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martes, 20 de marzo de 2012

Ernesto Catena Vineyards organizó el primer Rally de los Viñedos con motos antiguas

Ernesto Catena Vineyards, la reconocida compañía vitivinícola, realizó el 1er Rally de los Viñedos que se llevó a cabo el domingo 4 de Marzo en la provincia de Mendoza.

El recorrido fue de un total de 35 Km: empezó en la finca de Altamira, a 1250 metros sobre el nivel del mar, completándose el circuito de la carrera en la finca Nakbé de Ernesto Catena Vineyards, ubicada en Vista Flores, a 1.000 mts. s.n.m.


El reglamento únicamente permitía la participación de motos antiguas de origen inglés en la competencia, y el dress code para los riders era un vestuario inspirado en la década del 30, estilo inglés. 

Los más destacados fueron Ernesto Catena -créateur de vins de Ernesto Catena Vineyards- (compitiendo con una Norton 1946), Nesti Bajda -enólogo de Bodegas Escorihuela Gascón- (Douglas 1948), Beto Savina -director de Marketing de Ernesto Catena Vineyards- (Matchless 1948), Juan Argerich -Ingeniero agrónomo- (BSA 1946) y el chef rider Pablo Massey (Royal Enfield con Sidecar).

En el marco de los festejos de la popular fiesta mendocina de La Vendimia, en la que año a año se celebra la cosecha y se elige la reina de la belleza de cada departamento, Ernesto Catena Vineyards organizó las Olimpiadas Dionisíacas en su finca Nakbé, donde fans y amigos disfrutaron de una variedad de deportes, entre ellos arquería, paintball, Bici Polo y cabalgatas entre los viñedos biodinámicos y el laberinto de uvas Malbec - símbolo de la finca -, y también fueron testigos del 1er Rally de los Viñedos.

El rally se largó en la finca de Altamira y, una vez llegados a la finca Nakbé en Vista Flores, los competidores tenían consignas por resolver antes de poder alcanzar la llegada: pasar por el rosedal y conseguir una rosa por parte de una integrante de su equipo, que después tendrían que canjear por un espumante de la Champagnera Alma Negra.

Una vez superados los desafíos, los participantes celebraron la llegada descorchando los espumantes magnum ultra Premium de la línea Alma Negra de Ernesto Catena Vineyards.

En el broche de oro, para cerrar las Olimpíadas Dionisíacas, los invitados pudieron disfrutar de un asado de chivitos de Malargue a cargo del Chef rider Pablo Massey y la mejor selección de vinos ultra Premium de Ernesto Catena Vineyards; Tikal Locura y Tikal Natural (vino orgánico), Alma Negra (Misterio I, Pinot Noir, espumantes Blanc de Blancs y Rosado de Malbec) Siesta en el Tahuantinsuyu (Cabernet Franc y Bonarda Malbec) y Animal (Pinot Noir, espumantes rosados y blancos).

"Una vez más, Ernesto Catena Vineyards sorprende por su capacidad de seducir con innovación y superación constante de nuevos desafíos, buscando siempre la excelencia en la elaboración de sus vinos dentro de un marco de belleza que inspira la concreción constante de sus sueños", destacaron desde la bodega.

Fuente. iprofesional.com

martes, 3 de noviembre de 2009

Arte en Ernesto Catena


La galería Ernesto Catena Fotografía Contemporánea inauguró las muestras de fotografía “Bosquecito” de Lorena Fernández y “Jauría” de Germán Ruiz. Un espacio comprometido con el arte, en todas sus variantes.

El espacio Ernesto Catena es una plataforma de desarrollo y difusión de fotografía contemporánea y promoción de producciones artísticas emergentes.

Se constituye como un espacio de relevancia en el campo de la fotografía en donde artistas consagrados y jóvenes, nacionales e internacionales encuentran un ámbito de intercambio en el desarrollo de sus proyectos, a partir de una programación anual de muestras y actividades afines para las cuatro salas de la galería ubicada en el corazón del barrio de Palermo.

