sábado, 15 de agosto de 2009

El té y las mujeres


No es la primera vez que aparecen aquí menciones al poeta en prosa Peter Altenberg. Y probablemente tampoco será la última, considerando mi debilidad por esas estampas fugaces, optimistas pero decadentes. Se trata esta vez de una de sus viñetas (supongo que inédita en español) en que compara las virtudes del té con las mujeres, aunque con una fatal misoginia crepuscular. El texto se llama, simplemente, “Tomo té”: “Son casi las seis de la tarde. Siento que esa hora se acerca. No de manera tan intensa como los chicos sienten que se acerca la Nochebuena. Pero sí, lo siento. A las seis en punto, tomo té, placer solemne sin decepciones para este ser abrumado.”Uno está seguro de que tiene en su poder la más serena felicidad. Se trata de algo completamente independiente del destino. Ya me hace feliz poner el agua de manantial en mi hermosa y grande pava de níquel. Después espero el hervor, el canto del agua. Tengo un cuenco enorme, semiesférico y profundo, de color ladrillo. El té es del Café Central, con perfume a pasto de los Alpes, a flores de col y a gramas asoleadas.


El té es de un dorado amarillento, un amarillo como de césped seco, nunca pardo, ligero y reparador. Fumo además un cigarrillo “Chelmis, Hyksos”. Bebo lenta, muy lentamente. El té es un íntimo y estimulante bálsamo para los nervios. Hace que las cosas corran con más facilidad. Se intuye que las mujeres deberían producir ese efecto. Pero ellas no lo hacen nunca. No tienen la cultura de la pacífica mansedumbre para actuar como un noble y caliente té dorado. Creen que pierden entonces su poder. Pero mi té de las seis de la tarde no pierde nunca su poder sobre mí. Lo espero diariamente con idéntica avidez, y celebro una boda cariñosa entre él y mi organismo.

Fuente: lanacion.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario


Cascada Inacayal - Villa La Angostura - Patagonia Argentina