Especialistas aseguran que “una persona que no se toma el tiempo necesario para descansar podría aumentar su peso en alrededor de cinco kilos por año”. Las consecuencias de vivir al revés.
Una reciente investigación publicada por la revista norteamericana Current Biology afirmó que trabajar de noche o comer en horarios irregulares presenta peligros reales para la salud que incluyen entre otras alteraciones la obesidad, los trastornos metabólicos y la diabetes.
“Vivir en horario nocturno y dormir de día, cambiar permanentemente los tiempos de relajación y la falta de horas de sueño desequilibran todos y cada uno de los puntos de sincronización
del cuerpo humano, entre los cuales, obviamente, se encuentra el
metabolismo y la asimilación correcta de los alimentos”, coincidió el
doctor Máximo Ravenna, especialista en Nutrición.
Esto se debe a que la acción de la insulina sube y baja según un
ritmo circadiano de 24 horas y trastornarlo puede tener efectos
profundos sobre la regulación del peso y la homeóstasis de glucosa y
lípidos.
Estas oscilaciones diarias las controla el llamado reloj biológico.
El trastorno de la sincronía en el ritmo circadiano, que es una de las
características del trabajo en turnos nocturnos o de trasnoche, el
desajuste que ocurre cuando se viaja en avión largas distancias y los
trastornos en las horas de sueño pueden ser algunas de las causas más
comunes.
“Muchos procesos fisiológicos exhiben ritmos de día y noche, incluido
el comportamiento de alimentación, el metabolismo de lípidos y
carbohidratos y el sueño”, señaló Ravenna.
Los experimentos hechos con ratones en laboratorio mostraron que
cuando los animales no pueden mantener las horas de sueño por una razón u
otra su ciclo biológico presenta resistencia a la insulina y propensión a la obesidad.
Los roedores normales se tornaron resistentes a la insulina durante el
día cuando, al igual que la mayoría de los animales noctámbulos, en
general están durmiendo.
Esto representa un problema para los humanos que viven en un ambiente
en el cual manipulan desde la luz disponible a las horas de suministro
de comida abundante.
A su vez, en otro estudio que publica la revista Science
Translational Medicine se trabajó sobre humanos y se arribó a la misma
conclusión. Se llevo a cabo durante seis semanas con 21 personas sanas.
Los voluntarios durmieron 10 horas diarias durante las tres primeras
semanas, pero luego su descanso se redujo a 5,6 horas de sueño cada 24
horas para simular las rotaciones en los turnos de trabajo.
“Los resultados muestran que las personas que trabajan en turnos de
noche y tienen predisposición a la diabetes tienen más posibilidades de
desarrollarla”, aseguró el estudio y agregó que “la masa corporal se vio afectada,
ya que los participantes mostraron una reducción de la actividad
metabólica que se podría traducir en un aumento de peso anual de más de
4,5 kilos”.
Al respecto, Ravenna reiteró que todo el desacople homeostático que genera la falta de descanso
trae aparejadas alteraciones en el estado de ánimo, algo que
indirectamente también puede llevar a comer más para reemplazar la
insatisfacción que genera el no poder dormir en tiempo y forma. En
definitiva se genera un círculo vicioso que retroalimenta negativamente
ambos estados.
Fuente: saludable.infobae.com
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