Aunque pertenece al grupo de pescados semigrasos, la trucha contiene sólo un 5% de grasa. Su valor calórico se sitúa alrededor de 130 calorías por cada 100 gramos.
Es un alimento que contiene vitaminas del complejo B: tiamina, riboflavina y niacina.
La trucha es un pescado adecuado para aquellas personas que siguen una dieta adelgazante y que sufren de exceso de colesterol y arteriosclerosis.
La exigencia de frescura es el primer paso al comprar truchas. Piel brillante y resbaladiza y olor fresco y ligero son dos características esenciales. Los ejemplares opacos y resecos llevan demasiado tiempo fuera de su elemento y es preferible olvidarlos. La limpieza debe ser minuciosa y obliga a eliminar todo resto de vísceras. En la nevera se conserva en buenas condiciones un máximo de dos o tres días, mientras que en el congelador mantienen sus características durante seis meses.
La trucha, por otra parte, se adapta con facilidad a las más variadas técnicas culinarias y acepta también un gran número de guarniciones y condimentos diferentes, destinados a enriquecer su saber fino y ligeramente insípido.