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viernes, 16 de mayo de 2014

La mejor forma de cocinar pastas si buscas perder peso

Es frecuente pensar que en una dieta para adelgazar se deben eliminar las pastas de la mesa. Sin embargo, ya hemos mostrado que este alimento puede ofrecer muchos beneficios y que no debemos dejar de incluirlo en la dieta habitual. Sin embargo, podemos modificar el modo en que lo consumimos. Para ello, te mostramos la mejor forma de cocinar pastas si buscas perder peso.

Las ventajas de incluir pastas en la dieta para adelgazar


Las pastas no sólo no poseen grasas sino que además, son un alimento de baja densidad calórica, es decir, que la relación entre volumen y calorías que ofrecen es apropiada para un plan que busca "desconcentrar" la energía de los platos.


Por otro lado, las pastas son fuente de vitaminas del complejo B que ayudan al funcionamiento cerebral y neuromuscular y también, tienen la capacidad de favorecer la producción de serotonina en el cuerpo, hormona que nos relaja y nos brinda sensación de placer, por lo que son necesarias si queremos sentirnos bien mientras cumplimos nuestro plan para perder peso.


No podemos olvidar el hecho de que las pastas son un alimento muy versátil y popular en nuestra cocina, por lo que si queremos volver más aceptable nuestra dieta y permitirnos comer en sociedad sin obstaculizar la pérdida de peso, es muy provechoso su inclusión en nuestra mesa.


Cómo cocinar pastas si buscas perder peso


Si tu objetivo es perder peso no debes dejar de incluir pastas en la dieta, sin embargo, puede ser muy favorable introducir algunos cambios a la forma en que consumimos este alimento.


Para que puedas disfrutar de las pastas sin interrumpir la pérdida de peso, te recomendamos, además de moderar la cantidad consumida, poner en marcha los siguientes consejos en la cocina:

  • Cocinarla "al dente", es decir, retirarla del agua antes de que cumpla su tiempo de cocción, de manera que ofrezca resistencia al morderla y que además de exigirnos más tiempo de masticación, demande más tiempo para digerirse, lo cual implica un menor índice glucémico, más saciedad y energía por más tiempo.
  • Combinarla con proteínas magras, de manera de reducir su índica glucémico y ampliar su capacidad para saciar el organismo. Contra todo mito, combinar una pasta con ternera magra, pechuga de pollo, huevo, o queso bajo en grasas puede ser de mucha ayuda para calmar el apetito sanamente.
  • Escoger su versión integral, sea cual sea su forma, pues lo mejor es obtener más fibra, más dureza y más tiempo de digestión pasándonos a las pastas integrales o en su defecto, con fibra añadida.
  • Combinarla con vegetales varios, de manera de sumar fibra y reducir el índice glucémico pero además, agregar buenos nutrientes y mucho volumen sin demasiadas calorías extra.
  • Elaborarla en el almuerzo, pues las pastas son recomendables en las primeras horas del día, mientras que por la noche, sus calorías no llegan a ser consumidas y hay más probabilidades de que sus restos se acumulen como grasas en el cuerpo.


Con estos consejos podrás lograr la mejor forma de cocinar pastas si buscas perder peso. Y para brindar una ayuda extra, os dejamos algunas recetas de pastas, ideales para quienes buscan disfrutar de un buen plato sin entorpecer su adelgazamiento:


Recuerda que no debes eliminar los hidratos de tu dieta para adelgazar, sino que puedes disfrutar de buenos platos a base de pasta sin dejar de perder peso.



Fuente: directoalpaladar.com

jueves, 15 de julio de 2010

La pasta, un alimento básico de la dieta mediterránea

Origen e historia:

El origen de la pasta es discutible y lleno de vacíos históricos que nos impiden ubicar su origen de una forma exacta. Existe la leyenda de que la pasta fue introducida en Italia por Marco Polo en algunos de sus numerosos viajes a Oriente.

En realidad, podemos imaginar que el origen de la pasta pudo ser simultáneo en distintos lugares y civilizaciones, si tenemos en cuenta su elaboración, basada en triturar granos y mezclarlos en agua, cociéndolos posteriormente y obteniendo así una pasta comestible.

Lo que si está claro es la perfecta combinación entra la pasta y la salsa de tomate. Su origen tuvo lugar en el siglo XVIII en el sur de Italia, tal y como reflejan diferentes escritos de la época. Esta unión, de pastas y salsas de tomate, fue un paso que convirtió a la pasta en una comida italiana conocida internacionalmente.

