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martes, 7 de enero de 2014

Ideal para el verano: guía práctica para acompañar quesos con espumantes

Cuando hablamos de espumantes tenemos que considerar, antes que nada, que por regla general se trata de un vino al que se lo ha hecho pasar por un segundo proceso de fermentación que le otorga las sutiles burbujas características. 

Los más clásicos son aquellos elaborados a partir de los varietales Pinot Noir y Chardonnay, aunque la oferta actual abarque prácticamente a todas las variedades.

En nuestro país, el vino ha recorrido un camino similar al del queso. Los orígenes de su producción y de las diferentes variedades se encuentran en Europa, pero una vez adoptados en nuestro suelo han sufrido transformaciones que tienen la impronta del terruño, de las materias primas y de la elaboración local. Es decir, han ido adoptando un carácter específico.

En el caso de los vinos, el estilo singular y con notas más acentuadas de los vinos tintos, ha hecho que su combinación con las diferentes variedades de queso sea más compleja que en el caso de los vinos blancos que, con su mayor suavidad, abrazan con más facilidad todo tipo de quesos.

Es así que casar quesos con vinos blancos es una tarea menos ardua.

Partiendo de este punto entonces, y corriendo con la ventaja de que siempre hay un queso que funciona bien con las variedades blancas, podemosestablecer una guía apoyándonos en el grado de azúcar que contiene el espumante a maridar.

Durante la segunda fermentación, a partir de la cual se producirán las burbujas propias de este tipo de vino, se hace un agregado de vino blanco, levaduras y azúcares.

Según la cantidad de azúcar que se agrega en este proceso, se obtendrán distintas clases de espumante: 

• El más seco de todos, es decir, el que contiene menos azúcares, es el Nature. Para un espumante de este tipo podemos pensar en acompañar con un queso de carácter como el Trebolgiano, con su mezcla intensa pero equilibrada entre dulce, salado, picante y tostado y sus notas especiadas y picantes en nariz.
• Un espumante Extra Brut, que contiene hasta 6 gs. de azúcar por litro, puede combinar su toque ácido con un queso más neutro, al estilo del Gouda, de pasta semidura, medianamente salado y con un sabor láctico suave y agradable.
• En el caso de un espumante Brut, con hasta 12 gs. de azúcar por litro, podemos acompañarlo con galletitas con quesos untables y hierbas o algún ahumado que aporte algo de intensidad.
• Para un espumante del estilo Sec (o Seco), que son los que tienen entre 17 y 32 gs. de azúcar por litro, el queso Sardo o un Reggianito en forma de finas láminas integradas en una ensalada de hojas verdes, que actúan como notas de sabor ligeramente picante y con rezagos de sabores dulces y ácidos y aroma afrutado, es una muy buena opción.
• El Demi Sec o Semiseco, ya con más niveles de azúcares, puede lograr un contraste interesante con un queso como
el Maasdam, que aporta picor y una consistencia untuosa.
• Finalmente, podemos hablar de los espumantes dulces, que tienen más de 50 gs. de azúcar por litro y que hoy se encuentran tan en boga para ser consumidos en diferentes ocasiones; su socio indiscutido es el Blue Cheese, un queso complejo y fuerte que requiere ser balanceado.
• Por último, aconsejamos descartar algunas combinaciones con terceros productos que puedan alterar la armonía entre el vino espumante y los quesos que seleccionemos: ajo, vinagretas u otros sabores demasiado invasivos o muy
ácidos pueden romper la armonía buscada.
• Para terminar, hay que recordar que, en términos generales, los espumantes son vinos suaves y que las burbujas tienen un efecto algo atrevido y delicado que ayudan a disfrutar, y es por eso que se lo asocia a los momentos de celebración y elegancia.

(*) Por el cheeselier iLoLay - Exclusivo para Vinos & Bodegas iProfesional - vinosybodegas@iprofesional.com

Fuente: iprofesional.com

viernes, 15 de noviembre de 2013

Guía práctica: todas las claves para acompañar quesos con vinos blancos

Comencemos por el principio: cuando hablamos de maridar quesos y vinos, como guía general, no debemos apartarnos del criterio que utilizamos para maridar cualquier otro tipo de alimento, pues se trata ni más ni menos que de eso: la combinación o acuerdo entre un alimento y una bebida.

