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jueves, 29 de mayo de 2014

La mesa contra la hipertensión

Entre el 25 y 30% de la población sufre de hipertensión, y algunos no lo saben. Es uno de los principales factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. Una dieta adecuada, con baja sal, un peso saludable y el ejercicio físico ayudan a mantener la presión a raya. 

La Dra. María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica, describe a la hipertensión como el aumento de la presión de la sangre sobre las paredes de las arterias, tanto por el aumento del volumen sanguíneo como por contracción de las arterias.

–¿Cuál es el problema con la sal?
–En una persona joven y sana, la sal es perfectamente metabolizada. El problema surge cuando por estrés, malos hábitos alimentarios, sedentarismo e insomnio se produce alteraciones hormonales que generan un mal metabolismo de la sal. En la mayoría de los casos de hipertensión encontramos sobrepeso por la acción de la insulina elevada, que tiene, además, un efecto dañino en el riñón y produce acumulación de sodio.
–¿Cómo debería ser la dieta del hipertenso?
–Debe conducir a la normalización de la insulina y el cortisol. Hay que eliminar los hidratos (papa, azúcar, harina blanca, arroz blanco, etc.) e incorporar verduras de hoja crudas, frutos secos y hortalizas. 

Si desayunáramos sin tostadas tendríamos resultados positivos. Hay que comer una manzana con dos cucharadas de sésamo, lino y chía, 6 nueces, 50 gramos de queso, un huevo poché, un yogur y una infusión, idealmente té verde. Si se almuerza en la calle, buscar sitios vegetarianos donde comer verduras frescas, huevos y platos con legumbres. Las carnes deben ser magras y conviene incorporar pescados y mariscos. Se puede comer 4 frutas frescas por día.

Las semillas enteras (chía, sésamo, lino), frutas con cáscara y verduras crudas aportan una dosis importante de fibras que ayudan a bajar de peso y a controlar la presión.

OMELETTE
Lo que lleva
cebolla picada. 1
zanahorias ralladas. 2
cebolla de verdeo picada. 2 cdas
aceite en aerosol huevos. 2
cloruro de potasio (cosal-salt), pimienta y nuez moscada. a gusto
Cómo se hace
Rociar una sartén antiadherente con rocío vegetal y rehogar los vegetales. Batir los huevos con cosal- salt, pimienta y nuez moscada Rociar otra sartén antiadherente y cocinar los huevos lentamente Antes de que la omelette esté a punto, distribuir los vegetales Doblar al medio y cocinar unos minutos más. Servir con ensalada.

SALMÓN CON ENSALADA
Cómo se hace
* Machacar un diente de ajo junto con perejil y la ralladura de 1 limón. Sumar el jugo del limón. Condimentar con cosal- salt y mezclar bien.
* Esparcir esta mezcla sobre 2 rodajas de salmón. Llevarlo a la heladera 20 minutos. Escurrirlo de la marinada. Calentar una plancha, pincelarla con aceite y cocinar el salmón, unos minutos de cada lado.
* La ensalada. Trozar 4 ramas de apio y cortar 1 manzana verde en rodajas, ponerlos en un bol, agregar 10 nueces y 1 cucharada de queso untable descremado. Condimentar con cloruro de potasio, pimienta, cúrcuma y perejil. Servir con al salmón.

Dato: María Alejandra Rodríguez Zía www.medicina-biomolecular.com

Fuente: entremujeres.clarin.com

viernes, 16 de mayo de 2014

Hipertensión: por qué amenaza seriamente al corazón y al cerebro

En el país hay más de 7 millones de hipertensos, pero más de la mitad lo desconoce. La enfermedad afecta a las arterias de todo el cuerpo y mulitplica el riesgo de infarto de miocardio y de ataque cerebrovascular: de hecho, 9 de cada 10 argentinos que sufrieron un ACV tenían presión alta persistente. Además, compromete la salud renal y la visión. Es importante diagnosticarla y tratarla antes de que los daños que genera atenten contra la vida.


  • por  Georgina Elustondo
Por repetida, desconocida. Desatendida, subestimada, riesgosa. En Argentina, la hipertensión arterial afecta a alrededor de un tercio de los adultos y, aunque multiplica el riesgo de accidente cerebrovascular (ACV) y de infarto de miocardio, más de la mitad de los enfermos desconoce que sufre el problema y sólo uno de cada cuatro, lo trata.

El incremento de personas hipertensas preocupa en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad se cobra más de 7 millones de vidas anuales en todo el mundo y afecta a personas cada vez más jóvenes. En nuestro país, según datos de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), está presente en más de 1 de cada 10 adultos jóvenes (de hasta 45 años) y su prevalencia trepa al 50% en los mayores de 65 años. "Hasta los 50 años es hasta cuatro veces más frecuente en los varones, pero las estadísticas se igualan en ambos sexos cuando la mujer termina su edad fértil", explica a Entremujeres el doctor Jorge Lerman, presidente de la FCA.

"La mujer se preocupa habitualmente por realizar la consulta al ginecólogo, por su temor al cáncer ginecológico. Sin embargo, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en la mujer", advierte la doctora Judith M. Zilberman, del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). El riesgo se incrementa notablemente a partir de la postmenopausia.

Preocuparse y ocuparse de esta afección que, por habitual, se subestima, es crucial. La hipertensión no suele presentar síntomas hasta que el daño en las arterias y otros órganos pone la salud (y la vida) del paciente en zona de riesgo. Por eso, los expertos subrayan que el monitoreo de la presión arterial a través de chequeos clínicos periódicos es clave, ya que el control de la enfermedad desmorona un 40% el riesgo de accidentes cardiovasculares y reduce un 20% la probabilidad de un infarto, según estadísticas del ICBA.

Vale el alerta. Las huellas que la hipertensión imprime en el cuerpo son graves. Puede enfermar las arterias del cerebro; puede obstruir las arterias coronarias, causando ataque al corazón o infarto de miocardio; puede derivar en una insuficiencia cardiaca (a partir del agrandamiento del corazón); puede afectar las arterias del fondo de ojo, perturbando seriamente la visión; puede deteriorar el funcionamiento de los riñones hasta producir insuficiencia renal; puede ocluir las arterias de los miembros inferiores con dolores que dificulten la marcha... El doctor Lerman enumera todos estos riesgos y subraya: "Es importante comprender que cualquiera de estas situaciones puede desencadenar la muerte".

Hipertensión y cerebro

Por falta de campañas de educación para la salud, la sociedad no suele dimensionar los alcances y riesgos de la hipertensión. Desconoce, por ejemplo, que la relación entre presión alta y ACV es, por lo menos, estrecha: "La presión alta es el factor de riesgo más frecuente para dos de las más devastadoras epidemias neurológicas de nuestro siglo: el ACV y la demencia", dice a Entremujeres el doctor Luciano Sposato, director del Departamento de Neurología del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y director del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, y sorprende con un dato: "9 de cada 10 argentinos que han sufrido un ACV son hipertensos. El problema es que más del 70% de estos pacientes no sabían que lo eran o no tenía un tratamiento adecuado", dice.

En general, explica Sposato, "la gente le teme al pico de presión porque piensa que puede causarle un ACV. Sin embargo, el verdadero efecto negativo de la hipertensión se produce cuando la presión arterial está elevada en forma crónica. Es decir, el daño que produce la hipertensión sobre el cerebro y de otros órganos ocurre porque el chorro de sangre que corre por las arterias impulsado desde el corazón orada o desgasta las paredes arteriales, haciéndolas más susceptibles a romperse o a formar ateromas (placas de colesterol y otros constituyentes de la sangre). Si la arteria cerebral se rompe, se produce un ACV hemorrágico o hemorragia cerebral; si se tapa por un ateroma, se produce un ACV isquémico o infarto cerebral", precisa el especialista.

La hipertensión también puede aumentar el riesgo de sufrir un ACV, indirectamente, a través de otro mecanismo. "Al mantenerse elevada en forma crónica puede predisponer al corazón a desarrollar una arritmia cardíaca llamada fibrilación auricular. La misma suele producir coágulos en las cavidades del corazón que viajan por las arterias cerebrales hasta que en algún momento, al no poder seguir avanzando, las tapan y producen un ACV isquémico", explica Sposato.

Otro riesgo "cerebral" derivado de la hipertensión es la demencia. "La demencia es la alteración de las funciones intelectuales, aquellas que nos permiten memorizar, razonar, resolver problemas, programar actividades complejas, interpretar metáforas, ironías o sarcasmos, etc. Sabemos desde hace muchos años que la hipertensión y otros factores de riesgo como la diabetes y el cigarrillo aumentan el riesgo de demencia vascular. Lo que aprendimos más recientemente es que la hipertensión también produce otro tipo de demencia, que es la Enfermedad de Alzheimer", apunta el doctor Sposato.

Los órganos "blanco"

La hipertensión atenta contra el músculo cardíaco, porque demanda al corazón un esfuerzo extra para dsitribuir la sangre por el organismo. Ese esfuerzo continuado puede producir un agrandamiento del corazón generando insuficiencia cardíaca. Además, la presión alta aumenta considerablemente el riesgo de infarto de miocardio y multiplica hasta tres veces la posibilidad de tener un angina de pecho.

Además del cerebro y el corazón, la hipertensión es un factor de riesgo de la enfermedad renal crónica (ERC). Al haber una mayor presión en los vasos sanguíneos que recorren todo el cuerpo, los riñones no pueden realizar correctamente la tarea de filtrar la sangre y se ven afectados.