Las pastas son los productos obtenidos pro desecación de una masa no fermentada, elaborada por sémolas, semolinas o harinas procedentes de trigo duro, semiduro o blando y mezcladas con agua. Son muy conocidos los fideos, macarrones, espaguetis, así como las pastas de los raviolis, canelones o lasagna.

A diferencia del pan, la harina para elaborar pasta de calidad superior proviene del trigo duro; una variedad típica del área mediterránea. Para obtener esta harina sólo se emplea una parte del grano del cereal, el endospermo, rico en almidón y gluten, lo que le confiere una mayor capacidad de moldeado. Por otro lado, estas harinas son pobres en vitaminas del grupo B, las cuales se localizan en la cubierta del cereal; parte del grano que no se utilizan en este caso.

Composición de la pasta

Los ingredientes obligatorios para elaborar pasta son el agua y la sémola de trigo duro que contiene más gluten que el trigo común o blando. En caso de usar trigo blando para la elaboración de la pasta, es necesario añadir más huevo a la masa. Entre los ingredientes opcionales están:

- Huevo, aporta consistencia a la pasta y la hace más nutritiva.
- Verduras, se trituran en forma de pasta o puré y se añaden a la masa para colorearla. Enriquecen el producto en vitaminas y minerales. Las más empleadas son las espinacas, la zanahoria, las alcachofas, la achicoria y el tomate.
- Suplementos proteínicos, como la harina de soja, leche desnatada en polvo o gluten de trigo. Las pastas que los contienen se denominan fortificadas.
- Suplementos de vitaminas y minerales. Las pastas que los contienen se llaman enriquecidas y estos suplementos pueden ser preparados especiales (hierro, vitaminas del grupo B) o complementos naturales (levadura de cerveza, germen de trigo...).

Elaboración de la pasta

Aunque en muchos lugares de Italia la pasta se sigue elaborando en su forma artesanal, el procedimiento habitual es el industrial, que consta de las siguientes fases:

- Obtención de la sémola. Después de poner el trigo duro a remojo para eliminar más fácilmente el salvado, se tritura de forma grosera para obtener unas partículas de cierto volumen. Dichas partículas son las ideales para elaborar pasta.
- Preparación de la masa. Aunque el ingrediente principal es la sémola, se le suele añadir algo de harina. La masa no debe fermentar. Para evitar que se formen burbujas de aire que debilitan la pasta, la masa se somete al vacío con una máquina apropiada.
- Extrusión de la masa. Consiste en hacerla pasar a presión por unos moldes que le dan su forma típica.
- Secado y endurecimiento. La pasta fresca es la que se comercializa sin secar, aunque tiene el inconveniente de su menor tiempo de conservación.

Tipos de pasta

Existen distintos tipos de pastas en función de la materia prima utilizada en su elaboración, o bien por la adición a ésta de otros componentes o de sus formas y tamaños.

Italia, y en concreto Nápoles, parece ser la cuna de la pasta, desde donde se ha extendido su consumo a todo el mundo, a pesar de que el origen de este alimento es incierto.

En el país trasalpino se elaboran más de 300 tipos de pasta, que se pueden agrupar en 5 tipos: seca, enriquecida o fortificada (se aumenta su riqueza nutritiva al añadir a la masa huevo, harina de soja, levadura de cerveza, etc.), fresca (su textura es blanda, se conserva sólo durante unos días y requiere menos tiempo de cocción), integral (más rica en fibra, vitaminas y minerales) y rellena (masa que lleva incorporados diversos rellenos de queso, carne o verduras, etc.).

Pastas de todas las formas

Pastas largas

Las pastas se pueden agrupar en largas o cortas. Las formas largas, pueden ser frescas o secas y se elaboran con harina y agua. Con excepción de los fusilli, que combinan mejor con salsas a base de aceite de oliva y tomate que con salsas que tengan trozos de verdura o de carne. Una buena guía para tener en cuenta es si los ingredientes de la salsa se adhieren a la pasta larga cuando esta se enrolla en el tenedor.

