Tim Atkin es la persona ideal a la que pedirle
que recomiende un buen vino. No sólo es uno de los periodistas más
influyentes del mundo en la materia -su firma está presente en revistas
como Decanter o Imbibe-, sino que además ha visitado por lo menos unas
15 veces la Argentina en las últimas dos décadas. En su más reciente
visita, recorrió 21 bodegas mendocinas y participó de catas a ciegas en
las que degustó casi 200 vinos de todas las regiones del país.
Atkin
asegura que lo que encontró esta vez lo sorprendió: la calidad de los
blancos, excelentes pinot noir, y el sabor del terruño que comienza a
brillar en manos de enólogos cada vez más ajenos a los dictados del
mercado. "Encontré un montón de cambios desde la última vez que vine a
la Argentina, hace dos años", dice Atkin, sentado a una de las mesas del
restaurante del palermitano Fierro Hotel, mientras hojea con fruición
la carta de vinos.
"El tiempo no se mueve siempre a la misma
velocidad: a veces las cosas pasan muy despacio y a veces muy rápido",
filosofa, para luego volver a tierra: "En estos dos años han pasado más
cosas que en los quince previos, y hoy hay nuevas formas de hacer vinos
en la Argentina."
Para ilustrar sus palabras, Atkin pide dos
copas de sauvignon blanc, más precisamente Altosur 2011, de Finca
Sophenia. "La primera vez que vine, en 1992, jamás hubiese bebido un
vino blanco, si fuese mi elección. Y, salvo un par de excepciones,
tampoco lo hubiera hecho hace ocho años -dice, toma un sorbo y
disfruta-. Pero ahora hay un montón de blancos interesantes, y no sólo
chardonnay o sauvignon blanc, sino también semillón o diferentes blends,
todos de calidad."
Cuaderno en mano, le pido que elija algunos
blancos que lo hayan sorprendido. Atkin saca su anotador, revisa sus
notas y elige el Salentein Single Vineyard Chardonnay 2011, el BenMarco
Torrontés 2013 de Dominio del Plata y el Bacán Sauvignon Blanc Reserva
2012. Aclara que son sólo algunos de sus favoritos, hay muchos más, pero
habrá que esperar al reporte sobre vinos argentinos que publicará en
enero ( www.timatkin.com ).
"Lo segundo que me maravilló en este
viaje fue el pinot noir. He probado excelentes pinot, particularmente de
las zonas altas de Gualtallary o de la Finca San Pablo de Salentein
[Mendoza], pero también de Patagonia. Hay cosas muy interesantes, pero
creo que recién estamos viendo el comienzo del pinot noir en la
Argentina." ¿Qué recomienda? Esta vez el anotador sólo arroja al
patagónico Manos Negra Red Soil Select Pinot Noir 2010, y Atkin baja a
la cava del hotel para una sesión de fotos.
Salir del aburrimientoA
su vuelta, aclara que si bien lo han maravillado los nuevos pinot noir
de nuestro país, no cree que allí esté el futuro del vino argentino. Es
en los blends tintos y en el malbec donde se encuentra, asegura, pero
advierte: "Creo que la historia del malbec se estaba volviendo un poco
aburrida, ya que está demasiado basada en los vinos más dulces, suaves y
con madera, al estilo norteamericano. Y eso en parte es bueno
-reconoce-. Estados Unidos es un gran mercado y los malbecs que siguen
su estilo son muy buenos vinos comerciales. Pero pienso que para la
próxima etapa, para convertirse en algo más excitante, el malbec tiene
que comenzar a expresar el terruño."
La buena noticia es que eso
ya ha comenzado a suceder: "Hoy se pueden encontrar las diferencias
entre un malbec de Luján de Cuyo y uno de Vistaflores, de Agrelo, Las
Compuertas y de muchas otras zonas; una diferencia que se volverá mucho
más aparente a medida que más personas traten de expresar la tierra".
Al
pedido de ejemplos, el anotador de Atkin aporta dos etiquetas: Trapiche
Terroir Series Finca Ambrosía Malbec 2010, del Valle de Uco, y Casarena
Laurens Single Vineyard Malbec 2011, de Agrelo.
Se ha hecho la
hora de cenar, Atkin hojea la carta del restaurante y el eje de la
conversación pasa ahora por las nuevas tendencias globales. "Hoy el
mercado masivo es el azúcar: a la gente le gustan los vinos tintos
dulces y cosas como el moscato. Pero el consumidor interesado, que no es
experto pero que quiere saber más, sigue tendencias como el vino
orgánico y el biodinámico; vinos con menos alcohol, menos madera, y los
food wines: vinos que van con la comida, fáciles de beber."
Para
volcar sus palabras en la copa, Atkin pide una botella de Inéditos
Bonarda Pura 2011, de la bodega Passionate Wine. "Sólo 11% de alcohol y
es genial", señala en la etiqueta, y concluye: "Creo que el vino
argentino ha pegado un gran salto. Es una combinación de enólogos de
mayor edad haciendo cosas realmente buenas, y una nueva generación, que
es maravillosa. Creo que con menos influencia de los consultores
internacionales, la nueva generación creerá en sus vinos y tendrá el
coraje para hacer lo que quiera hacer, no lo que el mercado quiere
beber".
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1647562-el-mejor-vino-argentino-segun-la-mirada-de-un-experto-ingles