La idea es que se acompañen en cuanto a volumen en boca, complejidad, persistencia, intensidad aromática, y demás atributos que potencien el disfrute de cada uno. De esta manera, se busca a los compañeros ideales para disfrutar.

En mi experiencia noto que suele primar la idea de que son los vinos tintos los que se adecuan mejor a la compañía de distintos tipos de queso, pero no es así, ya que en realidad son los vinos blancos los que maridan mejor con la mayoría de las distintas variedades de quesos.

Es más, si tuviésemos que establecer algún "maridaje prohibido" se podría pensar en algunas variedades de queso que definitivamente no casan bien con vinos tintos, pero siempre va a haber un vino blanco que conjugue de modo ideal con un queso determinado.

Podemos establecer algunos parámetros generales, pero ciertamente es preferible -y se va a llegar a resultados más certeros y beneficiosos para nuestro paladar- pensar en combinaciones puntuales, cada producto con sus características específicas, para que logren ese acuerdo que tanto buscamos.

Tenemos suficiente variedad de quesos y de vinos blancos como para que ocurra esa combinación perfecta, ya sea por contraste, por armonía o por el lugar de origen común de cada uno de ellos.

Analicemos algunas alternativas según la consistencia de los quesos: cuando se trata de quesos duros, la mayoría de las veces elegiremos un vino que acompañe la complejidad que suelen presentar estas variedades.

Por ejemplo, nos inclinaremos por un Chardonnay con o sin madera para un queso Provolone de pasta Hilada; o por un Viognier cuando se trata de acompañar un queso Sardo.

Un Torrontés con madera, que soporta la estructura del queso a la vez que contrarresta el picor, puede ir de maravillas con el Trebolgiano. Es decir, nos inclinaremos por vinos blancos frutados y con buen volumen en boca.

Dentro de los quesos semiduros tenemos una gran variedad, con lo cual otra vez debemos ajustarnos a las características de cada uno.

Por ejemplo, si tenemos un queso Gouda, con su sabor tan sutil y delicado, pensaremos en vinos blancos sin madera como el Torrontés, el Sauvignon Blanc o Chardonnay que le aportarán carácter sin eclipsarlo.

En el caso del Pategrás utilizaremos un Viognier o Chardonnay con leve aporte de madera.

Con un Gruyerito podemos usar un Chardonnay con madera y el Torrontés con o sin madera que contrerreste sutilmente el picor.

Frente a un Maasdam, que es un queso con mucho volumen en boca y larga persistencia, nos inclinaremos por un Chardonnay fermentado y criado en barrica.

En cuanto a los quesos frescos del estilo Cremoso, Cuartirolo o Port Salut, usaremos vinos blancos de marcada acidez, como un Sauvignon Blanc o Chenin Blanc, o también podría ser un Torrontés o alguno de los Pinot Gris del mercado.

En la categoría de quesos de pasta semidura del estilo Fynbo, Pategrás, Gruyerito o Fontina es donde hay más posibilidades de un maridaje exitoso debido a que permiten un gran abanico de alternativas porque su intensidad y volumen en boca son intermedios.

Si pensamos en este maridaje con un Torrontés es porque un queso de pasta dura como un Reggianito, un Trebolgiano o un Sardo podrían opacar las cualidades del vino.

Por último, se tiende a pensar que los quesos de pasta blanda son menos intensos y con una persistencia corta en el paladar, con lo cual vamos seguro a elegir vinos blancos ágiles y fáciles de beber, o con marcada acidez, jóvenes y frutados.

Sin embargo los quesos del estilo Blue Cheese o un Camembert son un caso aparte, ya que también son de pasta blanda pero con mucha intensidad en el paladar y un sabor persistente por lo que no podría tratarse de cualquier blanco sino preferentemente uno dulce, como un cosecha tardía, uno con botrytis o dulce natural.