Fundada en 2007 por Ernesto Catena, créateur de vins, junto con el aporte de Hernán Zavaleta, galerista con amplia trayectoria en el medio artístico de Buenos Aires, la galería se afianzó como un espacio de confluencia de la pluralidad de tendencias que caracterizan la fotografía contemporánea a escala local y global.

Las muestras inauguradas de los artistas Lorena Fernández y Germán Ruiz podrán ser visitadas hasta el 4 de diciembre.

Ubicación: Honduras 4882, 1° piso, Buenos Aires.

viernes, 14 de agosto de 2009

Animal Malbec




Animal Malbec 2004,
Los varietales Animal, son de sabores intensos, de aromas seductores y complejos, de viñedos diferentes y criados en roble.
Estos varietales son elegantes y con caracter.
Son vinos que desde la primer copa te invitan a llegar a la ultima.
14º alcohol.
Marketing. Lo del misterio tiene que ver con que….. Algo cálido, pero agradable, buen Malbec en nariz.
Ataque seco igual que en el ½ del paladar, taninos redondos y dulces pero con presencia.
Equilibrado, la acidez no se destaca pero tampoco se extraña.
Bien en boca. Chocolatoso, vainilla y torrefacción; no empalaga, buen largo.
Marida con especias (unos arrollados rellenos de pollo)
Por $60 aprox. la relación precio/calidad es aceptable y la relación precio/etiqueta es muy buena. Muy lindo vino!

Alma Negra


“…el encanto que mas interesa a las almas, es el encanto del misterio. No hay belleza sin velo; y lo desconocido es también lo que preferimos. La existencia sería insoportable si no soñásemos siempre…”

… Y así nació Alma Negra , soñando, como nacen los misterios. Porque no es un varietal… y no es siempre el mismo vino… porque no es su origen un solo viñedo… y no es fruto de una sola mano; y porque nosotros creemos, que ha existido desde siempre, como el misterio escondido detrás de una máscara, y el juego sensual y seductor por descubrir a quien esconde, como volviendo a nuestro origen, único e irrepetible… Este gran vino, entonces, guarda en su Alma Negra y profunda, todos los secretos de su esencia, que solo descubriremos en la última copa…

Alma Negra nació en la cosecha del año 2003, con tan solo once pequeñas barricas, y fueron hasta hoy, distintas las manos de los” créateur de vins”, que participaron en su elaboración.

Ernesto Catena: “Siempre supe que volvería a mis raíces”


Fuente: El Cronista | José Del Rio y Florencia Radici

Ernesto catena empezó su carrera en las ciencias duras pero después tuvo un vuelco hacia las humanidades que hoy se refleja en su estilo de gestión. Con sus títulos en Computación y Economía bajo el brazo, volvió a la Argentina y, en 1986, fundó Worknet, una empresa de sistemas que dejó en manos de su madre. El click se produjo en Europa cuando descubrió que el arte, el diseño y los negocios con cultura entrepreneur abrirían su camino. El mismo que había iniciado su bisabuelo en la tierra del vino …

Fue durante la cursada del master en diseño que realizó en Milán cuando se produjo el quiebre que marcaría su carrera. “Descubrí una civilización desconocida para mí y me acerqué definitivamente a las humanidades. No sólo aprendí sobre marketing sino sobre identidad y cultura de producto”, confiesa Ernesto Catena, presidente de Bodegas Escorihuela Gascón y fundador de Ernesto Catena Vineyards. Con sólo 39 años, acumula en su cosmopolita currículum una licenciatura en Economía y Computación, una maestría en Diseño en Milán y un posgrado en Historia en Londres.

“En cada viaje incorporé los conocimientos de la cultura en la que me metía”, explica sobre los aportes de ese particular derrotero académico. Pero, finalmente, volvió a la Argentina y decidió “echar raíces”. Miembro de la cuarta generación de una familia de raigambre bodeguera, el vino es una parte fundamental en su vida. Tanto que afirma, convencido: “Yo soy el vino y quiero que refleje mi personalidad”.

