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lunes, 29 de abril de 2013

Un cerebro más protegido gracias a la lectura

La lectura estimula la actividad cerebral, fortalece las conexiones neuronales y aumenta la reserva cognitiva del cerebro, un factor que se ha demostrado ser protector ante enfermedades neurodegenerativas, recuerdan desde la Sociedad Española de Neurología (SEN), con motivo del Día Internacional del Libro, que se celebra este martes.

"Nuestro cerebro, para que goce de una buena salud, necesita que lo mantengamos activo, que lo ejercitemos. Sin embargo, y a pesar de que es uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo, no siempre dedicamos el tiempo suficiente a cuidarlo", señala el doctor Guillermo García Ribas, Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN.

En este sentido, añade, "fomentar la lectura es una de las actividades más beneficiosas para la salud, puesto que se ha demostrado que estimula la actividad cerebral y fortalece las conexiones neuronales", además, en los últimos años, han sido muchos los estudios que han relacionado el nivel de lectura y escritura con un aumento de la reserva cognitiva.

"Desde el punto de vista de la Neurología, el concepto de reserva cognitiva ha cobrado una gran importancia, no solo porque se ha visto que existe una relación directa entre la misma y el buen funcionamiento cognitivo y ejecutivo de nuestro cerebro cuando envejecemos, sino porque se ha demostrado que es un factor protector ante los síntomas clínicos de las enfermedades neurodegenerativas", mantiene García Ribas.

"Se ha comprobado que cuanto mayor reserva cognitiva posee un individuo, mayor capacidad tiene su cerebro para compensar el daño cerebral generado por ciertas patologías", advierte. Asimismo, las demencias, dentro de las enfermedades neurológicas, son las que más se han ligado al concepto de reserva cognitiva.

Caracterizadas por un deterioro persistente y progresivo de las funciones cerebrales superiores: memoria, lenguaje, orientación, cálculo o percepción espacial, etc, la forma de demencia más prevalente es la enfermedad de Alzheimer, que supone entre el 60% y el 80% de los casos de demencia, aunque existen numerosas patologías que también la producen, como por ejemplo, las enfermedades cerebrovasculares.

García-Ribas alerta de que debido al envejecimiento progresivo de la población, en los próximos años, el número de afectados por estas enfermedades crecerá exponencialmente. "Llevar a cabo actividades preventivas, como por ejemplo fomentar la lectura, puesto que se ha comprobado que leer retarda y previene la pérdida de la memoria, permitiría retasar la aparición de estas enfermedades y, por lo tanto, reducir el número de casos", asegura.

Ejercitar la memoria

Diversos estudios demuestran que un cerebro activo no sólo realiza mejor sus funciones, sino que incrementa la rapidez de la respuesta, ya que mientras se lee, se obliga al cerebro a pensar, a ordenar ideas, a interrelacionar conceptos, a ejercitar la memoria y a imaginar, lo que permite mejorar la capacidad intelectual estimulando nuestras neuronas.

"La lectura también genera temas de conversación, lo que facilita la interacción y las relaciones sociales, otro aspecto clave para mantener nuestro cerebro ejercitado", destacan desde la SEN, que recuerda que fomentar la lectura también tiene otras ventajas para nuestra salud, como reducir el nivel de estrés o, antes de acostarse, desarrollar buenas rutinas de higiene de sueño.

Aunque la lectura es buena a cualquier edad, niños y personas mayores son los dos grupos poblacionales en los que, destacan, se debe insistir más en el fomento de la lectura. En los niños, porque es el mejor momento para inculcarles este hábito y, además, su cerebro y sus funcionalidades están todavía desarrollándose; y en los mayores, para que puedan seguir manteniendo su cerebro activo a pesar de que su actividad sea más reducida, la lectura diaria es un estímulo más para su cerebro.

"Algo que se detecta es que hay muchas personas que, aunque tienen el hábito de la lectura, al hacerse mayores dejan de hacerlo, principalmente por perder capacidad visual, lo que les dificulta mucho realizar estas actividades. En esos casos, animamos a estas personas a participar en grupos de lectura o a utilizar otro tipo de soportes", concluye.
 
Fuente: elmundo.es

viernes, 19 de octubre de 2012

Claves para un envejecimiento exitoso

El concepto de successful aging surgido en los EEUU está lejos de referirse a personas que tuvieron “suerte” de llegar con buena salud, autonomía y lucidez a la vejez, sino que aplica a los que desde mediana edad “trabajaron” para eso. Cómo lograrlo.

Nuestra cultura pareciera querer ocultar que la juventud no dura para siempre, y es por la poca atención que se le presta a este hecho tan universal, que a veces no se repara que envejecimiento y vejez son dos cosas totalmente diferentes, y se suelen confundir los términos. Mientras que la vejez es una etapa de la vida que, según ya es lugar común, comienza cada vez más tarde, el envejecimiento es un proceso progresivo de desgaste orgánico que comienza muchísimo antes, prácticamente ni bien el cuerpo se desarrolló y deja de crecer.