Este punto tiene que ver con algo tan repetido como poco aclarado: el consumo excesivo de sal. Los riñones están diseñados para equilibrar la ingesta de sal que hacemos a través de los alimentos de acuerdo a las necesidades que tenemos. Cuando hay exceso de sodio en sangre, se produce retención de líquidos y este aumento de volumen eleva la presión.

También la visión se ve afectada por la hipertensión crónica, porque genera roturas en las arterias del ojo (retinopatía hipertensiva) y hasta puede terminar en ceguera.

La huella de los malos hábitos

Rastrear las causas de la hipertensión no es fácil. Sólo el 5% de los casos tiene un factor que la dispara, que puede ser: estrechez en las arterias renales o enfermedad propia de los riñones, afección en las glándulas suprarrenales o en tiroides, o una anomalía congénita de la arteria aorta. "El 95% restante padece 'hipertensión primaria o esencial', es decir, sin causa conocida. Los médicos no conocemos la causa de la enfermedad pero sí sabemos diagnosticarla, estudiarla y tratarla con éxito, evitando sus graves consecuencias", explica el doctor Lerman.

Ahora bien: aunque no se puedan detectar las causas en el 95% de los casos, sí se pueden identificar factores de riesgo, situaciones que pueden favorecer fuertemente su aparición: "la predisposición genética, el tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo, el estrés emocional y el exceso en el consumo de sal –enumera Lerman-. Salvo la predisposición genética, los demás factores son prevenibles y erradicables. Toda la población, y particularmente los pacientes hipertensos, deben evitarlos. Esta es la forma más efectiva y barata de luchar contra la hipertensión arterial".

Sin duda, los malos hábitos han aumentado la prevalencia de la enfermedad a lo largo de las décadas. "La hipertensión no existe en el reino animal: sólo se detecta en el hombre y, además, era muy rara en los pueblos de la Antigüedad. La incorporación de un excedente de sal en la alimentación, ya sea en la conservación de los alimentos, durante la preparación en la cocina o el agregado en la mesa ha sido un factor importantísimo en el incremento de su mayor prevalencia en las últimas décadas. Además, nuestras comunidades fuman, son más sedentarias, más obesas y más sometidas al estrés emocional, todos factores de riesgo muy importantes", señala Lerman.

El estrés emocional crónico eleva la presión porque altera los mecanismos que la regulan, confirma a Entremujeres el doctor José Bonet, médico psiquiatra del Centro de Vida de la Fundación Favaloro. "Uno observa que las personas con hipertensión tienden a responder de manera exagerada frente a estímulos cotidianos considerados estresantes por el sujeto. Se los considera híper-reactores porque generan, entre otras cosas, un exceso de cortisol y de actividad nerviosa simpática. Si esto ocurre seguido, si se vuelve crónico, se producen lesiones en el corazón y en la pared de las arterias y se alteran los mecanismos que normalmente regulan la presión arterial", explica. Según el especialista, las emociones que tienen mayor impacto en la hipertensión en particular y en la salud cardiovascular en general son la ira y la hostilidad.

Preocuparse para ocuparse

El énfasis en los riesgos y complicaciones de la hipertensión se justifica en la importancia de tomar conciencia, consultar al médico y adherir a un tratamiento que permita controlarla. Es fundamental evaluar la presión desde la juventud e incluso desde la infancia cuando hay factores que lo ameriten: al ser una enfermedad con una importante base genética, los hijos de pacientes hipertensos deben ser controlados anualmente a partir de los 3 años, ya que tienen un riesgo aumentado respecto a los hijos de padres con presión normal. "La hipertensión en jóvenes suele ser más agresiva y tiene más tiempo para agredir a los órganos blanco: el cerebro, el corazón, la vista y los riñones", explica el doctor Lerman. La detección precoz es clave.

"En la actualidad existen estudios no invasivos que permiten identificar precozmente alteraciones de estos vasos sanguíneos, como el eco Doppler, el eco "tracking", la medición de la distensibilidad arterial", subrayan en la Fundación Favaloro.

El primer profesional que debe ser consultado es el médico de familia, el clínico de cabecera, que debe detectar el problema y avanzar en los análisis y en el diagnóstico para definir las estrategias preventivas y curativas. En la mayoría de los casos es necesario prescribir medicación y el seguimiento debe ser estrecho y prolijo para comprobar los resultados o la aparición de efectos colaterales. La medicación actual es segura y efectiva si el paciente sigue estrictamente las indicaciones profesionales: no debe automedicarse ni saltear dosis ni suspender tratamientos sin indicación médica. El rol del cardiólogo es fundamental en los casos más difíciles, rebeldes al tratamiento, con mayor riesgo o con complicaciones cardiovasculares.

Controlar la presión arterial una vez instalada la hipertensión es un proceso que lleva tiempo y exige compromiso por parte del paciente. "Según datos del Consejo Argentino de Hipertensión Arterial de la Sociedad Argentina de Cardiología, sólo el 17% de los hipertensos logra un buen control de la presión arterial. Sin embargo, en el ICBA comprobamos que si el paciente recibe una educación adecuada, sigue una dieta y un plan de ejercicio y toma la medicación regularmente, más del 50% logra controlarla adecuadamente", asegura el doctor Alberto Villamil, Jefe de Hipertensión Arterial del ICBA.

El doctor Sposato coincide en el valor del tratamiento y control de la enfermedad. "Varios estudios científicos han demostrado que el control estricto de la presión mediante la dieta, el ejercicio aeróbico y el uso de medicación (cuando es necesaria) disminuyen el riesgo de ACV y de demencia. El secreto del éxito es ser muy prolijos en el control de la presión, no abandonar la medicación y consultar al médico de cabecera con frecuencia", dice.

En el caso de las mujeres, la doctora Judith M. Zilberman, del ICBA, destaca que es importante controlarse la presión "porque sólo una de cada 3 mujeres tiene los síntomas típicos de dolor de pecho que tiene el hombre. Un tercio de las mujeres presentan síntomas 'atípicos' como cansancio, falta de aire, palpitaciones y dolor de abdomen. Si bien estos síntomas no son exclusivos de la enfermedad coronaria, en su presencia se aconseja consultar al médico clínico y al cardiólogo", explica.

En lo que hace a la medicación, Zilberman advierte que "en mujeres fértiles con posibilidad de embarazo está contraindicado el uso de algunas drogas (inhibidores de la enzima de conversión y bloqueantes de los receptores) durante la edad gestacional por tener efectos teratogénicos". La hipertensión arterial debe ser controlada especialmente durante el embarazo, porque puede generar riesgos para la madre y para el bebé.

De todos modos, el primer paso (y el más importante) para controlar los valores de la presión arterial es eliminar los factores de riesgo erradicables:

1) No fumar y tratar de no permanecer en ambientes con humo de tabaco.
2) Mantenerse en el peso ideal.
3) Consumir muy poca sal: se recomiendan no más de 5 gramos por día. Para ello, evitar los alimentos envasados o conservados, emplear mínimamente la sal común al cocinar y consumir sal libre de sodio en la mesa. Utilizar cualquier otro tipo de condimentos naturales.
4) Practicar sesiones de 30 a 45 minutos, no menos de 4 veces por semana, de una actividad física aeróbica.

Este último punto es clave, porque muchas personas hipertensas sienten temor a la hora de hacer ejercicio o practicar algún deporte. Consultado por Entremujeres, el doctor Oscar Mendoza, cardiólogo y deportólogo del ICBA, tranquiliza: "el ejercicio físico beneficia a los pacientes con hipertensión, ya que ayuda a bajar la presión arterial. Es una herramienta terapéutica no-farmacológica recomendable para el paciente hipertenso". El especialista explica que sólo existen contraindicaciones para "aquellos pacientes en que el tratamiento que se esté llevando a cabo no logre mantener controladas las cifras de presión arterial".

Mendoza recomienda "no llevar a cabo ejercicios con sobrecarga (complemento o pesas), ya que los mismo incrementan las cifras de la presión en comparación con los ejercicios aeróbicos", y sugiere "las caminatas, el trote, la bicicleta, la natación y los deportes grupales en los que se pueda controlar correctamente la intensidad que desarrolla el mismo".

En lo que hace a las emociones, también podemos operar, tomar cartas en el asunto. "Lo más importante -y a veces lo más difícil- es que la persona iracunda, gruñona, tome conciencia de su situación. Si cree que la culpa siempre es de los demás, no ayuda –explica el doctor Bonet--. En el caso de las personas iracundas, el tratamiento se basa en tres pilares fundamentales: la psicoterapia, para tratar de modificar los pensamientos automáticos que genera la ira (puede hacerse en forma individual o en programas de control de la ira, que son grupales y de tiempo limitado, como el que funciona en el Centro de Vida de la FF); las terapias físicas, para intentar recuperar la capacidad corporal de relajación; y, por último, en los casos más graves, medicación".

Como dice la doctora Carol Kotliar, directora del Centro de Hipertensión del Hospital Universitario Austral (HUA) y creadora, junto con el doctor Sergio Volman y la licenciada en nutrición María Emilia Mazzei, del manual Manejo saludable de la hipertensión arterial, "cada individuo nace con una identidad genética que le otorga cierta protección o fortalezas, y ciertas debilidades o vulnerabilidades, en cuanto a salud y enfermedad. Es sobre el terreno vulnerable donde debemos trabajar para mejorar el estilo de vida y nuestros hábitos son las llaves que permiten o evitan que la enfermedad cardiovascular se manifieste".