De aquí… y de allá

Ernesto Catena vive en Mendoza, donde reparte el tiempo entre sus bodegas, su familia, sus caballos, el arte y el polo. Casi como un círculo, el lugar donde hoy pasa la mayor parte del tiempo es el mismo que lo vio nacer y después partir hacia el mundo, en busca de formación. Pero no fue sólo eso lo que encontró, sino una suma de características (profesionales y personales) que lo convirtieron en quien es hoy en día. El camino, sin embargo, no fue corto.

Su bisabuelo, Nicola Catena, llegó a la Argentina desde Italia, hacia fines del siglo XIX, con el conocimiento del oficio del buen vino. Se instaló en Mendoza, donde en 1902 plantó su primera viña de malbec. Su hijo Domingo se encargó de expandir la producción y mejorar sus tierras, una tarea que perfeccionó Nicolás y consagró el apellido a nivel mundial cuando apostó al vino argentino como producto premium, a diferencia de lo que ocurría hasta entonces, cuando apenas se lo concebía como un negocio de volumen. Ernesto, por su parte, nació en la ciudad de Mendoza, pero se crió en la finca de su abuelo, en Libertad. “Crecí entre las viñas. Y ese silencio y poesía que tienen los mamé desde chico”, explica Catena.

Y avanza: “Era el nieto mayor. Y es una costumbre italiana agasajarlo. Por eso es que tengo memorias lindísimas de momentos compartidos con mi abuelo que seguramente volcaron la balanza, en forma definitiva, desde las ciencias duras al arte y el buen vino”.

Sin embargo, cuando llegó el momento de empezar el colegio, dejó las viñas por la Escuela Argentina Modelo. Y apenas terminó el secundario partió hacia los Estados Unidos. Era 1982. El destino: Tufts University, en Medford, Massachussets, de donde egresó en 1986 como bachelor en Computer Science and Economy. “La informática me fascinó: desde el primer momento en que vi una computadora, me atrajo la idea de poder programar lo que uno quisiera”, explica su elección. ¿Y la economía? “Por tradición familiar”, afirma.

Se quedó un año más en el gigante del Norte, trabajando en California. Volvió a la Argentina y, en 1987, abrió su propia empresa de computación, llamada Worknet.

“Cuando empezó era de vanguardia, porque recién aparecían las PCs y las ofrecía en reemplazo de las mainframe, que llegaban a ocupar hasta una habitación entera por su tamaño”, recuerda Catena. Hoy continúa funcionando bajo el mando de su madre, Elena Maza. “Es la manda-tutti”, la define. Y agrega: “Ella retomó el camino original y la llevó al lugar que actualmente ocupa”.

Lejana tierra mía

Ernesto se desempeñó en el mundo científico durante tres años. Hasta que empezó a trabajar en la industria de los jeans, “a tener contacto con el mundo del diseño, donde encontré algo que me interesaba: crear productos con contenido imaginario y fantasía. Fue mi primer contacto con el marketing”, dice. Incluso llegó a trabajar en Guess. Por casualidad se enteró de que en Milán se dictaba una maestría en Administración de Diseño. Partió. Y su vida cambió.

¿Qué fue lo más importante de ese viaje?
Venía de una cultura totalmente norteamericana y, cuando llegué a Europa, me di cuenta de que había una civilización desconocida y antigua. Todo lo que aprendí en ese continente lo apliqué después a la industria del vino. Es que el método europeo es muy diferente al que se enseña en las escuelas. Nunca vas a encontrar un libro de marketing en italiano porque ellos lo transmiten en una forma más didáctica, inclusive dentro de las empresas. Pero es un hecho que Italia tiene éxito en darle belleza a los productos. De allí partí a Inglaterra, a estudiar historia, donde capté toda la capacidad de expresión de la literatura y la cultura inglesas.