Cabello de ángel (Capelli d´angelo). Es una pasta buena para caldos o, si está hecha en casa con huevo, sirve para elaborar un delicioso postre llamado Torta Ricciolina. El pastel pretende parecerse a fideos con salsa boloñesa de carne. Es una mezcla a base de almendras cubiertas de cacao que representan la carne. Nunca se ha de servir con salsa.
Espaguetis. Pueden ser delgados (spaghettini), con forma delicada que los convierte en la pasta ideal para salsas livianas y picantes. El espagueti es probablemente la pasta más conocida. Su firme textura los convierte en el vehículo perfecto para una amplia variedad de salsas.
Linguine. Su nombre significa "lenguas" y su forma plana y resbaladiza es mucho más popular fuera que dentro de Italia, donde se consumen en algunas regiones del sur del país.
Bucatini. También llamados perciatelli. Son espaguetis con agujero (como pajitas para beber) y combinan muy bien con las salsas contundentes que se encuentran en el sur y centro de Italia. Los bucatoni son un poco más gruesos que los bucatini.
Fusilli lunghi. Estos son "resortes largos", como los cables del teléfono. Resultan deliciosos junto con salsas con trozos de carne o verdura, que se adhieren bien a las curvaturas de la pasta.

Fettucce (cintas de pasta)

Este es el tipo más popular de pastas caseras al huevo. Son mejores cuando se las amasa a mano, pues se obtiene una pasta delicada y de textura porosa, que absorbe y atrae como ninguna otra a salsas a base de mantequilla y de crema. Las pastas al huevo amasadas a máquina también son buenas, aunque no pueden igualar a las amasadas a mano. Si tiene que usar pastas al huevo compradas, adquiera sólo la versión seca. Las pastas al huevo llamadas "frescas" son, en general, de baja calidad.
Tagliatelle. Boloña es la tierra de las tagliatelle, y los boloñeses han llegado a fabricar en oro la perfecta tagliatella para mostrarla en la Cámara de Comercio. Su combinación más clásica es con la salsa de carne llamada boloñesa. Suele medir unos 8 mm de ancho.
Pappardelle. En Boloña también se las llama larghissime, lo que significa muy anchas. Son las cintas más anchas (2 cm de anchura) y pueden cortarse con el borde liso o aserrado.
Tonnarelli. Esta pasta, cuya forma se parece a los espaguetis cuadrados, es originaria de los Abruzzos donde se la llama maccheroni alla chitara. Chitara es una guitarra, y la pasta recibió ese nombre porque se hacía presionando con un palo de amasar una gruesa capa de masa para que atravesara una herramienta con cuerdas de alambre semejante a una guitarra.
Fettuccine. También llamadas trenette, son probablemente la pasta de cinta más conocida. Son más angostas que las tagliatelle y se adaptan mejor a las delicadas salsas a base de crema. Suelen medir unos 5 mm de ancho.
Tagliolini. Esta es una de las cintas más estrechas. En ocasiones se sirve con salsa pero lo más común es con caldo.
Paglia e fieno. La combinación de fettuccine verdes (de espinacas) y amarillas (solo de huevo) cocinadas y servidas juntas se llama pagliea e fieno o "paja y heno".

Tubos

Las pastas tubulares son firmes, muy sabrosas y versátiles, por lo que van bien con una gran variedad de salsas. Las cavidades, especialmente en los tubos más grandes son ideales para atrapar apetitosas porciones de salsa. Hay tubos de muchos tamaños. Algunos son grandes, como los gigantoni que no se aconseja mezclar con salsa sino cocinarlos al horno.
Plumas. Estas son tal vez las pastas tubulares de mayor empleo. Su nombre se debe a que sus extremos terminan con la forma de una pluma de escribir. Se las encuentra lisas o acanaladas y en una gran variedad de tamaños.
Garganelli. Es el único tubo que se hace tradicionalmente a mano a partir de una masa al huevo.
Elicoidali. El nombre significa "helicoidales" y son tubos de puntas derechas con canales que se curvan alrededor de los tubos.
Cavatappi (sacacorchos). Se parecen a una sección alargada de los fusilli largos. Son muy originales pues sus formas retorcidas se envuelven de maravilla en las salsas.
Maccheroni (macarrones). Este nombre era sinónimo de pasta cuando hizo su aparición en las cortes aristocráticas del sur de Italia. Ahora, macarrón, es un término general que puede aplicarse a una gran cantidad de pastas tubulares. Los boccolotti y los chifferi (coditos) son los más usados en sopas o salteados con mantequilla y queso para los niños pequeños.
Rigatoni. Estos tubos grandes, muy sabrosos y tiernos, son una forma clásica y muy popular en Italia. Son excelentes con salsas con carne o simplemente mezclados con mantequilla, queso parmesano y un poco de crema de leche.
Millerighe. El nombre significa "mil líneas" debido a los muchos canales que hay en su superficie. Son similares a los rigatoni excepto por el hecho de que son rectos y ligeramente curvos como los anteriores.
Gigantoni o gigantes. Son demasiado grandes para comer mezclados con salsa, pero se adaptan bien para platos al horno.