CLAVES: el ABC de la hipertensión

* Para comprender el problema de la hipertensión, es clave entender primero qué es la presión sanguínea y por qué se eleva. El profesor Jorge Lerman, presidente de la FCA, explica: "El aparato circulatorio está integrado por una bomba central (el corazón) y un sistema de conductos (vasos sanguíneos: arterias y venas). La función del corazón es contraerse (sístole) y relajarse (diástole) de manera rítmica y permanente, con el objeto de hacer circular la sangre a través los vasos sanguíneos y distribuirla por todos los aparatos y órganos del cuerpo y así nutrir y oxigenar los tejidos y las células. La fuerza de las contracciones sistólicas es lo que genera la presión de la sangre dentro de los vasos sanguíneos: es lo que llamamos presión arterial".
* La presión arterial se mide en milímetros de mercurio y en general se determinan dos valores: la máxima o sistólica (se produce en el momento de la sístole o fase de contracción del corazón) y la mínima o diastólica (se produce en la diástole o fase de relajación del corazón).
* Se considera que la presión arterial normal debe ser menor de 140 para la máxima y de 90 para la mínima. Controles superiores a esas cifras se consideran hipertensión arterial, siempre y cuando la situación sea persistente.
* La presión arterial cambia cada vez que el corazón late. Puesto que el corazón late en promedio 100.000 veces por día, todos las personas tienen 100.000 presiones distintas cada día. Por ello, es importante que cuando se toma la presión se realicen al menos 3 mediciones para calcular el promedio que es un dato más confiable.
* Definir que alguien es hipertenso requiere de un diagnóstico preciso, en manos de especialistas. Un pico de presión o algunos eventos esporádicos no suponen, necesariamente, una confirmación de la enfermedad. La presión arterial es una variable dinámica que puede cambiar según diversas situaciones fisiológicas. Durante el sueño, por ejemplo, la presión baja, y durante la actividad física, la actividad sexual o ante una crisis emocional, la presión máxima aumenta. Durante las primeras horas de la mañana, inmediatamente luego de despertar, se suelen detectar valores altos de presión.
* La hipertensión daña las arterias de todo el organismo, pero afecta especialmente el cerebro, el corazón, el riñón y la retina. Por ello sus efectos a largo plazo son el ACV, el infarto, la insuficiencia cardíaca, la insuficiencia renal y la pérdida de visión. También produce obstrucción en la circulación de las piernas e impotencia sexual en los varones.
La hipertensión es particularmente perjudicial en quienes tienen otros factores de riesgo como diabetes, colesterol alto, obesidad o tabaquismo. En ellos, la posibilidad de un evento cardiovascular se multiplica hasta 4 veces.
* Las mujeres, luego de la menopausia, tienen mayor riesgo de desarrollar hipertensión y sufrir complicaciones.El buen control de la presión arterial reduce en promedio un 40% los eventos cerebrovasculares y en un 20% los eventos coronarios.

Más información:
* Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial
* Fundación Favaloro
* INECO
* Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA)
* Fundación Cardiológica Argentina (FCA)
* Hospital Italiano

Foto: Thinkstock Photos
Fuente: entremujeres.com

miércoles, 14 de mayo de 2014

La hipertensión arterial, principal causante de invalidez y muerte en el mundo

En Argentina cerca de la mitad de la población es hipertensa y lo desconoce. Las claves para detectar y tratar la enfermedad.

La hipertensión arterial se manifiesta como una enfermedad cuyos tres grandes problemas radican en:

1) Su detección.
2) Su correcto tratamiento.
3) La adherencia del paciente al tratamiento.

Su detección

La creencia extendida entre las personas es que la hipertensión arterial se manifiesta a través de dolores de cabeza, de nuca, mareos u otros síntomas similares; sin embargo, la realidad es que se trata de una patología que no presenta síntomas. Por tal motivo, muchas personas que no exhiben ningún tipo de indicio de padecer la enfermedad no pueden creer o no se les ocurre pensar que son hipertensos.

Dada esta característica, la única alternativa para estar al tanto de esto es por medio de la medición periódica de la presión arterial, incluso a edades tempranas de la vida. Una cuestión fundamental a considerar es que los hijos de padres hipertensos con frecuencia padecen también la enfermedad, y muchos de ellos transcurren años de su vida sin un diagnóstico establecido por no realizar una medición anual de la presión arterial a partir de los tres años.

En nuestro país la mitad de las personas con hipertensión desconocen padecer la enfermedad; es por ello que se requieren más y mejores campañas de detección de la misma.

Su correcto tratamiento

En la actulidad existen instrumentos capaces de lograr un adecuado y efectivo control de la presión arterial en personas que sufren de hipertensión.

Para algunos pacientes, una dieta sana, la realización de ejercicio, la mantención de un peso saludable y la reducción en el consumo de sal pueden ser suficientes, sin embargo, la gran mayoría requerirá medicación complementaria. De hecho, es habitual que se necesite la combinación de dos o más medicamentos, cuya prescripción estará en manos de la evaluación médica del profesional.

La adherencia del paciente a su tratamiento a largo plazo

En la mayoría de los casos la hipertensión arterial no se cura sino que se continúa con un tratamiento de medicamentos a lo largo de los años. Este aspecto es el principal problema que se presenta pues más de la mitad de los pacientes abandona el tratamiento.

En relación a esta problemática y buscando disminuirla, uno de los métodos que más interés ha despertado en los últimos años y que se ha establecido en guías nacionales e internacionales médicas es la medición domiciliaria de la presión. Los beneficios de esta modalidad de control es que proporciona información al paciente y al médico sobre la evolución de la enfermedad, favorece una adecuada indicación de las dosis de medicación a emplear y su forma de distribuirla durante el día, y simultáneamente mejora la adherencia al tratamiento por parte del paciente, que de esta manera es partícipe activo del mismo, en contraposición a ser un sujeto pasivo que no se involucra.

En la actualidad se utilizan, generalmente, equipos automáticos cuyo manejo es sencillo y permite evitar muchos errores técnicos que se cometían con el método tradicional. Las recomendaciones son que las mediciones las realice el paciente, sentado y con el brazo apoyado sobre una mesa; se indica colocar el manguito en el brazo "no hábil", de ese modo la mano más diestra queda libre para manejar el equipo. Se realizan tres mediciones consecutivas, con intervalos de un minuto entre cada una de ellas, y se registra el promedio de las dos últimas. Las mediciones deben realizarse por la mañana antes de la medicación y por la tarde, durante una semana. Una semana de control por mes es lo recomendado, ya que se debe evitar una dependencia excesiva a la medición de la presión arterial, que en algunos pacientes se puede transformar en una verdadera "presuromanía" (obsesionarse con la medición de la presión).

La información que se obtenga de este control del paciente será muy valorada por el médico y, al mismo tiempo, el paciente se sentirá satisfecho con su participación e involucramiento en el registro y seguimiento de su presión arterial.

Asimismo, existe la técnica de la Medición Ambulatoria de Presión Arterial (MAPA), cuyo empleo se realizará cuando el médico lo considere necesario. Se trata de un equipo que el paciente tiene colocado por 24 horas y que efectúa mediciones periódicas de la presión arterial durante sus actividades habituales, incluso el sueño nocturno. La ventaja de esta metodología radica en la capacidad de medición durante la rutina cotidiana del paciente y que permite evaluar el comportamiento nocturno de la presión, información esencial al momento de evaluar el riesgo cardiovascular y, particularmente, el cerebrovascular. La limitación, por otra parte, es el mayor costo y la menor disponibilidad de equipos.

"Nuestra experiencia en el ICBA es que logramos el control adecuado en el 80% de los pacientes" afirma el Dr. Alberto Villamil, Jefe de la Sección de Hipertensión Arterial del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, ICBA.

Dentro de este contexto, las actuales guías nacionales e internacionales han direccionado su atención en mejorar la salud poblacional, incorporando y estimulando el uso de técnicas de bajo costo y de amplia disponibilidad, para así lograr que la mayor cantidad de pacientes alcancen la normalización de la presión arterial. En correspondencia con este panorama, "en la Sección de Hipertensión Arterial del ICBA se realiza un entrenamiento con los pacientes para que efectúen un auto-monitoreo y también se dispone de equipos que permiten la medición ambulatoria las 24 horas" dice el Dr. Villamil.

Fuente: Dr. Alberto S. Villamil, Médico cardiólogo especialista en hipertensión arterial, Jefe de la Sección de Hipertensión Arterial del Servicio de Epidemiología y Prevención Cardiovascular, ICBA

Foto: Thinkstock Photos
Fuente: entremujeres.com

Hipertensión y consumo de sal: qué alimentos y qué cantidad puedo comer

Todos sabemos que el sodio y la presión alta se llevan mal, y que el primer consejo es reducir fuertemente su consumo. Una especialista del ICBA nos recomienda qué comer y cuánto, y subraya que es clave el asesoramiento profesional.

Muchos pacientes hipertensos creen que con solo dejar de agregar sal a las comidas es suficiente. Refieren "como sin sal", pero no tienen en cuenta la "sal invisible", es decir aquella que está en los alimentos o productos alimentarios, y suelen excederse con el consumo de sodio. 

El 75% del sodio ingerido proviene de alimentos procesados industrialmente. Es por ello que conviene recomendar al hipertenso evitar estos alimentos y brindarle una amplia información al respecto. 

