
El primer vino que probé fue un Malbec diluido con soda en la casa de mi abuelo, Don Domingo Vicente Catena, a quien llamábamos "el nono" cuando tenía cinco años. Hace 13 años que trabajo junto a mi padre en enología, viticultura (como jefa de Investigación) y comercio exterior (como jefa de Exportaciones). Al principio, por lo menos los 3 primeros, aunque era graduada de Harvard y Stanford, no decidía nada, sólo seguía las enseñanzas del doctor Nicola Catena. Hoy me siento capaz de tener este puesto porque, como dicen los argentinos, "ya pagué el derecho de piso".
-¿Cuáles son los desafíos diarios que debés enfrentar?
En Argentina hay pocos vinos extranjeros y a veces, el éxito en el mercado doméstico nos hace sentir cómodos. Mi opinión es que nunca debemos sentirnos cómodos, porque hay muchos países que producen vinos de alta calidad. Mi gran desafío es competir a todo nivel con los mejores vinos del mundo: "Chateau Latour, Harlan, Guigal, Vega Sicilia", los vinos iconos del mundo. Afortunadamente, en la bodega tenemos a un gran enólogo, Alejandro Vigil, quien se plantea ese desafío diariamente junto a mi padre y a mí.
- El hecho de tener un apellido tan importante, ¿te condiciona en algún aspecto?
Para mí, lo que importa es el esfuerzo y la aspiración de competir con lo mejor del mundo. Mi otro trabajo es de médica y los médicos atendemos a todos los pacientes: jóvenes, viejos, ricos y pobres. La plata no me impresiona, pero el esfuerzo y la creatividad sí. Cuando estudié en Harvard, estaba rodeada de las personas más inteligentes de Estados Unidos. Hoy trabajo part-time en uno de los mejores hospitales de Estados Unidos -University of California San Francisco- como profesora. Encuentro que los jóvenes que trabajan en Catena Zapata son del mismo nivel que los jóvenes de este hospital. Creo con gran convicción que en Argentina tenemos gente muy capaz que puede competir con lo mejor del mundo. Simplemente hay que proponérselo y aspirar alto, ¡muy alto!
- ¿Cuánto peso tiene el equipo humano de la bodega y cuánto la familia a la hora de decidir el corte de un vino?
A mí me gusta hablar del "terroir familiar". Es la combinación de la experiencia de 100 años que nos permite elegir los mejores suelos y lugares para plantar y el espíritu pionero de Nicola Catena que sigue en todos nosotros y que lo llevó a mi padre a plantar más alto de lo que nadie había plantado antes Malbec en Mendoza. Un ejemplo es el viñedo Adrianna Malbec, ubicado a más de 1.500 metros de altura. Mi padre y yo nunca lanzamos un vino que no nos gustara tomar. Somos grandes amantes del vino y esa es la mayor garantía que podemos dar a nuestros consumidores. Cada vino ha sido probado por nosotros y en ciertos casos (por ejemplo, Catena Zapata Estiba Reservada) nos resulta inolvidable.
- Los puntajes son muy importantes y generan ventas...
Los puntajes son un plus, un bonus y recibimos muchísimos buenos puntajes por nuestros vinos. La verdad es que no sé lo que es obtener un puntaje bajo y ojalá nunca suceda.
Impresiones sobre el Malbec-Además del Malbec, ¿qué otra variedad puede captar la atención de los consumidores?
El Malbec es un varietal que se da con más concentración, armonía y potencia en Mendoza que en cualquier otra parte del mundo. Es un vino que se puede añejar y que la gente no olvida. Otros varietales como Chardonnay, Cabernet Sauvignon, Syrah, Cabernet Franc se dan bien en Argentina, pero también en otras partes del mundo. Las conclusiones son obvias.
- ¿El Malbec es un vino que llegó para quedarse en Estados Unidos?
No creo que el crecimiento siga al 30% de por vida, pero las marcas que han podido establecerse por su calidad, perdurarán. Las ventas de Grange Syrah de Australia, por ejemplo, no han caído con la caída de los vinos Premium de Australia. Los premier Grand Cru de Bordeaux cada año aumentan su precio más allá de la recesión. Los grandes vinos de Argentina perdurarán cuando pase la "moda" del Malbec.
Fuente: Area del Vino