¿Y por qué volvió a la Argentina?
Porque llegó el momento de echar raíces y volver a los orígenes, al lugar donde uno se siente más cómodo y donde lo que uno hace tiene un sentido histórico. Además, quise volver porque amo a este país y ya no podría vivir afuera. Estoy enamorado de mi tierra.

Entonces, se afincó en su país de origen y, en 2001, asumió la presidencia de Escorihuela Gascón, una bodega fundada en 1884 y la primera en producir, en 1940, un vino ciento por ciento malbec. Hacía el camino inverso al de su bisabuelo.

El legado familiar
La compañía tiene una facturación anual de $ 61 millones y produce unos 9,2 millones de litros a través de sus 250 hectáreas propias en Mendoza (ubicadas en Agrelo, Alta Mira y Vista Flores). De ellos, el 50 por ciento se envía al exterior.

Compite en un negocio en el cual, durante 2007, se exportaron u$s 656,2 millones por vinos y mostos -31,9 por ciento más que el año anterior, según el Instituto Nacional de Vitivinicultura- y que este año prevé superar la barrera de los u$s 800 millones, el doble de lo exportado en 2005. El ranking ubica primero en preferencias al malbec, seguido del cabernet sauvignon, tintos de corte, chardonnay, blancos de corte y syrah, según la consultora Caucasia Wine Thinking.

¿Cuál es el concepto de lo que hace?
Si bien pasé por todas las áreas del vino, lo que más me gusta es generar productos. Es como una creación: así como un pintor crea cuadros, yo hago vinos. Y cuando vi que podía mezclar el arte con la industria, se me hizo un click. Yo soy el vino y quiero que refleje mi personalidad: siento que soy el producto y trato de vivir la vida y los valores que debe tener. Es elegante, se bebe despacio y a medida, por lo que trato que mi vida sea así. Es decir, que la filosofía tenga congruencia. Y también allí se refleja mi vuelco a las humanidades: que los vinos tengan un contenido estético altísimo y reflejen la visión de una vida humana, no tecnócrata, donde se priorizan las emociones más que la razón. El ir a los orígenes del vino, que es una industria milenaria.

¿Cómo definiría su situación actual?
En este momento llegué a una síntesis y puedo hacer lo mismo en mucho menos tiempo. Hay muy buena gente en la empresa y cada sector resuelve lo suyo. Mi tarea esencial es asegurarme que la identidad de los productos refleje la filosofía de la empresa y cuidar a la gente que trabaja allí, escucharlos y ayudarlos.

Sin embargo, Escorihuela Gascón no es su única bodega. Además creó Ernesto Catena Vineyards, donde produce vinos de alta gama para el mercado nacional e internacional -en su portfolio se destacan las etiquetas Tikal, Alma Negra, Siesta y Tahuan- y desde donde, también, distribuye los prestigiosos Luca, CARO, Mapema y Masi. Precisamente de esta última es su vino preferido: el Paso Doble, una mezcla de varietales argentinos e italianos, aunque también le gusta el Magnum Malbec Cabernet.

“Por ser un proyecto chiquito y de muy poco volumen me doy el lujo de hacer las locuras y caprichos que siempre he querido”, confiesa. Y agrega: “Es un lugar de experimentación y, por su dimensión, es para algo más poético”. ¿Algunos ejemplos? Para la presentación de Alma Negra realizó un viñedo con forma de laberinto y una fiesta de máscaras. Es que, ya desde el vamos, la línea es novedosa dado que incluye, por ejemplo, espumantes rosados o de malbec. “Es un riesgo que estamos tomando -admite- pero con lo que le pongamos de arte vamos a compensar lo que nos falta de management ya que cuando uno hace aquello en lo que realmente cree, salva todos los errores que podría cometer”.

¿Y cuál sería su meta con los vinos?
Que estén todavía más unidos al arte. Me gustaría que cada vez más se parecieran a una obra de arte y estuvieran más lejos de ser un bien de consumo. Me gusta el arte como una expresión del ser humano: cuando creás algo artístico, te hace bien.

