miércoles, 19 de febrero de 2014

La viticultura que veremos en los Terroirs de altura en Argentina

Edgardo del Pópolo nos cuenta sus experiencias tras haber desarrollado viñedos en las zonas más reconocidas de nuestra geografía vitícola, al mismo tiempo que nos da su visión sobre lo que podría ser el futuro de los paisajes vitícolas de altura.

El viticultor nos cuenta sus experiencias tras haber desarrollado viñedos en las zonas más reconocidas de nuestra geografía vitícola, al mismo tiempo que nos da su visión sobre lo que podría ser el futuro de los paisajes vitícolas de altura.

Han pasado ya muchos años desde que en nuestra viticultura comenzamos a destacar la importancia y la singularidad de los terruños de altura a la hora de producir calidad.

Color, buena acidez, aromas intensos, taninos con potencial de guarda en vinos tintos han sido los grandes indicadores de lo que las plantas pueden producir cuando hay amplitud térmica en nuestro clima desértico. "La temperatura es el factor más importante"solíamos decir, apoyados en que lo valioso de las grandes variaciones entre temperatura diurna y nocturna se constituían en cierta forma como los garantes de vinos notables. "Mientras más amplitud térmica, mejor", entonces las zonas con 12 grados quedaban disminuidas ante la aparición de una nueva zona que tuviese más delta T; "en esta zona tenemos 15 grados", "no, pero en la nuestra hay 20 grados"...., todo a modo de apuesta a ver quién da más.

En los últimos 5-6 años comenzamos a prestar más atención al suelo. Y ya no sólo bajo la mirada y alcances de la edafología tal como la estudiamos en la FCA sino que buscamos explicaciones en la geología de nuestros suelos, tratamos de entender cómo se formó cada aluvión, que significa ese mogote, la razón de cada capa en el horizonte edafológico o las piedras acarreadas en cada cono en el que nos haya tocado desarrollar un viñedo.

Y también esto fue muy importante, ya que nos ha ayudado a entender el porqué de mucho de lo que encontramos en los vinos. Este tema, al igual que el anterior, va a tener fecha de vencimiento si lo tomamos como un elemento aislado.

No todo es clima, no todo es suelo. Tampoco todo es planta ni su fisiología, como tampoco no todo debe ser avalado por un paper a la hora de destacar, porque en vino: ¿Cuánto es subjetivo? ¿Qué es lo mejor? ¿Para quién?¿Qué nos queda? Nosotros. Y si hay algo bueno en nosotros es que vivimos derribando mitos.

Recuerdo que los viticultores a mediados-fines de los 90 estábamos convencidos de unos cuantos, hoy en día, paradigmas fundamentalistas y recetas prescriptas: la altura de la canopia, el efecto del deshoje, el efecto del raleo, la distancia entre plantas, la distancia entre hileras, todo ello sin dejar de mencionar el riego y si el stress debía ser pre-envero o pos-envero y cuál debía ser la relación pulpa-hollejo para garantizar la concentración adecuada. De todo lo dicho no han pasado muchos años.

Así plantamos y trabajamos nuestros viñedos que hoy tienen entre 2 y 15 años de edad.

Pasó el tiempo y hoy nos encontramos que algunos de esos conceptos terminaron relativizándose a muchos "depende de"....

Volviendo al punto de partida: en los terruños de altura, hoy podemos asegurar que zonas altas que no gozan de "gran" amplitud térmica pueden también dar vinos tan sorprendentes como zonas altas con alta amplitud térmica.

Esas zonas altas con baja amplitud térmica, por ejemplo en el extremo Norte del Valle de Uco y sobre los 1300 metros de altura hay "lunares" cuyo delta T no supera los 12 grados Celsius, dan vinos de marcada personalidad (Nor Oeste de Gualtallary).

Por supuesto que hay que analizar el resto del contexto: cuán cálidos son los días, cuán frescas las noches, que tipo de suelo predomina en el lugar y cuáles fueron las decisiones a la hora de plantear el diseño y posterior manejo del viñedo.

Seguramente no será todo para hacer alta densidad para que las plantas compitan entre sí, ni canopias altas para favorecer la relación hoja-fruto, ni los riegos de 5 mm de tasa de reposición diaria para asegurar la evapotranspiración del cultivo, ni los deshojes en la cara este, ni los raleos de 1 racimo por brote.

Las canopias altas podrían verse de pronto reemplazadas por plantas pequeñas si los suelos son muy pedregosos, y las altas densidades por bajas densidades y los marcos de plantación rectangulares por cuadrangulares.

De las clásicas distancias de 2 x 1m o 1,8 x 1m con canopias de 1,8-2 m de altura podríamos drásticamente pasar al 1 x 1, o 1,2 x 1,2 o incluso al extremo opuesto en un 2 x 2, siempre con plantas más pequeñas, canopias de 1,5-1,6 m de altura, brotes que en lugar de ser de 1,2-1,4 metros de longitud, serán de 80 cms. De las paredes verticales a modo de muro verde, podríamos ver más sistemas libres, por supuesto nunca recomendables para muy grandes extensiones. Y nuevamente en el razonamiento de todo esto resuena el "depende de"...

De los espalderos altos a una suerte de viñas bajas modernas, parecidas a las que se plantaban en los valles hasta fines de los 80, aunque esta vez, no en las planicies sino en los altos.

Los gobelets o cabezas que se plantaron entre mediados y fines 60, pero que para el modelo de esa época en su mayoría terminaron "espalderizandose" muchos de ellos como candelabros con dos o tres pisos, encuentran hoy en día buen lugar cuando los suelos condicionan y el clima lo amerita.

Si falta algún elemento importante en este conjunto, es el riego y de los 5 mm de evapotranspiración diaria religiosamente repuesta, podríamos pasar por muchas variantes hasta casi llegar al mínimo complemento. Porque para muchos nos resulta muy difícil pensar en viñedos sin irrigación, de hecho en los valles y planicies es algo que no parece sustentable, pero en zonas altas, en donde a veces se juntan entre 280 y hasta 400 milímetros anuales de agua producto de lluvias y nevadas, no es una utopía pasar un ciclo completo y lograr plantas sanas y equilibradas con un mínimo suplemento.   

Un viñedo en el que tuve la oportunidad de diseñar su sistema, marco y riego, fue regado abundantemente durante los primeros 4 años de vida. De suelo extremadamente pedregoso, piedras pintadas de calcio ocupan entre el 50 y el 80% del perfil, junto a capas de caliche y arena, fue colonizado en excelente forma por las raíces de las cepas, las cuales exploraron muy bien en profundidad el perfil. En las ultimas 3 temporadas ha venido reduciéndose la lámina aplicada en invierno hasta haber llegado a solo 25 mm, lo que junto a las nevadas y lluvias permitirían casi pasar el ciclo completo.

Ya hay viticultores en las zonas más altas del Valle de Uco, en Altamira y sobre El Cepillo, en Vista Flores, San Pablo, Gualtallary y en Pedernal en San Juan que están plantando viñedos con esta matriz en común. Ellos no están presos de ya obsoletos paradigmas y son artífices genuinos de la identidad de los vinos de cada una de esas zonas. Estoy convencido que en un futuro no muy lejano veremos más.

Fuente: Area del Vino

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