Con la gran diversidad de productos industrializados que existen hoy en día en el mercado y en vías de aumento, se hace difícil volcar la información de todos ellos. Sin embargo, cabe destacar que una buena forma de poder cumplir con el plan alimentario hiposódico (bajo en sodio) es seguir las pautas de una alimentación saludable con la excepción de que se deben seleccionar panes o galletitas y quesos sin sal, y evitar lo máximo posible los productos industrializados. La siguiente tabla es una guía para poder hacer una adecuada selección de alimentos en el plan alimentario controlado en sodio.

Clasificación de alimentos y productos alimenticios según su contenido en sodio (Na)

Bajo contenido en Na

1) 50mg Na/100gr de alimentos: Cereales, harinas, salvados. Frutas envasadas al natural. Frutas frescas. Vegetales frescos (excepto acelga y remolacha). Aceites. Azúcar y dulces de frutas. Infusiones naturales. Galleta marinera (sin sal). Panificados s/sal, con levadura. 

Moderado contenido en Na

2) 50-100mg Na/100gr de alimento (excepto huevo por unidad de 50gr): Leche y yogur; Postres de leche enteros; Huevo (1 unidad); Quesos con bajo contenido en Na; Queso blanco untable semidescremado; Carnes promedio (vaca, pollo, pescados); Pan de viena; Pan de salvado sin sal (fargo); Arvejas enlatadas*; Remolacha y acelga. 

Alto contenido en Na

3) 100-500mg/100gr de alimento: Quesos blandos, ricotta; Puré de tomate, arvejas enlatadas*; Riñón, mariscos, cordero; Panes blancos, galletitas dulces, alfajores, barras de cereal, cuadraditos de avena; Manteca y margarina; Helados de crema, dulce de leche, cacao en polvo; Postres dietéticos. 

Muy alto contenido en sodio

4) 500-1000mg/100gr de alimento: Quesos semiduros, port salut, mozzarella; Panes de salvado, integrales y lactal, galletitas de agua, e integrales, grisines, bizcochos de grasa, la mayoría de copos de cereal, facturas; Pastas rellenas, masa de pizza; Alimentos de copetín, ej.: papas fritas, snacks; Mayoría de los alimentos en conserva enlatados; Pate de hígado, morcillas, mortadela, salchichas. 

Mayor contenido de sodio

5) 1000mg de sodio/100gr de alimentos: Mayoría de fiambres y embutidos; Jamón, crudo, cocido, paleta, salame; Aceitunas en salmuera; Aderezos tipo mayonesa, kétchup, mostaza; Quesos duros y maduros; Caldos y sopas concentradas.

En manos profesionales

Cabe destacar que un hipertenso controlado, mientras adopte una alimentación saludable con alimentos con bajo o moderado contenido de sodio, puede incorporar alimentos de alto contenido en sodio con frecuencia semanal con el asesoramiento nutricional correspondiente y debe tratar de evitar completamente los de muy alto y mayor contenido en sodio, excepto en ocasiones especiales donde pueden llegar a incorporarse con mucha moderación.

Por otro lado, es fundamental que como profesionales de la salud, eduquemos al paciente hipertenso con respecto a que, si su hipertensión está controlada sigue siendo un paciente hipertenso. Por lo cual debe seguir el plan alimentario saludable controlado en sodio para prevenir un posible aumento de presión arterial y enfermedad cardiovascular. Esto es muy importante, porque muchos de estos pacientes refieren en la consulta nutricional no ser hipertensos, debido a que toman medicación antihipertensiva y/o tienen la presión arterial momentáneamente controlada y consecuentemente superan ampliamente la ingesta adecuada de sodio.

Fuente: Lic. Carina Peretti, Nutricionista. Sección Nutrición del Servicio de Prevención Cardiovascular, ICBA

(Fuente valores sodio: Elaboración propia a partir de tablas de composición química de alimentos y vademécum na). 

Foto: Thinkstock Photos
Fuente: entremujeres.com

miércoles, 30 de octubre de 2013

Hipertensión: por qué amenaza seriamente al corazón y al cerebro

Por repetida, desconocida. Desatendida, subestimada, riesgosa. En Argentina, la hipertensión arterial afecta a alrededor de un tercio de los adultos y, aunque multiplica el riesgo de accidente cerebrovascular (ACV) y de infarto de miocardio, más de la mitad de los enfermos desconoce que sufre el problema y sólo uno de cada cuatro, lo trata.

El incremento de personas hipertensas preocupa en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad se cobra más de 7 millones de vidas anuales en todo el mundo y afecta a personas cada vez más jóvenes. En nuestro país, según datos de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), está presente en más de 1 de cada 10 adultos jóvenes (de hasta 45 años) y su prevalencia trepa al 50% en los mayores de 65 años. "Hasta los 50 años es hasta cuatro veces más frecuente en los varones, pero las estadísticas se igualan en ambos sexos cuando la mujer termina su edad fértil", explica a Entremujeres el doctor Jorge Lerman, presidente de la FCA.

"La mujer se preocupa habitualmente por realizar la consulta al ginecólogo, por su temor al cáncer ginecológico. Sin embargo, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en la mujer", advierte la doctora Judith M. Zilberman, del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). El riesgo se incrementa notablemente a partir de la postmenopausia. 

Preocuparse y ocuparse de esta afección que, por habitual, se subestima, es crucial. La hipertensión no suele presentar síntomas hasta que el daño en las arterias y otros órganos pone la salud (y la vida) del paciente en zona de riesgo. Por eso, los expertos subrayan que el monitoreo de la presión arterial a través de chequeos clínicos periódicos es clave, ya que el control de la enfermedad desmorona un 40% el riesgo de accidentes cardiovasculares y reduce un 20% la probabilidad de un infarto, según estadísticas del ICBA.

Vale el alerta. Las huellas que la hipertensión imprime en el cuerpo son graves. Puede enfermar las arterias del cerebro; puede obstruir las arterias coronarias, causando ataque al corazón o infarto de miocardio; puede derivar en una insuficiencia cardiaca (a partir del agrandamiento del corazón); puede afectar las arterias del fondo de ojo, perturbando seriamente la visión; puede deteriorar el funcionamiento de los riñones hasta producir insuficiencia renal; puede ocluir las arterias de los miembros inferiores con dolores que dificulten la marcha... El doctor Lerman enumera todos estos riesgos y subraya: "Es importante comprender que cualquiera de estas situaciones puede desencadenar la muerte".

Hipertensión y cerebro

Por falta de campañas de educación para la salud, la sociedad no suele dimensionar los alcances y riesgos de la hipertensión. Desconoce, por ejemplo, que la relación entre presión alta y ACV es, por lo menos, estrecha: "La presión alta es el factor de riesgo más frecuente para dos de las más devastadoras epidemias neurológicas de nuestro siglo: el ACV y la demencia", dice a Entremujeres el doctor Luciano Sposato, director del Departamento de Neurología del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y director del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, y sorprende con un dato: "9 de cada 10 argentinos que han sufrido un ACV son hipertensos. El problema es que más del 70% de estos pacientes no sabían que lo eran o no tenía un tratamiento adecuado", dice.

En general, explica Sposato, "la gente le teme al pico de presión porque piensa que puede causarle un ACV. Sin embargo, el verdadero efecto negativo de la hipertensión se produce cuando la presión arterial está elevada en forma crónica. Es decir, el daño que produce la hipertensión sobre el cerebro y de otros órganos ocurre porque el chorro de sangre que corre por las arterias impulsado desde el corazón orada o desgasta las paredes arteriales, haciéndolas más susceptibles a romperse o a formar ateromas (placas de colesterol y otros constituyentes de la sangre). Si la arteria cerebral se rompe, se produce un ACV hemorrágico o hemorragia cerebral; si se tapa por un ateroma, se produce un ACV isquémico o infarto cerebral", precisa el especialista.

La hipertensión también puede aumentar el riesgo de sufrir un ACV, indirectamente, a través de otro mecanismo. "Al mantenerse elevada en forma crónica puede predisponer al corazón a desarrollar una arritmia cardíaca llamada fibrilación auricular. La misma suele producir coágulos en las cavidades del corazón que viajan por las arterias cerebrales hasta que en algún momento, al no poder seguir avanzando, las tapan y producen un ACV isquémico", explica Sposato.

Otro riesgo "cerebral" derivado de la hipertensión es la demencia. "La demencia es la alteración de las funciones intelectuales, aquellas que nos permiten memorizar, razonar, resolver problemas, programar actividades complejas, interpretar metáforas, ironías o sarcasmos, etc. Sabemos desde hace muchos años que la hipertensión y otros factores de riesgo como la diabetes y el cigarrillo aumentan el riesgo de demencia vascular. Lo que aprendimos más recientemente es que la hipertensión también produce otro tipo de demencia, que es la Enfermedad de Alzheimer", apunta el doctor Sposato.

Los órganos "blanco"

La hipertensión atenta contra el músculo cardíaco, porque demanda al corazón un esfuerzo extra para dsitribuir la sangre por el organismo. Ese esfuerzo continuado puede producir un agrandamiento del corazón generando insuficiencia cardíaca. Además, la presión alta aumenta considerablemente el riesgo de infarto de miocardio y multiplica hasta tres veces la posibilidad de tener un angina de pecho.

Además del cerebro y el corazón, la hipertensión es un factor de riesgo de la enfermedad renal crónica (ERC). Al haber una mayor presión en los vasos sanguíneos que recorren todo el cuerpo, los riñones no pueden realizar correctamente la tarea de filtrar la sangre y se ven afectados.