Éste es el caso de un maridaje por contraste de lo más tradicional y que nunca falla.

Hay que recordar además que el maridaje de queso y vino permite un tercero que armonice con la feliz pareja: a la combinación elegida se pueden agregar frutas secas como nueces, almendras, avellanas, castañas, también fruta pasa, como ciruelas o pasas de uvas rubias. Y por supuesto panes de todo tipo y fiambres.

Las ideas aquí sugeridas establecen lineamientos y algunos criterios a seguir. Conceptos como complementación y contraste siempre pueden ser una buena guía, pero luego la búsqueda de combinaciones ideales dependerá de la creatividad y el gusto de cada uno, ya que el de los sabores es un mundo infinito dispuesto siempre a ser descubierto.

(*) Martín Chiara es cheeselier iLoLay.
El cheeselier, al estilo del sommelier, es quien conoce y recomienda vinos y maridajes, una persona experta en quesos con amplios conocimientos en gastronomía, en degustación de vinos y otras bebidas, cuya función es comunicar esas nociones para permitirle al consumidor aumentar el placer, explorando con los cinco sentidos el universo de estos nobles productos.

Fuente: iprofesional.com

lunes, 21 de octubre de 2013

Pasiones argentinas: cuándo y cómo comer queso y con qué vino acompañarlo

El Cheeselier es, al estilo del sommelier de vinos, quien degusta y analiza los quesos desde la perspectiva del consumidor y comunica las mejores formas de consumo. Aquí van algunos consejos para disfrutar plenamente de los mejores quesos.

¿Cuándo se debe consumir el queso: al principio o al final de una comida?

La respuesta es muy sencilla: cuando más te guste. Las costumbres en los diferentes países son muy distintas y no por ello están mal. Los franceses suelen consumir el queso al final de la comida, ya que no imaginan terminar una comida sin vino y porque ciertos quesos actúan como digestivos.

Los argentinos tomamos el ejemplo de los españoles de comer el queso al principio, como picada. Los ingleses lo sirven después del postre, en general acompañados de oporto.

La ventaja de comer el queso al inicio es que permite descubrir y percibir aromas y sabores que en ningún caso se verán eclipsados por algún otro plato que previamente haya saturado nuestros sentidos.

¿A qué temperatura se consume el queso?

Los quesos deben consumirse a una temperatura de entre 20 y 25ºC, más en la banda superior los quesos con textura dura (curados, viejos y añejos) y en la banda inferior los semiduros, oreados y tiernos. Si el queso es fresco, se recomienda no superar los 15ºC.

¿Cómo conservar el queso?

Se deben conservar los quesos y todos los utensilios limpios, fríos y tapados, ya que el queso tiene la característica de absorber otros aromas y sabores.

Los quesos también pierden sabor y humedad si son expuestos al contacto con el aire, razón por la cual es importante envolverlos bien antes de llevarlos a la heladera. El queso destinado al consumo doméstico debe envolverse en papel parafinado (o a prueba de grasa, si no se puede conseguir éste). El papel parafinado permite que el queso respire, mientras que el plástico para envolver hará que el queso sude y puede favorecer el crecimiento de moho. Debe mantenerse en condiciones normales de refrigeración (en la heladera, a una temperatura de entre 3 y 4ºC) y guardarse en un recipiente de plástico para impedir que absorba olores de otros productos y que se seque. Es conveniente guardar los quesos azules y los de cabra en recipientes separados para impedir la contaminación cruzada de ambos por moho y olores.

Los quesos blandos deben comprarse preferentemente en la mitad de su período de vida útil y en el plazo de pocos días se deben consumir, mientras que los quesos semiduros, duros y azules, que ya han madurado y son más resistentes, pueden conservarse durante días, e incluso semanas, si se envuelven con cuidado.

El queso se debe conservar en un lugar seco y fresco.

