La clave para llevar una alimentación saludable depende tanto de la
selección de alimentos que uno haga, como de las cantidades y de la
frecuencia con que estos se consumen. Para elegir es necesario conocer
bien los alimentos y las funciones que éstos tienen en el sistema
nervioso, de ésta manera se podrá disfrutar de las comidas y
preparaciones y al mismo tiempo mejorar la agilidad mental.
Los cereales y legumbres, sobre todo integrales contienen Vitaminas del complejo B, que participan en importantes reacciones del sistema nervioso.
Las frutas y hortalizas
brindan protección contra enfermedades degenerativas y protegen al
cerebro, ésto se debe a su alto contenido de varios antioxidantes tales
como la Vitamina C, A (carotenos), flavonoides y polifenoles.
Las verduras contienen
ácido fólico que, entre otras funciones y en colaboración de la
vitamina B12, interviene en la eliminación de compuestos dañinos para la
función neurocognitiva.
Los lácteos son alimentos fuente de Calcio, un mineral requerido para la normal transmisión de los impulsos nerviosos.
Las carnes aportan
proteínas de alto valor biológico, las rojas además aportan hierro, un
mineral que ayuda a transportar el oxígeno al cerebro. El pescado,
además aporta otros nutrientes esenciales (ácidos grasos omega 3)
necesarios para un adecuado desarrollo y funcionamiento del sistema
nervioso. Aspectos relacionados con las funciones cognitivas (memoria,
percepción, atención) se ven favorecidos con el consumo de éste
nutriente. Los ácidos grasos omega-3 facilitan la transmisión de
mensajes en el sistema nervioso central. También tienen efectos
benéficos sobre el sistema cardiovascular, contribuyen a disminuir la
presión sanguínea y a reducir las concentraciones de colesterol y
triglicéridos en plasma. Contienen fósforo, un mineral de vital
importancia en las membranas celulares.
Los aceites y frutos secos contienen
Vitamina E, un potente antioxidante que protege a las neuronas de los
radicales libres. Son fuente de ácidos grasos esenciales (omega 3, 6 y
9) sustancias involucradas en el correcto funcionamiento nervioso ya que
ayudan a mejorar la comunicación entre neuronas.
¿Qué hacer desde el punto de vista nutricional para mantener un cerebro sano? Para preservar la salud arterial y mental es fundamental la prevención primaria, la cual implica cambios en estilo de vida.
Llevar a cabo una alimentación saludable
Mantener un peso aceptable
Aumentar la actividad física
Mantener una actividad social/cognitiva
Abandonar el hábito de fumar
Para
intensificar las estrategias preventivas relacionadas con la
alimentación es necesario adoptar un estilo de vida sana con una dieta
saludable, en lugar de dietas drásticas y a corto plazo.
Esto implica:
Comer con moderación e incluir alimentos variados en cada comida.
Comer frutas y hortalizas todos los días.
Aumentar el consumo de antioxidantes.
Aumentar el consumo de fibra dietética y polisacáridos complejos.
Consumir lácteos descremados todos los días.
Elegir fuentes de proteínas que aporten bajo contenido en grasas saturadas.
Reducir la ingesta de grasas saturadas y trans.
Reducir el colesterol dietario.
Incrementar el uso de ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados
Evitar salteados y frituras.
Disminuir el consumo de azúcar y sal.
Disminuir el consumo de bebidas alcohólicas
Tomar abundante agua potable durante todo el día
Recomendaciones prácticas para cumplir las premisas del plan de alimentación:
Para reducir la ingesta de grasas saturadas y trans: evitar manteca,
margarina, lácteos enteros (leche, cremas quesos), helados de crema,
fiambres, embutidos, productos de panadería, pastelería, galletitas,
amasados.
Para reducir el colesterol dietario: restringir el
consumo de vísceras (seso, hígado, riñón, molleja, chinchulín), yema de
huevo y crustáceos (langostas, camarón, langostino, cangrejo).
Para incrementar el consumo de ácidos grasos monoinsaturados y
poliinsaturados: elegir y combinar: aceite de oliva, aceite de soja,
aceite de canola, aceite de girasol, aceite, de maíz, aceite de uva.
Realizar aderezos y salsas con: palta, aceitunas, frutas secas.
Incrementar el consumo de pescado de aguas frías ricos en omega 3 tales como, salmón, caballa, atún, anchoa, arenque, sardina
Para aumentar el consumo de fibra dietética y polisacáridos complejos:
elegir hortalizas y frutas, preferentemente crudas y con cáscara;
legumbres como arvejas, garbanzos, porotos, soja y lentejas; arroz
integral, cereales (incluir salvado de avena), pan francés e integral.
Para elegir fuente de proteínas que aporten bajo contenido en grasas
saturadas: consumir pescado, carnes vacunas magras, pechuga de ave sin
piel, cordero patagónico o fueguino, cortes magros de cerdo, conejo,
productos lácteos descremados, clara de huevo, legumbres y cereales
integrales.
Para aumentar el consumo de antioxidantes: consumir
pimientos, apio, tomate, brócoli, repollo, espinaca, cebolla, ajo,
entre otros; frutas cítricas, kivi, frutilla, frambuesa, manzana etc...
Aceites vegetales, germen de trigo, frutas secas, granos enteros.
Al preparar los alimentos:
Utilizar métodos de cocción que no requieran grasas (vapor, horno, parrilla, plancha, microondas.
Evitar salteados y frituras pues hay mayor velocidad de degradación de
los ácidos grasos poliinsaturados presentes en el aceite y hay absorción
de aceite por el alimento.
Lic. Sol Vilaro, jefa de la Sección Nutrición en Neurología y Psiquiatría de INECO
Fuente: entremujeres.com
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