Este punto tiene que ver con algo tan repetido como poco aclarado: el consumo excesivo de sal. Los riñones están diseñados para equilibrar la ingesta de sal que hacemos a través de los alimentos de acuerdo a las necesidades que tenemos. Cuando hay exceso de sodio en sangre, se produce retención de líquidos y este aumento de volumen eleva la presión.

También la visión se ve afectada por la hipertensión crónica, porque genera roturas en las arterias del ojo (retinopatía hipertensiva) y hasta puede terminar en ceguera.

La huella de los malos hábitos

Rastrear las causas de la hipertensión no es fácil. Sólo el 5% de los casos tiene un factor que la dispara, que puede ser: estrechez en las arterias renales o enfermedad propia de los riñones, afección en las glándulas suprarrenales o en tiroides, o una anomalía congénita de la arteria aorta. "El 95% restante padece 'hipertensión primaria o esencial', es decir, sin causa conocida. Los médicos no conocemos la causa de la enfermedad pero sí sabemos diagnosticarla, estudiarla y tratarla con éxito, evitando sus graves consecuencias", explica el doctor Lerman.

Ahora bien: aunque no se puedan detectar las causas en el 95% de los casos, sí se pueden identificar factores de riesgo, situaciones que pueden favorecer fuertemente su aparición: "la predisposición genética, el tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo, el estrés emocional y el exceso en el consumo de sal –enumera Lerman-. Salvo la predisposición genética, los demás factores son prevenibles y erradicables. Toda la población, y particularmente los pacientes hipertensos, deben evitarlos. Esta es la forma más efectiva y barata de luchar contra la hipertensión arterial".

Sin duda, los malos hábitos han aumentado la prevalencia de la enfermedad a lo largo de las décadas. "La hipertensión no existe en el reino animal: sólo se detecta en el hombre y, además, era muy rara en los pueblos de la Antigüedad. La incorporación de un excedente de sal en la alimentación, ya sea en la conservación de los alimentos, durante la preparación en la cocina o el agregado en la mesa ha sido un factor importantísimo en el incremento de su mayor prevalencia en las últimas décadas. Además, nuestras comunidades fuman, son más sedentarias, más obesas y más sometidas al estrés emocional, todos factores de riesgo muy importantes", señala Lerman.

El estrés emocional crónico eleva la presión porque altera los mecanismos que la regulan, confirma a Entremujeres el doctor José Bonet, médico psiquiatra del Centro de Vida de la Fundación Favaloro. "Uno observa que las personas con hipertensión tienden a responder de manera exagerada frente a estímulos cotidianos considerados estresantes por el sujeto. Se los considera híper-reactores porque generan, entre otras cosas, un exceso de cortisol y de actividad nerviosa simpática. Si esto ocurre seguido, si se vuelve crónico, se producen lesiones en el corazón y en la pared de las arterias y se alteran los mecanismos que normalmente regulan la presión arterial", explica. Según el especialista, las emociones que tienen mayor impacto en la hipertensión en particular y en la salud cardiovascular en general son la ira y la hostilidad.

Preocuparse para ocuparse

El énfasis en los riesgos y complicaciones de la hipertensión se justifica en la importancia de tomar conciencia, consultar al médico y adherir a un tratamiento que permita controlarla. Es fundamental evaluar la presión desde la juventud e incluso desde la infancia cuando hay factores que lo ameriten: al ser una enfermedad con una importante base genética, los hijos de pacientes hipertensos deben ser controlados anualmente a partir de los 3 años, ya que tienen un riesgo aumentado respecto a los hijos de padres con presión normal. "La hipertensión en jóvenes suele ser más agresiva y tiene más tiempo para agredir a los órganos blanco: el cerebro, el corazón, la vista y los riñones", explica el doctor Lerman. La detección precoz es clave.

"En la actualidad existen estudios no invasivos que permiten identificar precozmente alteraciones de estos vasos sanguíneos, como el eco Doppler, el eco "tracking", la medición de la distensibilidad arterial", subrayan en la Fundación Favaloro.

El primer profesional que debe ser consultado es el médico de familia, el clínico de cabecera, que debe detectar el problema y avanzar en los análisis y en el diagnóstico para definir las estrategias preventivas y curativas. En la mayoría de los casos es necesario prescribir medicación y el seguimiento debe ser estrecho y prolijo para comprobar los resultados o la aparición de efectos colaterales. La medicación actual es segura y efectiva si el paciente sigue estrictamente las indicaciones profesionales: no debe automedicarse ni saltear dosis ni suspender tratamientos sin indicación médica. El rol del cardiólogo es fundamental en los casos más difíciles, rebeldes al tratamiento, con mayor riesgo o con complicaciones cardiovasculares.

Controlar la presión arterial una vez instalada la hipertensión es un proceso que lleva tiempo y exige compromiso por parte del paciente. "Según datos del Consejo Argentino de Hipertensión Arterial de la Sociedad Argentina de Cardiología, sólo el 17% de los hipertensos logra un buen control de la presión arterial. Sin embargo, en el ICBA comprobamos que si el paciente recibe una educación adecuada, sigue una dieta y un plan de ejercicio y toma la medicación regularmente, más del 50% logra controlarla adecuadamente", asegura el doctor Alberto Villamil, Jefe de Hipertensión Arterial del ICBA.

El doctor Sposato coincide en el valor del tratamiento y control de la enfermedad. "Varios estudios científicos han demostrado que el control estricto de la presión mediante la dieta, el ejercicio aeróbico y el uso de medicación (cuando es necesaria) disminuyen el riesgo de ACV y de demencia. El secreto del éxito es ser muy prolijos en el control de la presión, no abandonar la medicación y consultar al médico de cabecera con frecuencia", dice.

En el caso de las mujeres, la doctora Judith M. Zilberman, del ICBA, destaca que es importante controlarse la presión "porque sólo una de cada 3 mujeres tiene los síntomas típicos de dolor de pecho que tiene el hombre. Un tercio de las mujeres presentan síntomas 'atípicos' como cansancio, falta de aire, palpitaciones y dolor de abdomen. Si bien estos síntomas no son exclusivos de la enfermedad coronaria, en su presencia se aconseja consultar al médico clínico y al cardiólogo", explica.

En lo que hace a la medicación, Zilberman advierte que "en mujeres fértiles con posibilidad de embarazo está contraindicado el uso de algunas drogas (inhibidores de la enzima de conversión y bloqueantes de los receptores) durante la edad gestacional por tener efectos teratogénicos". La hipertensión arterial debe ser controlada especialmente durante el embarazo, porque puede generar riesgos para la madre y para el bebé.

De todos modos, el primer paso (y el más importante) para controlar los valores de la presión arterial es eliminar los factores de riesgo erradicables:

1) No fumar y tratar de no permanecer en ambientes con humo de tabaco.
2) Mantenerse en el peso ideal.
3) Consumir muy poca sal: se recomiendan no más de 5 gramos por día. Para ello, evitar los alimentos envasados o conservados, emplear mínimamente la sal común al cocinar y consumir sal libre de sodio en la mesa. Utilizar cualquier otro tipo de condimentos naturales.
4) Practicar sesiones de 30 a 45 minutos, no menos de 4 veces por semana, de una actividad física aeróbica.

Este último punto es clave, porque muchas personas hipertensas sienten temor a la hora de hacer ejercicio o practicar algún deporte. Consultado por Entremujeres, el doctor Oscar Mendoza, cardiólogo y deportólogo del ICBA, tranquiliza: "el ejercicio físico beneficia a los pacientes con hipertensión, ya que ayuda a bajar la presión arterial. Es una herramienta terapéutica no-farmacológica recomendable para el paciente hipertenso". El especialista explica que sólo existen contraindicaciones para "aquellos pacientes en que el tratamiento que se esté llevando a cabo no logre mantener controladas las cifras de presión arterial".

Mendoza recomienda "no llevar a cabo ejercicios con sobrecarga (complemento o pesas), ya que los mismo incrementan las cifras de la presión en comparación con los ejercicios aeróbicos", y sugiere "las caminatas, el trote, la bicicleta, la natación y los deportes grupales en los que se pueda controlar correctamente la intensidad que desarrolla el mismo".

En lo que hace a las emociones, también podemos operar, tomar cartas en el asunto. "Lo más importante -y a veces lo más difícil- es que la persona iracunda, gruñona, tome conciencia de su situación. Si cree que la culpa siempre es de los demás, no ayuda –explica el doctor Bonet--. En el caso de las personas iracundas, el tratamiento se basa en tres pilares fundamentales: la psicoterapia, para tratar de modificar los pensamientos automáticos que genera la ira (puede hacerse en forma individual o en programas de control de la ira, que son grupales y de tiempo limitado, como el que funciona en el Centro de Vida de la FF); las terapias físicas, para intentar recuperar la capacidad corporal de relajación; y, por último, en los casos más graves, medicación".

Como dice la doctora Carol Kotliar, directora del Centro de Hipertensión del Hospital Universitario Austral (HUA) y creadora, junto con el doctor Sergio Volman y la licenciada en nutrición María Emilia Mazzei, del manual Manejo saludable de la hipertensión arterial, "cada individuo nace con una identidad genética que le otorga cierta protección o fortalezas, y ciertas debilidades o vulnerabilidades, en cuanto a salud y enfermedad. Es sobre el terreno vulnerable donde debemos trabajar para mejorar el estilo de vida y nuestros hábitos son las llaves que permiten o evitan que la enfermedad cardiovascular se manifieste".