Formas especiales

Los fabricantes de pastas italianos han creado una inmensa variedad de formas especiales. Todo el tiempo se inventan formas nuevas, pero las tradicionales tienden a predominar. No hay ninguna, sin embargo, cuyo único propósito sea complacer la vista: cada forma produce una sensación particular en el paladar y se adapta mejor a un tipo determinado de salsa. Muchas de las formas especiales son ideales para salsas con trozos de verdura o carne porque permiten que estos se adhieran a sus numerosos pliegues y cavidades.
Conchas (conghiglie). Estas conchas son de diversos tamaños. Las más pequeñas se usan en general en sopas, las de tamaño intermedio con salsas y las grandes, se rellenan, si bien es poco habitual, ya que la cantidad de relleno que requieren ahoga a la pasta.
Farfalle. El nombre significa "moñitos" o "mariposas".
Gnocchi. Los verdaderos gnocchi son bollos de masa de patata hervidos.
Lumache. Su nombre se traduce como "caracoles", en alusión a sus formas curvas como las de un caracol.
Orecchiette. Una especialidad de Apulia, en el sudeste de Italia. El nombre significa "pequeñas orejas". Tradicionalmente se hacen a mano a partir de una masa de trigo duro sin huevo que se presiona con el pulgar sobre la palma de la mano.
Radiatori (radiadores). Se llaman así por su similitud a los pequeños aparatos de calefacción.

Pasta para sopas

Las formas pequeñas se llaman colectivamente pastina o "pasta pequeña". Se reservan para caldo casero de carne o pescado y son un plato de fácil digestión y muy reconfortante. Las formas parecen granos de arroz, semillas de melón, granos de trigo, estrellas y se han creado otras variantes para divertir a los niños y para lucir atractivas, más que para lograr diferencias de sabor y textura.

Pasta rellena

Las pastas rellenas caseras y las pastas que se hornean, son algunos de los platos más elegantes y deliciosos. Es importante que la cantidad y el tipo de relleno se complemente con la forma de la pasta.
Tortelloni. Son pastas cuadradas rellenas, por lo general, con acelga o espinaca y queso ricotta y se sirven con mantequilla y grandes cantidades de queso parmesano, o con salsa de mantequilla y tomate.
Tortellini. Son una especialidad de Boloña y se sirven con caldo la noche en que se despide el año, con una salsa de crema de leche.
Canelones. Son planchas rectangulares de pasta que se untan con una fina capa de rellenos muy variados. Luego se enrollan para que adquieran la forma de un rollo y se cocinan al horno.
Lasagna. Son grandes planchas de pasta que se usan para preparar un plato que lleva su mismo nombre. Las planchas de pasta se colocan a modo de emparedado con delgadas capas de relleno de carne, marisco o verduras entremedio, y que posteriormente se hornean.

Pastas de color

Las pastas de diversos colores y sabores se están volviendo cada vez más populares en todo el mundo, donde entran en conflicto con la filosofía de la cocina italiana cuya principal preocupación es el gusto y no la apariencia de la comida. El color no siempre tiene interés gastronómico a menos que contribuya a lograr un sabor deseado. Sólo las pastas de espinacas y de tomate lo consiguen.
Pasta común. Las pastas comunes al huevo varían desde el color pálido al dorado, según la cantidad de yemas que se usen. Las pastas de agua y harina tienen un cálido matiz amarillo, de acuerdo con la calidad de la harina.
De tomate. Las pastas rojas se hacen tradicionalmente con polvo de tomate desecado, pero como a nivel comercial no se encuentran con facilidad. Un buen sustituto es el puré de tomate concentrado.
De espinacas. Las pastas verdes pueden hacerse con espinaca fresca o congelada, cocida y picada bien fina, que se agrega a los huevos antes de mezclarlos con la harina.
Otras: Los fabricantes inventan pastas de colores y sabores diversos; desde azafrán, remolacha, albahaca, champiñón..., hasta pastas de color negro por la tinta de calamar utilizada en la mezcla.