Es por eso que los especialistas que se ocupan del tema –cada vez más relevante a nivel social porque los adelantos de la medicina incrementan constantemente la esperanza de vida y, por consiguiente, la cantidad de personas que alcanzan una edad avanzada–, más que hablar de una “vejez saludable”, hablan de un envejecimiento exitoso; porque gozar de una buena salud física y mental en las últimas etapas de la vida no es casual , ni depende sólo de “la suerte”, o de “una buena genética”: es, en general, el resultado de un proyecto de vida que se gesta y se pone en práctica, por lo menos, a mediana edad.

“Gozar de una buena capacidad funcional, lograr autonomía para continuar viviendo solos y para desarrollar las actividades profesionales y las que hacen a la vida social, es algo que se consigue cuando uno preserva la capacidad de continuar maximizando las funciones físicas y psíquicas, y cuando tiene proyectos que permiten, más allá de la edad que uno tenga, seguir trabajando”, resumió el doctor Moisés Schapira, especialista en Geriatría y Gerontología.

Trabajo bien entendido

El director médico de Hirsch, centro de excelencia para el cuidado de adultos mayores y rehabilitación remarcó, sin embargo, que cuando habla de preservar la capacidad de trabajo en el adulto mayor, “trabajo” no significa empleo.

“En primer lugar –destacó– porque es muy difícil pensar en empleo para las personas mayores cuando las personas más jóvenes tienen tantas dificultades para conseguirlo. Hablamos de la búsqueda de una actividad que le permita a la persona poner en práctica sus habilidades y capacidades, sentirse útil. Puede ser una tarea dentro de su propio barrio, su comunidad o su grupo de pertenencia. Realmente, la palabra más importante en esto es proyectos”. De eso, ni más ni menos, se trata el envejecimiento exitoso: mantener la salud y la autonomía física, y preservar la capacidad cognitiva.

Llegar a la vejez con proyectos, a la vez, requiere un trabajo previo: “Ese trabajo no debe iniciarse recién a una edad en la que la persona se da cuenta de que ya no tiene masa muscular, sino mucho antes, en edades medias de la vida”, destacó Schapira.

En consonancia con esto, estudios recientes indican que la preservación de la masa muscular a edad avanzada está relacionada con el cuidado de las capacidades cognitivas. Schapira indicó que se demostró, además, una relación entre niveles bajos de rendimiento físico y riesgo de enfermedad de Alzheimer, como también una relación de elevados niveles de rendimiento físico con un comienzo más tardío de la presentación de demencias. Esto sucede porque “el ejercicio físico incrementa el flujo cerebral, la disponibilidad de neurotransmisores, lo cual impacta en la estructura del cerebro y la eficacia neuronal”.

El cuidado del sistema circulatorio –el corazón y los vasos sanguíneos– al menos desde la mediana edad es otra de las consignas que “rinde” tanto a nivel de la salud física como de las capacidades cognitivas. “Eso incluye cuidar la presión arterial, –que es factor de riesgo tanto para infarto de miocardio como para ACV o, para un deterioro progresivo de las capacidades cognitivas capaz de llevar a una demencia senil del tipo vascular–, no ser diabético, no ser obeso, alimentarse adecuadamente, comiendo todos los grupos de alimentos, ingerir la cantidad suficiente de proteínas”, señaló el doctor.

Cómo lograr el “successful aging”

El de envejecimiento exitoso (en inglés, sucessful aging) es un concepto cuyos principales referentes son los investigadores norteamericanos John W. Rowe y Robert L. Kahn, en la segunda mitad de la década de 1990. Estos especialistas hallaron, entre otras cosas, que la educación, el nivel de actividad fuera del hogar y la capacidad vital medida en el flujo respiratorio son factores capaces de predecir en un 40% el estado de salud en la vejez.

Ese trabajo es la punta de un iceberg conformado por un gran caudal de conocimientos precisos acerca de los muchos problemas cuyo riesgo aumenta con el envejecimiento: el declive del intelecto y de la memoria, el aislamiento, la pérdida de movilidad, los trastornos del sueño, la depresión y las enfermedades crónicas. Así, se fueron definiendo una serie de actividades específicas para mejorar cada uno de esos aspectos en cada persona:

• Ejercicios mentales y trucos mnémicos: los juegos de ingenio pueden ayudar a preservar las capacidades cognitivas.
• Ejercicios físicos: una actividad física adecuada a la edad tienen efectos beneficiosos para preservar la movilidad y la agilidad, así como el control de la presión arterial, el fortalecimiento del sistema cardiovascular, y la prevención de enfermedades crónicas. Si se realizan con cuidado, también previenen enfermedades degenerativas de las articulaciones. El ejercicio aeróbico (trote o caminata, por ejemplo) ayuda a preservar la reserva cardíaca.
• Actividad social: es la mejor arma contra la depresión, y hay estudios que la relacionan directamente con la tasa de supervivencia: las personas con buenas relaciones sociales viven más años.
• Actividad creativa: combate al aburrimiento.
• Alimentación adecuada y control de peso: la alimentación adecuada y variada, incorporando todos los nutrientes necesarios, evita el estado de desnutrición y la pérdida de masa muscular; sin embargo es importante no excederse, en especial con las grasas, porque el sobrepeso es un fuerte factor de riesgo tanto para diabetes, hipertensión, enfermedad renal e infarto de miocardio, como también de artrosis y algunos tipos de cáncer.

“Creo que lo más importante es que se entienda que una buena vejez es algo que se puede programar“, puntualizó Schapira. El pretender “tener suerte” en la vejez, sin tener en cuenta lo que es necesario tener en cuenta desde mucho antes para poder gozar de una vejez en las mejores condiciones posibles, “es como si pretendiera jubilarse sin haberse preparado para eso, sin preocuparse por cómo va a seguir sosteniendo un ingreso cuando ya no trabaje y pretendiera, también, tener suerte”.

Fuente: saludable.infobae.com

lunes, 23 de marzo de 2009

Más cerca de la fórmula de la eterna juventud

Javier Sampedro
Diario El País
MADRID.- Nadie sabe muy bien lo que podría pasar si la población empezara a vivir 100 años, y en buenas condiciones. Pero una línea de investigación muy seria, que ha atraído mil millones de dólares de la industria farmacéutica, está dedicada a encontrar el elixir de la juventud y parece estar bien encaminada.

Hallar la clave de la juventud eterna promueve más escepticismo aún que un crecepelo. Aparte de resultar demasiado complejo como para reducirlo a una fórmula, el envejecimiento parece estar imbricado en la naturaleza más elemental de las cosas: estamos hechos de materiales, y todos los materiales se estropean con el tiempo. Parece obvio.

Pero no lo es tanto. Los materiales de los que estamos hechos las personas ?proteínas, ADN, grasas, azúcares? son los mismos en un búho, que puede vivir hasta 65 años, en un mono (50 años), un león (40), un delfín (30), un caracol (15), un ratón (4), o una mosca, que se muere de vieja a las seis semanas de nacer. También son los mismos en una ostra de 100 años y en una tortuga de 200. La longevidad es un producto de la evolución, no de la fatalidad.

La investigación del envejecimiento ha seguido en la última década varias pistas inconexas. Una es el potente efecto de la restricción calórica en la longevidad de todas las especies en que se ha probado; otra es el rastreo de los genes que más pesan en la esperanza de la vida de los individuos. Y otra es que las grandes causas de mortalidad en la edad avanzada parecen cada vez más inseparables de la biología de la senescencia.

Pero los científicos se han dado cuenta ahora de que las tres pistas convergen en el mismo lugar. El nexo tiene relación con unas proteínas llamadas sirtuinas. El componente beneficioso del vino tinto (el resveratrol) es un activador natural de las sirtuinas y ha inspirado una nueva generación de moléculas hasta mil veces más potentes que el compuesto original, algunas ya en ensayos clínicos de fase II. Se llaman activadores de las sirtuinas. ¿Pueden ser el primer elixir de la juventud? Una fuerte apuesta

"Glaxo Smith Kline ha invertido cerca de mil millones de dólares en activadores de las sirtuinas", explica el codirector del laboratorio de biología molecular del envejecimiento de la Universidad de Harvard, David Sinclair. "Su intención es desarrollarlos como fármacos contra enfermedades asociadas al envejecimiento, como la diabetes y otros desórdenes metabólicos, lo que a su vez prevendrá a los pacientes contra muchas otras enfermedades: trastornos cardiovasculares, cáncer, Alzheimer, e incluso las cataratas y la osteoporosis."

"Pero esta tecnología no mejora la salud sin extender la longevidad -prosigue Sinclair-. Lo uno se basa en lo otro; si estas moléculas funcionan en los ensayos clínicos, la gente vivirá una vida más larga y saludable."

A diferencia de la vida media, que se ha duplicado en Occidente en cien años, la vida máxima sí que parece una constante biológica. El Instituto Nacional del Envejecimiento de los Estados Unidos estima que, de los 6800 millones de habitantes del planeta, "quizá no más de 25 personas superen ahora mismo los 110 años".

Los genes importan. No hay duda de que vivir muchos años es un rasgo que tiende a agruparse en familias. Según el New England Centenarian Study, los hermanos de un centenario tienen el cuádruple de probabilidades de superar los 90 años que la media de la población.