El queso azul tiene recomendaciones especiales:

* Siempre se debe guardar en la heladera hasta antes de servir, teniendo en cuenta que debe estar a temperatura ambiente (sacarlo de la heladera como máximo dos horas antes).
* Asegurarse de que el queso que no se consume se guarde correctamente, envuelto en film adherente o papel de aluminio en un recipiente transparente. Esto se hace para verificar que el queso no esté en contacto con otros alimentos y no contamine ni sea contaminado.
* El queso azul se puede conservar hasta dos semanas bien almacenado. Durante este período, el queso continuará su maduración, suavizando su sabor.

El queso y el vino, una pareja ideal

No es casual que el queso y el vino conformen casi una pareja ideal, ya que tanto uno como el otro son el resultado de una materia prima fermentada que se convierte en un producto nuevo y más complejo que el material crudo que les da origen. También ocurre con ambos que el paso del tiempo favorece su estado ideal de consumo, al menos hasta cierto punto, para luego envejecer. Y aunque tienen estos factores que hacen que se correspondan naturalmente, es bueno siempre conocer algunos secretos para dar con las combinaciones que mejor funcionan.

Hay tres criterios fundamentales para la búsqueda de un maridaje:

* POR COMPLEMENTACIÓN: cuando los sabores de los vinos y de los quesos son parecidos y se busca intensificar ambos.
* POR CONTRASTE: la intensidad de los sabores es contrapuesta y se busca que uno de los dos domine.
* POR REGIÓN: en nuestro país esto no es fácilmente practicable, porque salvo contadas excepciones, como algunos productos regionales de Córdoba y Tucumán, las zonas productoras de queso y vino no coinciden.

Los quesos se maridan no sólo con vino, sino también con otros alimentos, tales como panes, frutas frescas y secas, hierbas, hortalizas, especias, fiambres y embutidos.

El objetivo del maridaje queso-vino es lograr un equilibrio de sabores y armonía para disfrutarlos aún más. Esta combinación no es fácil de generalizar, ya que existen muchos tipos de quesos, vinos y paladares.

Un vino para cada queso

- Con BLANCOS: en general, tanto los vinos jóvenes como los de crianza armonizan mejor que los tintos porque sus aromas intensos y su acidez punzante hacen que ninguno quede opacado.
- Con ROSADOS: entonan muy bien con quesos de pasta blanda y frescos, porque este tipo de vinos se destaca por su frescura, sin ser especialmente potentes desde el punto de vista gustativo y de ahí que no eclipsen a los quesos, sino que los potencien.
- Con ESPUMANTES: tanto los blancos como los rosé van mejor con los quesos de corteza enmohecida y de pasta blanda. La sutileza y complejidad de los sabores de ambos se apalancan de maravillas entre sí.
- Con TINTOS: los vinos fuertes con carácter se ajustan bien a los quesos ahumados y aromáticos, porque estos dos sabores son siempre bien dominantes.
- Con DULCES: armonizan con pocos quesos, aunque hoy es muy común combinar quesos azules con Oporto o con algún blanco de cosecha tardía.


Fuente: entremujeres.com 

martes, 4 de octubre de 2011

¿Vino y queso?: cinco maridajes que no defraudan

El maridaje consiste en combinar adecuadamente los aromas, sabores y texturas de bebidas y de comida.

El maridaje trabaja fundamentalmente por contraste y complementación.

En el primer caso, se busca combinar sabores de distinta intensidad.

Es importante cuidar bien el contraste, ya que un queso muy fuerte puede opacar por completo al alimento o bebida, o bien este último puede tapar a un queso muy delicado.

Un buen contraste permite resaltar uno o el otro producto, o puede enfrentarlos, si es que ambos tienen mucho carácter.

Por el contrario, en el maridaje por complementación, los sabores de las bebidas o alimentos y de los quesos a maridar son parecidos, y lo que se busca es intensificar el sabor de ambos.
El objetivo de todo maridaje es conseguir que se combinen bien los alimentos y bebidas con los quesos, que se logre un equilibrio de sabores y armonía entre ambos.

Esta combinación no es fácil de generalizar, ya que las posibilidades son muy extensas y existen muchos paladares diferentes.