Valor nutritivo:

La composición, y por tanto, el valor nutritivo de la pasta va a depender de la composición de la harina de partida, o lo que es lo mismo, de su grado de extracción. Así, a mayor porcentaje de extracción, mayor contenido en fibra, vitaminas y minerales.
Si las pastas son rellenas o enriquecidas, el valor nutritivo se incrementa en función del alimento o nutriente que se adicione (huevos, leche, vitaminas, etc.).
Los hidratos de carbono (almidón) son los nutrientes más abundantes. La proteína más importante de la pasta es el gluten que le confiere su elasticidad típica. El contenido medio se sitúa entre el 12 y el 13% por lo que se puede considerar como una fuente adecuada de proteína, aunque ésta es deficiente en lisina, un aminoácido esencial. No obstante, teniendo en cuenta el concepto de complementación proteica, esta proteína puede combinarse con otras de distinto origen (legumbres, frutos secos, leche, carne...) y dar lugar a una mezcla con un perfil de aminoácidos adecuado; es decir, a proteínas de gran calidad, para un óptimo aprovechamiento metabólico por parte de nuestro organismo.
La baja cantidad de grasa que contiene la pasta es una ventaja, dadas las recomendaciones actuales de disminución del consumo de este nutriente. No obstante, cuando se hace referencia a este nutriente hay que tener en cuenta la elaboración del plato. Por ejemplo, unos espaguetis elaborados de la forma más sencilla y acompañados de salsa de tomate, apenas contienen grasa, mientras que si a esos espaguetis se les añade carne, queso, etc., el contenido graso se dispara a expensas de los ingredientes añadidos. El aporte de minerales y de vitaminas es escaso, y va a depender del grado de extracción de la harina de partida y de si ésta está enriquecida o no.

Tabla de composición nutritiva (por 100 gramos de porción comestible, en crudo):


Energía (Kcal)
Hidratos de carbono (g)
Proteínas (g)
Grasas (g)
Fibra (g)
Fósforo (mg)
Potasio (mg)
Vit. B1 (mg)
Vit. B2 (mg)
Vit. B3
(mg)
Pasta blanca
342
74
12
1,8
2,9
190
250
0,22
0,03
5,6
Pastas al huevo
362
70
12,3
2,8
3,4
191
164
0,17
0,07
1,9

Ventajas e inconvenientes de su consumo:

Las pastas deben tener al menos una presencia semanal en al dieta, alternando con otros platos como legumbres y arroz. La recomendación de consumo es de entre uno y tres días a la semana, en sopas o como plato principal (a condición de no enriquecerlas demasiado con grasas ya que doblarán su valor energético) o como guarnición de un segundo plato. Por su elevado contenido en almidón, las pastas son alimentos de alto valor energético. Esta característica hace que este alimento sea recomendable en la dieta habitual de cualquier persona, y especialmente de quienes necesitan un mayor aporte energético, como ocurre en la niñez, la adolescencia y en personas con profesiones de gran actividad o desgaste físico. Asimismo, en determinadas enfermedades y en situaciones de convalecencia, hace falta aumentar el aporte energético y las pastas son un buen alimento para conseguirlo.
Cuando la pasta se ha elaborado con harinas de bajo grado de extracción y por tanto, tenga poca fibra, se puede recomendar especialmente para quienes lleven una dieta baja en residuos, tras un proceso diarreico o de gastroenteritis.
La pasta contiene gluten, por lo que su consumo está totalmente contraindicado para quienes sufren de celiaquía o intolerancia al gluten, salvo aquellas variedades elaboradas expresamente sin gluten. Asimismo, se ha de vigilar la composición de las pastas alimenticias, pues aquellas que llevan huevo entre sus ingredientes no las pueden consumir quienes tienen alergia a este alimento.

En la cocina:

La cocción de la pasta es un detalle al que a veces no se le presta la atención necesaria. Para conseguir un plato de pasta "al dente", tal y como recomiendan los expertos en cocina, es necesario seguir una sencillas normas a la hora de elaborar la pasta. Se cuece la pasta en agua hirviendo (un litro de agua por cada 100 gramos de alimento). Al agua de cocción, se le añade un chorro de aceite de oliva y cuando rompa a hervir, un puñito de sal. Cuando alcanza el punto de ebullición, se añada la pasta y se remueve de vez en cuando para que no se apelmace. La pasta está "al dente" cuando está cocida en el exterior, pero en el interior queda un pequeño hilo de pasta cruda. En ese momento, se saca del fuego y se escurre. Si se va a consumir en el momento no es preciso refrescar la pasta; pero si no se consume al instante, se ha de pasar por agua fría, se escurre y se unta con un poco de aceite de oliva para que no se apelmace.