CLAVES: el ABC de la hipertensión

* Para comprender el problema de la hipertensión, es clave entender primero qué es la presión sanguínea y por qué se eleva. El profesor Jorge Lerman, presidente de la FCA, explica: "El aparato circulatorio está integrado por una bomba central (el corazón) y un sistema de conductos (vasos sanguíneos: arterias y venas). La función del corazón es contraerse (sístole) y relajarse (diástole) de manera rítmica y permanente, con el objeto de hacer circular la sangre a través los vasos sanguíneos y distribuirla por todos los aparatos y órganos del cuerpo y así nutrir y oxigenar los tejidos y las células. La fuerza de las contracciones sistólicas es lo que genera la presión de la sangre dentro de los vasos sanguíneos: es lo que llamamos presión arterial".
* La presión arterial se mide en milímetros de mercurio y en general se determinan dos valores: la máxima o sistólica (se produce en el momento de la sístole o fase de contracción del corazón) y la mínima o diastólica (se produce en la diástole o fase de relajación del corazón).
* Se considera que la presión arterial normal debe ser menor de 140 para la máxima y de 90 para la mínima. Controles superiores a esas cifras se consideran hipertensión arterial, siempre y cuando la situación sea persistente.
* La presión arterial cambia cada vez que el corazón late. Puesto que el corazón late en promedio 100.000 veces por día, todos las personas tienen 100.000 presiones distintas cada día. Por ello, es importante que cuando se toma la presión se realicen al menos 3 mediciones para calcular el promedio que es un dato más confiable.
* Definir que alguien es hipertenso requiere de un diagnóstico preciso, en manos de especialistas. Un pico de presión o algunos eventos esporádicos no suponen, necesariamente, una confirmación de la enfermedad. La presión arterial es una variable dinámica que puede cambiar según diversas situaciones fisiológicas. Durante el sueño, por ejemplo, la presión baja, y durante la actividad física, la actividad sexual o ante una crisis emocional, la presión máxima aumenta. Durante las primeras horas de la mañana, inmediatamente luego de despertar, se suelen detectar valores altos de presión.
* La hipertensión daña las arterias de todo el organismo, pero afecta especialmente el cerebro, el corazón, el riñón y la retina. Por ello sus efectos a largo plazo son el ACV, el infarto, la insuficiencia cardíaca, la insuficiencia renal y la pérdida de visión. También produce obstrucción en la circulación de las piernas e impotencia sexual en los varones.
La hipertensión es particularmente perjudicial en quienes tienen otros factores de riesgo como diabetes, colesterol alto, obesidad o tabaquismo. En ellos, la posibilidad de un evento cardiovascular se multiplica hasta 4 veces.
* Las mujeres, luego de la menopausia, tienen mayor riesgo de desarrollar hipertensión y sufrir complicaciones.El buen control de la presión arterial reduce en promedio un 40% los eventos cerebrovasculares y en un 20% los eventos coronarios.

Foto: Thinkstock Photos
Fuente: entremujeres.com

viernes, 20 de septiembre de 2013

La mesa contra la hipertensión

Entre el 25 y 30% de la población sufre de hipertensión, y algunos no lo saben. Es uno de los principales factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. Una dieta adecuada, con baja sal, un peso saludable y el ejercicio físico ayudan a mantener la presión a raya. 

La Dra. María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica, describe a la hipertensión como el aumento de la presión de la sangre sobre las paredes de las arterias, tanto por el aumento del volumen sanguíneo como por contracción de las arterias.

–¿Cuál es el problema con la sal?
–En una persona joven y sana, la sal es perfectamente metabolizada. El problema surge cuando por estrés, malos hábitos alimentarios, sedentarismo e insomnio se produce alteraciones hormonales que generan un mal metabolismo de la sal. En la mayoría de los casos de hipertensión encontramos sobrepeso por la acción de la insulina elevada, que tiene, además, un efecto dañino en el riñón y produce acumulación de sodio.
–¿Cómo debería ser la dieta del hipertenso?
–Debe conducir a la normalización de la insulina y el cortisol. Hay que eliminar los hidratos (papa, azúcar, harina blanca, arroz blanco, etc.) e incorporar verduras de hoja crudas, frutos secos y hortalizas. 

Si desayunáramos sin tostadas tendríamos resultados positivos. Hay que comer una manzana con dos cucharadas de sésamo, lino y chía, 6 nueces, 50 gramos de queso, un huevo poché, un yogur y una infusión, idealmente té verde. Si se almuerza en la calle, buscar sitios vegetarianos donde comer verduras frescas, huevos y platos con legumbres. Las carnes deben ser magras y conviene incorporar pescados y mariscos. Se puede comer 4 frutas frescas por día.

Las semillas enteras (chía, sésamo, lino), frutas con cáscara y verduras crudas aportan una dosis importante de fibras que ayudan a bajar de peso y a controlar la presión.

OMELETTE
Lo que lleva
cebolla picada. 1
zanahorias ralladas. 2
cebolla de verdeo picada. 2 cdas
aceite en aerosol huevos. 2
cloruro de potasio (cosal-salt), pimienta y nuez moscada. a gusto
Cómo se hace
Rociar una sartén antiadherente con rocío vegetal y rehogar los vegetales. Batir los huevos con cosal- salt, pimienta y nuez moscada Rociar otra sartén antiadherente y cocinar los huevos lentamente Antes de que la omelette esté a punto, distribuir los vegetales Doblar al medio y cocinar unos minutos más. Servir con ensalada.

SALMÓN CON ENSALADA
Cómo se hace
* Machacar un diente de ajo junto con perejil y la ralladura de 1 limón. Sumar el jugo del limón. Condimentar con cosal- salt y mezclar bien.
* Esparcir esta mezcla sobre 2 rodajas de salmón. Llevarlo a la heladera 20 minutos. Escurrirlo de la marinada. Calentar una plancha, pincelarla con aceite y cocinar el salmón, unos minutos de cada lado.
* La ensalada. Trozar 4 ramas de apio y cortar 1 manzana verde en rodajas, ponerlos en un bol, agregar 10 nueces y 1 cucharada de queso untable descremado. Condimentar con cloruro de potasio, pimienta, cúrcuma y perejil. Servir con al salmón.

Dato: María Alejandra Rodríguez Zía www.medicina-biomolecular.com

Fuente: entremujeres.com

lunes, 9 de septiembre de 2013

El desafío de la hipertensión

Es la primera causa de enfermedad cardiovascular y de las muertes asociadas a esta patología. Sin embargo, la hipertensión sigue sin provocar el miedo que debería. Al menos eso es lo que sugiere un estudio internacional que pone sobre el tapete graves carencias tanto en el diagnóstico como en el control de la enfermedad a escala global.

Según sus datos, obtenidos tras un amplio estudio en diferentes contextos, menos de la mitad de los pacientes hipertensos sabe que lo son y apenas un tercio de los que reciben tratamiento maneja adecuadamente el trastorno.

"Son datos muy importantes aunque reflejen algo que ya era conocido por los especialistas", señala Vicente Bertomeu, presidente de la Sociedad Española de Cardiología, quien recuerda que la realidad de España se asemejan bastante a la 'fotografía' realizada por el citado análisis. Aunque España no está incluida este estudio, las estimaciones que se manejan hablan de "un grado de control de la enfermedad que oscila entre el 40% y el 50%", subraya el especialista.

Según aclara, hay múltiples factores que explican este 'fallo' en cuanto al manejo de la hipertensión. En un país como el nuestro, enfatiza, los hábitos de vida de la población general "no son los más saludables", con altas cifras de sedentarismo y mala alimentación. Además, existe un grave problema de adherencia al tratamiento entre los pacientes diagnosticados, algo que, en parte, se debe a una falsa sensación de seguridad producida por "el hecho de que los factores de riesgo cardiovascular no dan síntomas" hasta que es demasiado tarde.

Un vistazo global

Para conocer hasta qué punto la hipertensión sigue siendo un desafío global, un equipo dirigido por Clara K. Chow, de la McMaster University de Hamilton (Canadá) evaluó la prevalencia, conocimiento, nivel de tratamiento y control de la enfermedad de 142.042 personas procedentes de 628 comunidades de 17 países con un desarrollo dispar. (Los países analizados fueron Canadá, Suecia, Emiratos Árabes, Argentina, Brasil, Chile, Polonia, Turquía, Malasia, Sudáfrica, China, Colombia, Irán, Bangladesh, la India, Pakistán y Zimbabue).

Tras analizar el historial de los individuos y medir sus niveles de presión arterial en varias ocasiones (se reclutaron participantes entre 2003 y 2009), los investigadores comprobaron que un 41% de los analizados padecían la enfermedad, aunque sólo un 46,5% de ellos lo sabía. Entre los diagnosticados, la gran mayoría recibía tratamiento farmacológico, sin embargo, apenas un 32,5% mantenía sus niveles de hipertensión por debajo de los 140/90 mm Hg.

Y esos datos eran aplicables tanto en los países con altos ingresos, como en aquellos cuya situación económica era menos boyante.

Un dato que destaca el estudio es el hecho de que los niveles bajos de educación se asociaban con menores tasas de conocimiento y con un peor control de la enfermedad en los países con menos recursos, lo que, según Bertomeu, demuestra que "la ignorancia es una gran aliada de la hipertensión".

Para este especialista, a la hora de hacer frente a la hipertensión también es clave la estructura sanitaria ya que, la posibilidad de acceder a una buena atención "influye mucho en el pronóstico y es algo que se debe tener en cuenta en este contexto de crisis".