Esta pasión se plasmó el año pasado en la inauguración de Ernesto Catena Fotografía Contemporánea, una galería de más de 250 metros cuadrados, en Palermo, dedicada a la exposición de fotografías y dirigida por Hernán Zavaleta, un reconocido galerista con trayectoria local. “Ninguna bodega lo ha hecho y para mí es una declaración de mi visión estética de la vida”, afirma rotundamente.

Hoy, además de los negocios y el arte, su vida transcurre en Mendoza, salvo un mes al año en que viaja a Europa o acompaña los ciclos de polo, que lo llevan por las canchas de Bariloche, Salta o Rosario, entre otros lugares. “También me gusta mucho Córdoba”, revela.

¿Cuáles son sus pasiones?
La vida en familia, los mediodías en Mendoza, la naturaleza, caminar por la sierra, mis hijos Tikal (nombre de origen maya) y Aisha (árabe-hindú). Vivir sensaciones puras.

Y explica: “Creo que mi vida se sintetiza, a medida que tengo más experiencia, en que haciendo menos logro más”. Y si bien confiesa que no piensa en el futuro porque “vivo el presente”, sí proyecta un futuro con menos trabajo, nietos y un buen vivir. “Quiero seguir enamorado de la vida y de mi familia”, concluye.

¿Y cómo entra en escena el polo?

Primero, me puse a pensar en qué nos destacamos los argentinos. Y también está el hecho de que amo los caballos y crecí galopando entre las viñas y el desierto. Cuando volví a radicarme en la Argentina, me di el gusto. Me compré una finca, una yegua y empecé a criar caballos de polo. Quiero que los vinos sean como el polo: que estemos entre los mejores. Por ello, las publicidades de la bodega son fotos de partidos que jugamos nosotros, sin modelos ni producciones especiales porque no queremos forzar la venta sino que la gente nos elija más por simpatía. Como deporte me lo tomo con mucha regularidad, porque es una forma de hacer gimnasia, ya que sin salud no sirve ninguna otra cosa.

Catena hace del equilibrio entre la vida laboral y su tiempo familiar una fórmula propia. Una receta que surge de la particular combinación de la templanza de los Andes, la fuerza de los caballos y la pasión por el deporte y que combina varias cepas: la tradición familiar, el apellido tradicional y el camino propio que Ernesto Catena comenzó a recorrer cuando dejó de lado las ciencias duras y empezó a escribir su nueva historia en el mundo del vino

Ernesto Catena

Ernesto Catena, joven vitivinicultor argentino, hijo del prestigioso bodeguero Nicolás Catena Zapata, desarrolló desde su infancia en Argentina y de su vida de viajero incansable (viviendo en New York, Berkeley, Cambridge, Milan, y Londres) un amor por el lugar que lo vio nacer, Mendoza, y por los viñedos que recorrió de pequeño, donde aprendió a descubrir la pasión por elaborar grandes vinos. Su estilo, como no podía ser de otra forma, es la diversidad, la búsqueda constante de las mejores uvas, allí donde estuvieran; seleccionando entonces, diferentes viñedos para distintas variedades, donde el terruño y el clima indicaran que las mismas lograrían su mejor expresión, eligiendo a pequeños productores para colaborar con ellos y trabajar juntos para obtener la mejor uva y lograr así vinos con identidad propia.

Desde la antigüedad los laberintos protegen un tesoro, un misterio, sólo algunos llegan al centro y descubren la belleza. La Corona de Baco es el laberinto permanente más grande del mundo, sus tres hectáreas de viñas de Malbec guardan en su centro el tesoro del vino. El proyecto fue realizado por el createurs de vins Ernesto Catena, el artista plástico Andrés Ridois y la colaboración especial de Luis Reginato.


Cascada Inacayal - Villa La Angostura - Patagonia Argentina