Top 5:
  1. Trebolgiano iLoLay con Cabernet
  2. Blue Cheese iLoLay con vino cosecha tardía
  3. Fontina iLoLay con Malbec
  4. Fynbo iLoLay con Syrah
  5. Un queso de pasta blanda iLoLay con un espumante
El objetivo del maridaje de quesos con vinos es conseguir un equilibrio de aromas y sabores.
Lo mejor es jugar a "acierto o error" probando un mismo queso con diferentes vinos o un mismo vino con distintos quesos: así se obtiene la mejor guía para satisfacer el paladar.

Fuente: iprofesional.com

martes, 9 de noviembre de 2010

Como combinar el vino y los quesos


Unir vinos y quesos suele ser una gran apuesta. Lo más importante es recordar que el vino no debe competir con el queso, sino acompañarlo.

Aquí van algunas sugerencias para que estos amigos inseparables estimulen nuestro paladar.

Vinos tintos: Queso Blue, Cambembert, Chedar, Edad, Emmental (queso suizo), Fontina, Gouda, mar del Plata, Regianito, Roquefort.

Vinos blancos: Brie, Camembert, chevres, Gruyere, Edad.

Queso duro y de sabor fuerte: Vinos con cuerpo y personalidad.

Queso blando y suave: Vinos frescos, jóvenes y rápidos

Queso de cabra, roquefort y quesos azules: Se acompañan muy bien con Oporto y Jerez dulce o semidulce.

Provolone y Fontina: Cabernet Sauvignon, Malbec

Emmental: Vino tinto robusto, o Chardonnay.

Cheddar: Sauvignon Blanc, o un vino dulce de cosecha tardía (Sauternes)

Parmesano: Chardonnay de buena intensidad o Cabernet Sauvignon.

La mayoría de los quesos y vinos combinan bien, por lo que esta breve explicación es solo una sugerencia. Hay que tener en cuenta que los quesos se nos presentan con gustos muy variados: salados, rancios, suaves, etc. y en ocasiones los taninos de los vinos suelen barrer con el sabor de los quesos. Al final, el gusto y la experiencia del consumidor será lo que triunfe.

domingo, 31 de enero de 2010

¿Cuál es el maridaje ideal?



Dependiendo del vino, su madurez, fortaleza en boca y paladar, los taninos, la acidez y el azúcar, así como también el tipo de queso, el maridaje entre quesos y vinos podría ser más o menos intenso.

Para lograr un maridaje más satisfactorio debe saber utilizar el tipo de vino adecuado.

Un vino para cada queso
Recomendaciones de expertos en la materia encontradas en la web, indican por ejemplo, cuál queso conviene acompañar con determinado vino.

Queso de cabra: Indican que éste haría muy buen maridaje con un vino Chardonay, Sauvignon Blanc, Blanc de Noire o rosado.

Queso de oveja: Este acompañaría perfectamente con un Malbec, Cabernet Sauvignon, Shiraz y genéricos de buen cuerpo y buenos taninos.

Un queso cheddar, holandés o Cheshire: Empareja muy bien con tintos jóvenes de Malbec, Pinot Noir, Merlot y rosado con roble.

Continuando con la lista recomendada precisan que:

El Roquefort: Disfrútelo con tintos de crianza, Cabernet, Shiraz, Malbec, genéricos fuertes, un buen Oporto, Málaga, Jerez dulce o Sauternes.

El tipo gouda: En su categoría de semiduro, cáscara naranja, logra una adecuada unión con un Sauvignon Blanc, Merlot o Malbec joven, Sauternes de crianza, picantes Malbec, y Tempranillo.

Fontina: Específicamente el cáscara marrón, cuando logra su verdadera madurez, establece un excelente maridaje con un Cabernet Sauvignon, Malbec, genérico de estructura, todos de buen cuerpo.

¡Ah!, pero éstos no son todos, continúan con los de textura más blandas.

El Brie: Sobre éste se recomienda el blanco enmohecido, de cáscara blanca comible, el cual se puede acompañar con un Shiraz, Cabernet, Malbec o genéricos de gran cuerpo.