Uno de los genes del envejecimiento mejor conocidos en todo el reino animal se llama FOXO, y también es el principal determinante genético de la longevidad humana. Varios trabajos recientes han revelado una fuerte correlación entre las variantes del gen FOXO y la edad que alcanza una persona; también con su riesgo de cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Cierta variante del gen es común en los nonagenarios, y aún más en los centenarios.

Sin embargo, hay una forma bien conocida de violar el techo biológico de las especies. Su descubrimiento se remonta a los años treinta: Clive McCay, de la Universidad de Cornell. McCay sometió a sus ratas a una dieta baja en calorías y añadió vitaminas y minerales para evitar la desnutrición. Vio que los animales vivían cuatro años en vez de los tres normales.

Las pruebas de la generalidad de esta técnica sólo se han ido acumulando en los últimos años. Reducir la ingesta de comida en un 30 o en un 40% prolonga la vida de las levaduras, los gusanos, las moscas, las ratas, los ratones y los perros. Y también previene de las dolencias de la edad avanzada en todas las especies.

El efecto beneficioso de la restricción calórica se ha atribuido por lo general a que "vivir mata". Por ejemplo, comer acelera el metabolismo, y esa mayor actividad genera radicales libres, que van dañando las maquinarias fisiológicas. Menos comida implicaría menos metabolismo, menos radicales libres y menos envejecimiento. Pero esa idea ha resultado demasiado simple.

El biólogo del Massachusetts Institute of Technology Leonard Guarente, descubrió hace diez años que la activación de la principal sirtuina, SIRT1, bastaba para prolongar la vida de la levadura de la cerveza. Otros laboratorios han visto que las copias extra del gen SIRT1 tienen el mismo efecto en gusanos, moscas y ratones. Que un solo gen aumente la longevidad en organismos tan separados es la clase de evidencia que apunta a un regulador clave del proceso.

Guarente y Sinclair vieron que SIRT1 es una proteína capaz de modificar a muchas otras proteínas, y que lo hace en respuesta al indicador universal del estado energético de toda célula: un derivado de la vitamina B3 llamado NAD. Eso indicó que SIRT1 podía ser el nexo entre los genes de la longevidad y los misteriosos efectos de la restricción calórica.

La hipótesis recibió un respaldo decisivo cuando Pere Puigserver, del Instituto del Cáncer Dana-Farber, demostró que la restricción calórica eleva los niveles de NAD, lo que a su vez estimula la SIRT1. Pero ¿a qué se debe esta conexión entre la longevidad y la escasez de la comida?

"La única causa que puede explicar ese conservado proceso evolutivo del envejecimiento es que esté controlado por un programa genético -responde Puigserver-. La misma explicación se puede dar a los efectos universales de la restricción calórica sobre la longevidad, porque la escasez de nutrientes controla la actividad de esos mismos genes."

"Las sirtuinas son genes de la supervivencia -añade Sinclair-. Evolucionaron para mantener vivos a los organismos en los tiempos adversos. Cuando la comida escasea, SIRT1 se enciende, y creemos que esto es lo que permite a los animales sometidos a una dieta estricta vivir más de lo normal y con una salud mejor de lo normal. Ya sabemos por estudios con ratones que los activadores de SIRT1 confieren los mismos beneficios que una dieta hipocalórica."

Un equipo de la Ecole Polytechnique Fédérale de Lausana mostró que uno de esos activadores, SRT1720, imitaba en las pruebas con ratones todos los efectos beneficiosos de una dieta baja en calorías. El fármaco experimental previno por completo el engorde de los ratones tras diez semanas de dieta rica en grasas, además de evitar que desarrollaran resistencia a la insulina: el umbral de la diabetes y el daño cardiovascular.

Uno de los autores del trabajo es Carles Canto. "SIRT1 constituye una diana muy atractiva para la industria farmacológica -dice-. Su activación parece promover acciones antiinflamatorias y una mejora metabólica general en situaciones de obesidad e intolerancia a la glucosa. Pero sus efectos sobre la longevidad no están tan claros en los mamíferos."

Puigserver coincide con esa apreciación: "Aunque en organismos inferiores se ha demostrado que los activadores de SIRT1 extienden la vida, sus efectos en los mamíferos parecen estar más ligados a la protección contra las enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como la diabetes o el cáncer; de modo que afectan al tiempo de la vida, pero de una manera más indirecta".

Mientras llegan los avances farmacológicos, siempre queda la opción con mejores credenciales entre todos los expertos. Según Canto, "sabemos que la restricción calórica permite aumentar tanto la vida media como la vida máxima, el techo biológico máximo de cada especie".

"La restricción calórica está comprobada en muchas especies, y hay indicios en humanos", dijo Puigserver.

Cascada Inacayal - Villa La Angostura - Patagonia Argentina