Ser vegetariano no significa estar desnutrido o con carencias. Es
llevar una alimentación más consciente del origen de los productos que
consumimos. No solo de dónde vienen sino, además, cómo se producen.
Es
real que una persona vegetariana puede desarrollar una falta de
nutrientes (sobre todo, en relación a la carencia de proteínas), pero
también es de pleno conocimiento la cantidad y peligrosidad de
agrotóxicos que se utilizan en el medio donde los alimentos los
generados. La mayoría de los nutrientes podemos reemplazarlos con otros
alimentos. Pero no tendremos otra opción cuando nos encontremos con
productos con indicios de sustancias nocivas en su producción.
Desmitifiquemos a las carnes
Es
verdad que la carne vacuna, de cerdo, de pollo, y de pescado son muy
completas cuando nos referimos a las proteínas y a sus componentes
moleculares, como los aminoácidos. Pero... ¿Es el medio donde se
producen las carnes realmente saludable? Aunque no sigamos una filosofía
determinada, estos alimentos pueden estar acompañados por otras
sustancias que pueden resultar nocivas para nuestro organismo.
La
carne roja suele producir un excesivo nivel de ácidos grasos (como omega
6 y 9), los que podrían llegar a producir aterosclerosis. En el caso
del pollo de producción industrial, suele estar repleto de hormonas,
antibióticos y factores de crecimiento artificiales, lo que lo hace muy
nocivo. Una opción preferible es consumir pollo orgánico.
En el
caso del pescado -que suele ser siempre considerado por la población
general como un buen aporte de proteínas y ácidos grasos-, se ve
afectado por la grave contaminación que tenemos de nuestros mares y
ríos. Por ejemplo, podría llegar a contener restos de mercurio,
producido por los desechos químicos de algunas industrias.
Por
todas estas razones, la elección de ser vegetariano es muy saludable
siempre y cuando nos sepamos defender de los agrotóxicos que,
lamentablemente, han invadido los productos alimenticios en el mundo
industrializado.
Opción vegetariana
Si
elegís un menú vegetariano debe ser equilibrado y abarcar todo tipo de
cereales (arroz, maíz, trigo, avena, cebada, centeno, mijo), legumbres
(porotos, negros, rojos, blancos, habas, garbanzos, lentejas, arvejas),
frutas, tubérculos y hortalizas. Así, será rico en vitaminas, minerales,
ácidos grasos y proteínas y, sobre todo, disminuirá el riesgo cardíaco
que podrían llegar a tener las personas con dietas a bases de carne
mayoritariamente.
Hoy sabemos que, si balanceamos un menú semanal
con porotos de soja, harinas de soja, leche de soja, o soja texturizada,
estamos aportando todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo
necesita. A la soja solo le falta la metionina, pero esto se puede
subsanar si la persona ingiere claras de huevo y/o leche.
En el
caso de un vegetariano estricto que no ingiera ni clara de huevo ni
leche de origen animal, puede obtener todos los aminoácidos esenciales
si suma la quinua
a su menú semanal. Es un cereal muy rico en proteínas que se puede
cocinar como el arroz, en sopas y en guisos. También existe la harina de
quinua, con la cual se pueden elaborar tortas y tartas si se las une a la harina integral de trigo.
Más salud
Diversas
investigaciones demuestran que una dieta vegetariana también puede
prevenir la reproducción de células cancerígenas, dado que se la
considera una dieta antiinflamatoria. Por esta razón, disminuye la
oxidación del ADN lo que genera menos mutaciones y, por lo tanto, menos riesgo de producir cáncer.
Toda
medicina preventiva no solo será fruto de la buena alimentación sino de
una actividad física adecuada al sexo, a la edad y a las aptitudes
naturales, dado que el sedentarismo es considerado uno de los mayores
factores de riesgo cardíaco.
Por la Doctora María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica y endocrinología UBA.
Fuente: entremujeres.com
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