Mozarella o ricotas: Los de aromas agrios, húmedos, y texturas untuosas, acompañan bien con Torrontés riojano o salteños, Viognier, blancos afrutados o rosados afrutados jóvenes. Pero, ojo, los blancos, no secos.

Sancerre: crotin, valency. Los de corteza de mohos grises y blancos estructurados maridan con un Chardonay o Semillón de crianza y rosados.

El Camembert: De corteza blanda y blanca con pelusa de hongo, va con tintos jóvenes, preferiblemente de poca madera, y también Tempranillo, Malbec, Pinot, Merlot, todas las cosechas jóvenes o un rosado fuerte.

En fin, lo cierto es que el maridaje entre vinos y quesos es una excelente opción en la gastronomía, que le ofrece un fantástico placer al paladar.

Para una feliz unión, ciertas pautas
Hay ciertas pautas generales que ayudan a orientar al consumidor sobre una adecuada elección de los vinos y quesos.

Esta orientación traza las reglas para lograr una unión feliz.

Los quesos suaves, como el de Burgos, se pueden complementar con vinos blancos ligeros o los rosados; éstos hacen gala de un intenso color y aroma penetrante. También el italiano, conocido por el nombre de parmesano, hace una interesante relación con los tintos jóvenes, así como con los blancos suaves.

Es importante conocer la variedad con la que está elaborado el queso, para determinar los distintos tipos de vinos con los que se lograría mejor maridaje.

Fuente: clarin.com

lunes, 18 de enero de 2010

El queso y el vino


“El maridaje de queso y vino“

El maridaje del queso con el vino en algunas ocasiones puede complicarnos un poco, ya que algunos quesos son tan fuertes que ni los más potentes vinos tintos llegan a su altura y, a la inversa, otros son tan neutros que hacen resaltar la acidez de los vinos.

El estado mismo del queso en el momento de ser consumido cuenta tanto como su variedad o estilo, unir los quesos y los vinos de una misma región sigue siendo una apuesta segura, aunque hay quienes eligen en función a la materia grasa del queso, así como de la acidez, los taninos o los azucares del vino que lo acompañará.

Como regla muy general cuanto más blanco y fresco sea el queso, tanto más fresco y frutal debe ser el vino. Los queso más fuertes y robustos pueden acompañarse con un buen blanco, como el Chardonnay, o un tinto suave. Cuanto más duro y oscuro sea el queso, tanto más intenso y complejo puede ser el vino. La mayoría de los quesos azules, por otra parte, son estupendos con vinos dulces.

Los vinos tintos perfumados o florales son demasiado predominantes, así como los vinos con demasiados taninos, que suelen contrarrestar la complejidad de sabor del queso. No obstante, si tuviéramos que escoger un vino tinto que pudiera combinar perfectamente con una bandeja de quesos o con una amplia gama de quesos definitivamente elegiríamos un Pinot Noir del nuevo mundo o un Pinot Noir suave de la región de Borgoña, Francia. Sin embargo, los vinos blancos acompañan muy bien a la mayoría de los quesos, ya que estos permiten que tanto el queso como el vino muestren todas sus cualidades, mientras que un tinto difícilmente pueda hacerlo.

A continuación presentamos una relación de diferentes tipos de quesos y vinos que a traves de expertos y degustaciones son considerados como “maridaje perfecto”, sin olvidar que al final de cuentas el mejor maridaje o la mejor combinación entre ambos es el gusto personal (lo que a uno le gusta realmente):

A) QUESOS FRESCOS ( Requesón/Ricota, Mozzarella, Queso de cabra fresco):

“Pruebe los vinos blancos ligeros, ágiles y frescos como el Sauvignon Blanc y Chenin Blanc, también los vinos blancos italianos como el Frascati y el Soave”. Los tintos en este rango son demasiado fuertes, a menos que este tipo de queso forme parte de un platillo condimentado, como una pizza.