Tanto Bertomeu como los firmantes del trabajo que publica esta semana la revista 'Journal of the American Medical Association' (JAMA), recuerdan que aún hay "mucho margen" para mejorar el diagnóstico y la atención de la hipertensión, por lo que hay que reforzar las estrategias de salud pública destinadas a este campo.

Fuente: elmundo.es

viernes, 23 de agosto de 2013

Hipertensión: corazón y cerebro, amenazados

En el país hay más de 7 millones de hipertensos, pero más de la mitad lo desconoce. La enfermedad afecta a las arterias de todo el cuerpo y mulitplica el riesgo de infarto de miocardio y de ataque cerebrovascular: de hecho, 9 de cada 10 argentinos que sufrieron un ACV tenían presión alta persistente. Además, compromete la salud renal y la visión. Es importante diagnosticarla y tratarla antes de que los daños que genera atenten contra la vida.

Por repetida, desconocida. Desatendida, subestimada, riesgosa. En Argentina, la hipertensión arterial afecta a alrededor de un tercio de los adultos y, aunque multiplica el riesgo de accidente cerebrovascular (ACV) y de infarto de miocardio, más de la mitad de los enfermos desconoce que sufre el problema y sólo uno de cada cuatro, lo trata.

El incremento de personas hipertensas preocupa en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad se cobra más de 7 millones de vidas anuales en todo el mundo y afecta a personas cada vez más jóvenes. En nuestro país, según datos de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), está presente en más de 1 de cada 10 adultos jóvenes (de hasta 45 años) y su prevalencia trepa al 50% en los mayores de 65 años. "Hasta los 50 años es hasta cuatro veces más frecuente en los varones, pero las estadísticas se igualan en ambos sexos cuando la mujer termina su edad fértil", explica a Entremujeres el doctor Jorge Lerman, presidente de la FCA.

"La mujer se preocupa habitualmente por realizar la consulta al ginecólogo, por su temor al cáncer ginecológico. Sin embargo, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en la mujer", advierte la doctora Judith M. Zilberman, del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). El riesgo se incrementa notablemente a partir de la postmenopausia. 

Preocuparse y ocuparse de esta afección que, por habitual, se subestima, es crucial. La hipertensión no suele presentar síntomas hasta que el daño en las arterias y otros órganos pone la salud (y la vida) del paciente en zona de riesgo. Por eso, los expertos subrayan que el monitoreo de la presión arterial a través de chequeos clínicos periódicos es clave, ya que el control de la enfermedad desmorona un 40% el riesgo de accidentes cardiovasculares y reduce un 20% la probabilidad de un infarto, según estadísticas del ICBA.

Vale el alerta. Las huellas que la hipertensión imprime en el cuerpo son graves. Puede enfermar las arterias del cerebro; puede obstruir las arterias coronarias, causando ataque al corazón o infarto de miocardio; puede derivar en una insuficiencia cardiaca (a partir del agrandamiento del corazón); puede afectar las arterias del fondo de ojo, perturbando seriamente la visión; puede deteriorar el funcionamiento de los riñones hasta producir insuficiencia renal; puede ocluir las arterias de los miembros inferiores con dolores que dificulten la marcha... El doctor Lerman enumera todos estos riesgos y subraya: "Es importante comprender que cualquiera de estas situaciones puede desencadenar la muerte".

Hipertensión y cerebro

Por falta de campañas de educación para la salud, la sociedad no suele dimensionar los alcances y riesgos de la hipertensión. Desconoce, por ejemplo, que la relación entre presión alta y ACV es, por lo menos, estrecha: "La presión alta es el factor de riesgo más frecuente para dos de las más devastadoras epidemias neurológicas de nuestro siglo: el ACV y la demencia", dice a Entremujeres el doctor Luciano Sposato, director del Departamento de Neurología del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y director del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, y sorprende con un dato: "9 de cada 10 argentinos que han sufrido un ACV son hipertensos. El problema es que más del 70% de estos pacientes no sabían que lo eran o no tenía un tratamiento adecuado", dice.

En general, explica Sposato, "la gente le teme al pico de presión porque piensa que puede causarle un ACV. Sin embargo, el verdadero efecto negativo de la hipertensión se produce cuando la presión arterial está elevada en forma crónica. Es decir, el daño que produce la hipertensión sobre el cerebro y de otros órganos ocurre porque el chorro de sangre que corre por las arterias impulsado desde el corazón orada o desgasta las paredes arteriales, haciéndolas más susceptibles a romperse o a formar ateromas (placas de colesterol y otros constituyentes de la sangre). Si la arteria cerebral se rompe, se produce un ACV hemorrágico o hemorragia cerebral; si se tapa por un ateroma, se produce un ACV isquémico o infarto cerebral", precisa el especialista.

La hipertensión también puede aumentar el riesgo de sufrir un ACV, indirectamente, a través de otro mecanismo. "Al mantenerse elevada en forma crónica puede predisponer al corazón a desarrollar una arritmia cardíaca llamada fibrilación auricular. La misma suele producir coágulos en las cavidades del corazón que viajan por las arterias cerebrales hasta que en algún momento, al no poder seguir avanzando, las tapan y producen un ACV isquémico", explica Sposato.

Otro riesgo "cerebral" derivado de la hipertensión es la demencia. "La demencia es la alteración de las funciones intelectuales, aquellas que nos permiten memorizar, razonar, resolver problemas, programar actividades complejas, interpretar metáforas, ironías o sarcasmos, etc. Sabemos desde hace muchos años que la hipertensión y otros factores de riesgo como la diabetes y el cigarrillo aumentan el riesgo de demencia vascular. Lo que aprendimos más recientemente es que la hipertensión también produce otro tipo de demencia, que es la Enfermedad de Alzheimer", apunta el doctor Sposato.

Los órganos "blanco"

La hipertensión atenta contra el músculo cardíaco, porque demanda al corazón un esfuerzo extra para dsitribuir la sangre por el organismo. Ese esfuerzo continuado puede producir un agrandamiento del corazón generando insuficiencia cardíaca. Además, la presión alta aumenta considerablemente el riesgo de infarto de miocardio y multiplica hasta tres veces la posibilidad de tener un angina de pecho.

Además del cerebro y el corazón, la hipertensión es un factor de riesgo de la enfermedad renal crónica (ERC). Al haber una mayor presión en los vasos sanguíneos que recorren todo el cuerpo, los riñones no pueden realizar correctamente la tarea de filtrar la sangre y se ven afectados.

Este punto tiene que ver con algo tan repetido como poco aclarado: el consumo excesivo de sal. Los riñones están diseñados para equilibrar la ingesta de sal que hacemos a través de los alimentos de acuerdo a las necesidades que tenemos. Cuando hay exceso de sodio en sangre, se produce retención de líquidos y este aumento de volumen eleva la presión.

También la visión se ve afectada por la hipertensión crónica, porque genera roturas en las arterias del ojo (retinopatía hipertensiva) y hasta puede terminar en ceguera.

La huella de los malos hábitos

Rastrear las causas de la hipertensión no es fácil. Sólo el 5% de los casos tiene un factor que la dispara, que puede ser: estrechez en las arterias renales o enfermedad propia de los riñones, afección en las glándulas suprarrenales o en tiroides, o una anomalía congénita de la arteria aorta. "El 95% restante padece 'hipertensión primaria o esencial', es decir, sin causa conocida. Los médicos no conocemos la causa de la enfermedad pero sí sabemos diagnosticarla, estudiarla y tratarla con éxito, evitando sus graves consecuencias", explica el doctor Lerman.

Ahora bien: aunque no se puedan detectar las causas en el 95% de los casos, sí se pueden identificar factores de riesgo, situaciones que pueden favorecer fuertemente su aparición: "la predisposición genética, el tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo, el estrés emocional y el exceso en el consumo de sal –enumera Lerman-. Salvo la predisposición genética, los demás factores son prevenibles y erradicables. Toda la población, y particularmente los pacientes hipertensos, deben evitarlos. Esta es la forma más efectiva y barata de luchar contra la hipertensión arterial".

Sin duda, los malos hábitos han aumentado la prevalencia de la enfermedad a lo largo de las décadas. "La hipertensión no existe en el reino animal: sólo se detecta en el hombre y, además, era muy rara en los pueblos de la Antigüedad. La incorporación de un excedente de sal en la alimentación, ya sea en la conservación de los alimentos, durante la preparación en la cocina o el agregado en la mesa ha sido un factor importantísimo en el incremento de su mayor prevalencia en las últimas décadas. Además, nuestras comunidades fuman, son más sedentarias, más obesas y más sometidas al estrés emocional, todos factores de riesgo muy importantes", señala Lerman.

El estrés emocional crónico eleva la presión porque altera los mecanismos que la regulan, confirma a Entremujeres el doctor José Bonet, médico psiquiatra del Centro de Vida de la Fundación Favaloro. "Uno observa que las personas con hipertensión tienden a responder de manera exagerada frente a estímulos cotidianos considerados estresantes por el sujeto. Se los considera híper-reactores porque generan, entre otras cosas, un exceso de cortisol y de actividad nerviosa simpática. Si esto ocurre seguido, si se vuelve crónico, se producen lesiones en el corazón y en la pared de las arterias y se alteran los mecanismos que normalmente regulan la presión arterial", explica. Según el especialista, las emociones que tienen mayor impacto en la hipertensión en particular y en la salud cardiovascular en general son la ira y la hostilidad.

