización y mayor IG por lo
que es recomendable comer fideos o arroz al dente que “pegajosos”.
4) Relación (amilosa/amilopectina) del almidón: La
amilopectina es una cadena ramificada de glucosa que es fácilmente
atacada por las enzimas digestivas con un mayor IG. De ahí que sea mejor
el arroz integral, parboil, de grano largo (más rico en amilosa) que el
arroz paellero, de grano redondo (rico en amilopectina). Se recomienda
al arroz, papa, pasta etc. cocinarlos y guardarlos en la heladera por 20
horas antes de su consumo para crear un almidón resistente retrogrado
(amilosa) con menor IG.
5) Proceso digestivo de absorción respecto del azúcar simple:
la maltosa (son 2 moléculas de glucosa) tiene un IG mayor que la
glucosa (harinas) y ésta mayor que la fructosa (fruta) y éste que la
galactosa (lácteos). La fructosa y galactosa deben ser convertidas en
glucosa en el hígado con lo cual hay un mayor gasto y tiempo en que
suben la glucemia. En este sentido, es conveniente evitar la fruta muy
madura ya que tiene mayor cantidad de glucosa y mayor IG.
6) Naturaleza de los alimentos ingeridos en una comida:
las grasas, aceites, proteínas, fibra soluble, fitatos y lectinas
frenan el vaciamiento gástrico y tiene un menor IG. Es bueno combinar
arroz (IG alto) con legumbres o carnes (IG bajo) o salvado de avena como
relleno de pastas o al empanar la carne, combinar cereales con
vegetales como fideos con brócoli (fibras e IG bajo). Comer panes de
salvado o multigranos y agregar semillas (lino, chia, sésamo, girasol,
calabaza) a las comidas. Es mejor la pasta seca que fresca y al huevo
por tener menor IG.
7) Presencia de ácidos orgánicos: el jugo de limón, vinagre, aceto balsámico y jugo de pomelo bajan el IG de un alimento.
8) Salar alimentos: se aceleran las reacciones bioquímicas y aumenta el IG de un alimento.
Estas medidas son algunas estrategias para impedir la movilización de
hormonas que fomentan la obesidad considerando que la alimentación
puede activar mecanismos que actúan sobre procesos inflamatorios
crónicos causantes de enfermedades, es decir cómo se puede a través de
la dieta frenar los procesos de enfermedad.
Asesoró: doctor Néstor Cardinali, bioquímico y licenciado en Alimentación
Fuente: saludable.infobae.com
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