B) QUESOS DE CORTEZA BLANDA Y BLANCA ( Camembert, Brie ):

“Este tipo de quesos se acompañan bien con vinos blancos ligeramente dulces o afrutados con acidez equilibrada como un Sauvignon Blanc chileno e incluso con un blanco más complejo, como el Chardonnay. Los Bries más robustos combinan mejor con un tinto afrutado como un Pinot Noir”.

C) QUESOS SEMIBLANDOS ( Edam, Sonoma Jack, Gouda):

“Este tipo de quesos se adapta mejor a un vino blanco vigoroso con cuerpo o a un tinto algo afrutado, cuanto más firmes y de sabor más definido son, más adecuado resulta un Chianti, un Rioja o un Merlot”.

D) QUESOS DUROS (Cheddar, Manchego, Cantal, Gruyere, Parmesano ):

“Como el sabor de estos quesos va desde el suave hasta el extremadamente penetrante, casi cualquier vino puede hacer buena pareja con ellos:

• Suaves: Merlot.
• Medianos: Côtes Du Rhône o Cabernet Sauvignon.
• Fuertes: Cabernet Sauvignon o Shiraz Australiano.
• Extra fuertes: Van bien con el complejo dulzor de vinos fortificados como el Oporto.

E) QUESOS AZULES ( Stilton, Gorgonzola, Roquefort, Danablu, Danés azul ):

“Los quesos azules más suaves requieren un vino blanco afrutado como el Chenin Blanc o un vino Rosado, mientras que los más fuertes son más adecuados con los tinto robustos e intensos como los del Valle del Ródano o un Shiraz Australiano.La clásica unión es la del queso Roquefort con el Sauternes, que suaviza el intenso y salado gusto del queso y a su vez acentúa el dulzor de la leche de oveja”.

miércoles, 24 de junio de 2009

Vinos y quesos




Provolone: Se considera que por contener pasta semidura, un porcentaje alto en grasa y un sabor fuerte se necesita para equilibrar esa potencia un vino rico en taninos y estructurado que llene la boca, como un Cabernet Sauvignon o un Malbec.
Fontina: El fontina es un queso con un porcentaje de grasa que no debe ser inferior al 45 por ciento, combina adecuadamente con vinos gustosos, de cuerpo robusto, tánicos y complejos, como un Cabernet Sauvignon, Malbec o un genérico estructurado para que limpien las papilas gustativas de la grasa sabrosa del queso.
Emmental (o queso suizo): Lo ideal para un queso de alto contenido graso y de pasta compacta es combinarlo con un tinto robusto, carnoso y armónico, o con un Chardonnay fermentado en barrica de roble de aromas avainillados y sabores complejos.
Roquefort: Por su materia grasa, este queso encuentra una hermandad ideal en un tinto genérico o en un varietal con buena astringencia, de modo que el vino permita limpiar la cavidad bucal. Pero otra alternativa muy interesante puede resultar un blanco de cosecha tardía, un Sauternes o un Tokay, donde ambos sabores tan distintos coinciden plenamente porque cada uno mantiene su identidad. Finalmente, un Oporto de aromas intensos y sabor untuoso puede resultar un buen compañero de un maduro Roquefort.
Cheddar : Un Cheddar joven y suave puede combinarse con un Sauvignon Blanc de buena acidez y aromas herbáceos como la ruda, el pasto cortado o los espárragos. Con un maduro Cheddar de consistencia firme y sabor intenso, lo ideal es inclinarse hacia un vino dulce de cosecha tardía, un Sauternes o un Tokay Aszú.
Parmesano: Cuando se usa el Parmesano para acompañar un plato principal hay que tener en cuenta que es un queso aromáticamente intenso y de sabor picante. Si el vino pensado es blanco, lo ideal es inclinarse por un Chardonnay de buena intensidad de aromas y sabores, y si se opta por un vino tinto, es preferible optar por uno que contenga una alta concentración de taninos. Si se degusta sólo para que mantenga su identidad, la opción ideal es un Sauternes, un Tokay húngaro, o un blanco de cosecha tardía. Si estos vinos no son de su gusto, un Cabernet Sauvignon de buena estructura es una alternativa válida.

Cascada Inacayal - Villa La Angostura - Patagonia Argentina