Australia es un importante productor de vino. Tiene un sello reconocido en el mercado internacional: los tintos ferrosos, así llamados por el alto contenido ferroso de los suelos. Las primeras plantaciones ―introducidas por colonos ingleses― se remontan a 1836, en el Valle de Barossa. Hoy es la zona de mayor productividad vitivinícola.
A pesar de las condiciones climáticas más bien adversas, los productores australianos se las han ingeniado para desarrollar vinos de calidad. La variedad característica es la cepa Syrah. Es una variedad de fácil cultivo, que requiere mucho sol y temperaturas altas, con lo cual se adapta perfectamente a las condiciones australianas.
Los visitantes llegan de todas partes del mundo para gozar de los vinos de Barossa. Y de sus comidas. Las salchichas ahumadas, incluyendo las leberwurst, atraen a muchos fanáticos de la buena cocina, tanto como los famosos pâtés de faisán de Maggie Beer y los renombrados ‘strudels’ y tartas ‘bienenstich’ para postre. Igualmente conocidos son los ‘yabby’, un tipo de cangrejo de río que se suele comer acompañado de una salsa liviana y delicada y pan de centeno fresco. Y un buen Syrah, por supuesto.
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