Preocuparse para ocuparse

El énfasis en los riesgos y complicaciones de la hipertensión se justifica en la importancia de tomar conciencia, consultar al médico y adherir a un tratamiento que permita controlarla. Es fundamental evaluar la presión desde la juventud e incluso desde la infancia cuando hay factores que lo ameriten: al ser una enfermedad con una importante base genética, los hijos de pacientes hipertensos deben ser controlados anualmente a partir de los 3 años, ya que tienen un riesgo aumentado respecto a los hijos de padres con presión normal. "La hipertensión en jóvenes suele ser más agresiva y tiene más tiempo para agredir a los órganos blanco: el cerebro, el corazón, la vista y los riñones", explica el doctor Lerman. La detección precoz es clave.

"En la actualidad existen estudios no invasivos que permiten identificar precozmente alteraciones de estos vasos sanguíneos, como el eco Doppler, el eco "tracking", la medición de la distensibilidad arterial", subrayan en la Fundación Favaloro.

El primer profesional que debe ser consultado es el médico de familia, el clínico de cabecera, que debe detectar el problema y avanzar en los análisis y en el diagnóstico para definir las estrategias preventivas y curativas. En la mayoría de los casos es necesario prescribir medicación y el seguimiento debe ser estrecho y prolijo para comprobar los resultados o la aparición de efectos colaterales. La medicación actual es segura y efectiva si el paciente sigue estrictamente las indicaciones profesionales: no debe automedicarse ni saltear dosis ni suspender tratamientos sin indicación médica. El rol del cardiólogo es fundamental en los casos más difíciles, rebeldes al tratamiento, con mayor riesgo o con complicaciones cardiovasculares.

Controlar la presión arterial una vez instalada la hipertensión es un proceso que lleva tiempo y exige compromiso por parte del paciente. "Según datos del Consejo Argentino de Hipertensión Arterial de la Sociedad Argentina de Cardiología, sólo el 17% de los hipertensos logra un buen control de la presión arterial. Sin embargo, en el ICBA comprobamos que si el paciente recibe una educación adecuada, sigue una y un plan de ejercicio y toma la medicación regularmente, más del 50% logra controlarla adecuadamente", asegura el doctor Alberto Villamil, Jefe de Hipertensión Arterial del ICBA.

El doctor Sposato coincide en el valor del tratamiento y control de la enfermedad. "Varios estudios científicos han demostrado que el control estricto de la presión mediante la dieta, el ejercicio aeróbico y el uso de medicación (cuando es necesaria) disminuyen el riesgo de ACV y de demencia. El secreto del éxito es ser muy prolijos en el control de la presión, no abandonar la medicación y consultar al médico de cabecera con frecuencia", dice.

En el caso de las , la doctora Judith M. Zilberman, del ICBA, destaca que es importante controlarse la presión "porque sólo una de cada 3 mujeres tiene los síntomas típicos de dolor de pecho que tiene el hombre. Un tercio de las mujeres presentan síntomas 'atípicos' como cansancio, falta de aire, palpitaciones y dolor de abdomen. Si bien estos síntomas no son exclusivos de la enfermedad coronaria, en su presencia se aconseja consultar al médico clínico y al cardiólogo", explica.

En lo que hace a la medicación, Zilberman advierte que "en mujeres fértiles con posibilidad de embarazo está contraindicado el uso de algunas drogas (inhibidores de la enzima de conversión y bloqueantes de los receptores) durante la edad gestacional por tener efectos teratogénicos". La hipertensión arterial debe ser controlada especialmente durante el embarazo, porque puede generar riesgos para la madre y para el bebé.

De todos modos, el primer paso (y el más importante) para controlar los valores de la presión arterial es eliminar los factores de riesgo erradicables:

1) No fumar y tratar de no permanecer en ambientes con humo de tabaco.
2) Mantenerse en el peso ideal.
3) Consumir muy poca sal: se recomiendan no más de 5 gramos por día. Para ello, evitar los alimentos envasados o conservados, emplear mínimamente la sal común al cocinar y consumir sal libre de sodio en la mesa. Utilizar cualquier otro tipo de condimentos naturales.
4) Practicar sesiones de 30 a 45 minutos, no menos de 4 veces por semana, de una actividad física aeróbica.

Este último punto es clave, porque muchas personas hipertensas sienten temor a la hora de hacer ejercicio o practicar algún deporte. Consultado por Entremujeres, el doctor Oscar Mendoza, cardiólogo y deportólogo del ICBA, tranquiliza: "el ejercicio físico beneficia a los pacientes con hipertensión, ya que ayuda a bajar la presión arterial. Es una herramienta terapéutica no-farmacológica recomendable para el paciente hipertenso". El especialista explica que sólo existen contraindicaciones para "aquellos pacientes en que el tratamiento que se esté llevando a cabo no logre mantener controladas las cifras de presión arterial".

Mendoza recomienda "no llevar a cabo ejercicios con sobrecarga (complemento o pesas), ya que los mismo incrementan las cifras de la presión en comparación con los ejercicios aeróbicos", y sugiere "las caminatas, el trote, la bicicleta, la natación y los deportes grupales en los que se pueda controlar correctamente la intensidad que desarrolla el mismo".

En lo que hace a las emociones, también podemos operar, tomar cartas en el asunto. "Lo más importante -y a veces lo más difícil- es que la persona iracunda, gruñona, tome conciencia de su situación. Si cree que la culpa siempre es de los demás, no ayuda –explica el doctor Bonet--. En el caso de las personas iracundas, el tratamiento se basa en tres pilares fundamentales: la psicoterapia, para tratar de modificar los pensamientos automáticos que genera la ira (puede hacerse en forma individual o en programas de control de la ira, que son grupales y de tiempo limitado, como el que funciona en el Centro de Vida de la FF); las terapias físicas, para intentar recuperar la capacidad corporal de relajación; y, por último, en los casos más graves, medicación".

Como dice la doctora Carol Kotliar, directora del Centro de Hipertensión del Hospital Universitario Austral (HUA) y creadora, junto con el doctor Sergio Volman y la licenciada en nutrición María Emilia Mazzei, del manual Manejo saludable de la hipertensión arterial, "cada individuo nace con una identidad genética que le otorga cierta protección o fortalezas, y ciertas debilidades o vulnerabilidades, en cuanto a salud y enfermedad. Es sobre el terreno vulnerable donde debemos trabajar para mejorar el estilo de vida y nuestros hábitos son las llaves que permiten o evitan que la enfermedad cardiovascular se manifieste".

CLAVES: el ABC de la hipertensión

* Para comprender el problema de la hipertensión, es clave entender primero qué es la presión sanguínea y por qué se eleva. El profesor Jorge Lerman, presidente de la FCA, explica: "El aparato circulatorio está integrado por una bomba central (el corazón) y un sistema de conductos (vasos sanguíneos: arterias y venas). La función del corazón es contraerse (sístole) y relajarse (diástole) de manera rítmica y permanente, con el objeto de hacer circular la sangre a través los vasos sanguíneos y distribuirla por todos los aparatos y órganos del cuerpo y así nutrir y oxigenar los tejidos y las células. La fuerza de las contracciones sistólicas es lo que genera la presión de la sangre dentro de los vasos sanguíneos: es lo que llamamos presión arterial".
* La presión arterial se mide en milímetros de mercurio y en general se determinan dos valores: la máxima o sistólica (se produce en el momento de la sístole o fase de contracción del corazón) y la mínima o diastólica (se produce en la diástole o fase de relajación del corazón).
* Se considera que la presión arterial normal debe ser menor de 140 para la máxima y de 90 para la mínima. Controles superiores a esas cifras se consideran hipertensión arterial, siempre y cuando la situación sea persistente.
* La presión arterial cambia cada vez que el corazón late. Puesto que el corazón late en promedio 100.000 veces por día, todos las personas tienen 100.000 presiones distintas cada día. Por ello, es importante que cuando se toma la presión se realicen al menos 3 mediciones para calcular el promedio que es un dato más confiable.
* Definir que alguien es hipertenso requiere de un diagnóstico preciso, en manos de especialistas. Un pico de presión o algunos eventos esporádicos no suponen, necesariamente, una confirmación de la enfermedad. La presión arterial es una variable dinámica que puede cambiar según diversas situaciones fisiológicas. Durante el sueño, por ejemplo, la presión baja, y durante la actividad física, la actividad sexual o ante una crisis emocional, la presión máxima aumenta. Durante las primeras horas de la mañana, inmediatamente luego de despertar, se suelen detectar valores altos de presión.
* La hipertensión daña las arterias de todo el organismo, pero afecta especialmente el cerebro, el corazón, el riñón y la retina. Por ello sus efectos a largo plazo son el ACV, el infarto, la insuficiencia cardíaca, la insuficiencia renal y la pérdida de visión. También produce obstrucción en la circulación de las piernas e impotencia sexual en los varones.
La hipertensión es particularmente perjudicial en quienes tienen otros factores de riesgo como diabetes, colesterol alto, obesidad o tabaquismo. En ellos, la posibilidad de un evento cardiovascular se multiplica hasta 4 veces.
* Las mujeres, luego de la menopausia, tienen mayor riesgo de desarrollar hipertensión y sufrir complicaciones.El buen control de la presión arterial reduce en promedio un 40% los eventos cerebrovasculares y en un 20% los eventos coronarios.

Foto: Thinkstock Photos
Fuente: entremujeres.com

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