Criterios de calidad en la compra y en la conservación:

La pasta, al ser un producto seco, no necesita de unas condiciones estrictas de conservación para mantenerse en buen estado durante meses. Basta con guardarlas en un recipiente cerrado y protegido de la humedad para evitar que crezcan ciertos mohos que alteren su vida útil. Existen en el mercado "pastas frescas", productos que no se han desecado y que contienen un alto porcentaje de agua. Éstas se han de conservar en refrigeración durante pocos días. Y la última novedad son las pastas congeladas, generalmente como un ingrediente más de un plato precocinado a base de pasta con verduras u otros alimentos. Para conservar estos productos es conveniente adquirirlos en el momento justo antes de ir a casa y meterlos en el congelador con el fin de que no se rompa la cadena de frío y no se altere su calidad nutritiva, gastronómica y sanitaria.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Pasta de langostinos


Ingredientes:

250 grs. de Langostinos cocidos y pelados
6 Cucharadas de aceite de oliva
½ Cucharada de albahaca muy picada
Una pizca de Pimienta
½ Limón, su jugo
¼ Cucharadita de cilantro o comino

Preparación:
Moler los langostinos añadiendo el aceite de oliva poco a poco y así formar una pasta consistente.
Sazonar con pimienta, albahaca y limón.
Cuando la pasta esté bien lisa, agregue el cilantro o comino y pruebe.
Esta pasta se coloca en un recipiente bien tapado en la heladera, con cuidado de consurmirla antes de los dos días y es una excelente colaboradora para realizar canapés y tostaditas. Usarla bien fría.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Secretos para las pastas



1- Cuando cocinemos una pasta que no vamos a utilizar en el momento es importante que cortemos la cocción para que no se pase de punto. ¿Cómo hacerlo? Cuando falte 1 minuto para que esté al dente, la retiramos, la colamos y la sumergimos en agua helada con unos hielos. Luego de enfriarse, la escurrimos y la conservamos con 2 o 3 cucharadas de aceite para que no se pegue. Después, la calentamos en agua hirviendo o en una salsa.
2- Un exquisito relleno para pastas: cocinar un pollo en el horno hasta que esté dorado. Retirarlo, dejarlo enfriar, quitarle la piel y desmenuzar su carne en trozos pequeños. Rehogar 4 cebollas picadas, 1 morrón colorado en cubitos, 1 puerro y 1 cebolla de verdeo, cortados finamente. Cuando las verduras estén tiernas agregarlas al pollo. Condimentar con perejil picado, 2 huevos, 1 pote de queso crema, sal y pimienta. Es muy importante que el relleno esté frío en el momento de realizar la pasta (ravioles, cappelletti, sorrentinos...).

jueves, 15 de enero de 2009

Alto rendimiento


Estudios recientes revelaron que después de realizar actividad física intensa, el consumo de cafeína produce un incremento del 66% en la recuperación muscular.

Un estudio realizado en Austria determinó que la forma más rápida de recuperarse después de haber hecho ejercicio físico es tomar cinco o seis tazas de café, y mucho mejor si se combina con un buen plato de pastas.
El glucógeno, un compuesto abundante en el hígado y los músculos, es la principal reserva de energía del organismo. Tras realizar una rutina exhaustiva de ejercicio los músculos agotan esa reserva. Según el estudio publicado en Journal of Applied Physiology, los atletas que ingieren carbohidratos con cafeína tienen 66% más glucógeno en sus músculos cuatro horas después de una rutina intensa de ejercicio que los que ingieren solamente carbohidratos.
El estudio se realizó con siete ciclistas de alto rendimiento durante cuatro sesiones, a los que se les pidió que pedalearan en una bicicleta fija hasta el cansancio. A continuación, se alimentaron con una comida baja en carbohidratos. Al día siguiente los deportistas fueron sometidos a la misma actividad. Luego, algunos tomaron una bebida que sólo tenía carbohidratos y el resto una con carbohidratos y cafeína. Los investigadores descubrieron que una hora después del ejercicio, los niveles de glucógeno muscular se habían recuperado al mismo nivel en ambos grupos de atletas. Pero cuatro horas después de la actividad física, el grupo que había tomado la bebida con cafeína mostró un nivel de glucógeno 66% más alto que los que consumieron sólo carbohidratos. No obstante, y a pesar de los resultados, los especialistas advirtieron que las altas dosis de esta sustancia pueden tener efectos negativos.


Cascada Inacayal - Villa La Angostura - Patagonia Argentina