En el marco de una
a base a verduras, cereales y legumbres, una porción de pescado,
mariscos, pollo o, incluso, de carne roja puede ser el paso a una dieta
omnívora… O solo un “desliz” periódico, parte de un tipo de régimen que
hasta tiene un nombre: flexitarianismo.
La palabra deriva de los
términos flexible y vegetarianismo y, si bien no está en el diccionario
de la Real Academia Española, desde 2003 intenta hacerse un lugar por
fuera de los libros. Los flexitarianos (también llamados
flexivegetarianos o semi-vegetarianos) son aquellas personas que basan
su alimentación en una dieta vegetariana pero que, en ocasiones, comen
productos de origen animal.
“No se trata de un vegetariano que
transgrede su modelo alimentario, sino una persona que sigue una
alimentación basada en productos vegetales, pero tiene pequeños aportes
de carne o pescado”, explica vía mail Eugenio García González, editor de
Flexitariano.org,
según él, el primer portal sobre esta tendencia en español. “No todos
somos flexitarianos: sólo si la dieta es básicamente vegetariana podemos
definir a una persona como tal. El hecho de que este consumo no sea
regular ni habitual dentro de una dieta mayormente vegetariana es lo que
define a un flexitariano: no lo que come, sino la frecuencia con la que
lo hace”.
El flexitarianismo no es una dieta para perder ,
dice García González, sino un modelo de alimentación. “Tampoco es una
moda; simplemente, el término agrupa a aquellas personas que encajen en
este modelo alimentario”.
¿Cuáles serían los beneficios para
nuestra salud? En la opinión de Eugenio, “una dieta vegetariana es muy
saludable, mucho más que una omnívora. Si, además, hacemos pequeños
aportes de proteína animal -sobre todo, si cuidamos su procedencia y
procuramos que sea de origen biológico-, tenemos un modelo alimentario
ideal, más sostenible y socialmente más abierto que el vegetarianismo”.
Fuente: entremujeres.com
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