Alta inflación, pérdida de
rentabilidad, demoras en las importaciones y futuro incierto de las
relaciones comerciales, son todo un desafío de supervivencia para la
industria del vino.
La vitivinicultura argentina
vive uno de sus momentos más complicados de los últimos diez años. Claro
está que no es la única industria afectada por los vaivenes de la
economía, pero sí es una de las más perjudicadas.
Tal
vez la principal preocupación, es el aumento de los costos de
producción desde la mano de obra y la energía, hasta los distintos
insumos y la imposibilidad de aumentar en igual medida los precios de
venta. Este conjunto de dificultades, llevan a una pérdida de
rentabilidad importante.
Roberto de la Mota,
vicepresidente de Wines of Argentina y reconocido enólogo de trayectoria
internacional, explicó que "en este contexto las bodegas pequeñas
pueden sufrir más que las grandes porque tienen menos posibilidades de
manejar o reducir sus costos marginales y capacidad de invertir en
marketing, logística y comercialización".
Coincidió
con esta postura el presidente de Bodegas de Argentina, Ángel Vespa.
"La industria para su desarrollo necesita renovaciones constantes, tanto
tecnológicas como estructurales. Sin embargo, en el último tiempo se
han desacelerado las inversiones", lamentó.
Observó
Vespa que aquellas bodegas que ya están funcionando a pleno en
Argentina, están realizando aquellas inversiones que consideran
obligatorias para mantenerse competitivas. No obstante, aquellos
posibles nuevos inversores desertan de hacerlo. "No consideran seguro
arriesgar su capital en este contexto", indicó el profesional.
Además,
otro costo que se está regulando es el de la mano de obra. Según la
información que maneja Bodegas de Argentina, las empresas del rubro cada
vez contratan menos personal buscando eficientizar gastos.
Mucho
se ha hablado de la política del Gobierno argentino de regular la
entrada al país de materiales importados. Transcurridos dos meses desde
la implementación de las Declaraciones Juradas Anticipadas de
Importación (DJAI), es posible para los profesionales del sector
vitivinícola hacer un relevamiento de lo acontecido.
Según
Roberto de la Mota, en general, no ha habido mayores inconvenientes.
Sin embargo, destaca que las bodegas han sufrido demoras para introducir
elementos que no se fabrican en el país, tales como barricas de roble,
tapones de corcho y tecnología compleja.
Por otro
lado, Ángel Vespa se mostró preocupado por los reclamos que 40 países
(incluidos Estados Unidos y la Unión Europea) hicieron contra la
política restrictiva argentina en el marco de la Organización Mundial de
Comercio.
"La masiva protesta determina una
señal de alerta amarilla para Argentina. Es algo absolutamente negativo,
tanto para la industria vitivinícola como para las demás industrias del
país", comentó el presidente de Bodegas de Argentina.
"Toda
empresa que exporta sus productos necesita tener relaciones fluidas con
cada uno de sus mercados. Las bodegas argentinas han hecho un trabajo
muy complejo para lograr conquistar nuevos destinos y corren riesgo de
perderlos", agregó.
Otra preocupación para
bodegas y organismos vitivinícolas tiene que ver con el reintegro de
divisas por exportaciones. Desde el mes de marzo, cada irregularidad
detectada en las operaciones de exportación de las bodegas, significa la
anulación temporal de todos los reintegros de operaciones futuras,
hasta tanto se resuelva el problema.
Se entiende
por irregularidad cualquier diferencia entre el dinero recaudado por la
exportación y la ganancia declarada por el exportador. El problema, es
que en la mayoría de los casos las irregularidades tienen que ver con
errores humanos que implican importantes demoras para resolverse.
Motivado
por los inconvenientes que numerosas bodegas han sufrido, Bodegas de
Argentina pidió al Gobierno Nacional que se agilizaran los tiempos de
resolución de irregularidades y también de devolución de IVA y divisas.
"La
vitivinicultura se ve afectada día a día por los problemas
coyunturales. Son todos asuntos que se resuelven desde la Nación, pero
es importante que nos unamos todas economías regionales para hacer valer
nuestros pedidos. La vitivinicultura no mueve la aguja en lo macro,
pero sí genera empleo y es de suma importancia para las provincias",
reclamó Vespa.
En los últimos años Argentina ha
crecido en exportaciones vitivinícolas hasta llegar a recaudar casi
1.000 millones de dólares. Frente a un mercado global cada vez más
competitivo y con poco crecimiento económico, Roberto de la Mota asegura
que el objetivo para Argentina en el mediano plazo, es seguir creciendo
en exportaciones.
"Es un desafío muy ambicioso,
pero posible basado en la buena calidad de nuestros vinos y en precios
competitivos", declaró el experto.
Además, de la
Mota reflexionó sobre la gran importancia de la comunicación. "Debemos
complementar y reforzar el éxito de nuestros Malbec y Torrontés con
otras variedades como el Cabernet Sauvignon, Pinot Noir, Bonarda y
también algunas blancas. Por otra parte debemos comenzar a comunicar
sobre nuestras distintas zonas vitícolas, que se extienden sobre una
inmensa superficie de gran riqueza y variedad de microclimas y vinos de
muy distintas características", remarcó.
El
enólogo repasó también cuáles son las prioridades de Wines of Argentina.
"Estamos realizando distintas actividades fuera y dentro de nuestro
país. En 2011 se realizaron más de 220 acciones como degustaciones,
muestras, ferias, concursos, invitación de importadores, periodista y
demás".
Finalmente, Roberto de la Mota, resaltó
que se han invertido muchos esfuerzos para desarrollar distintos
mercados, por lo que resulta impensable que se corten relaciones
comerciales con esos destinos.
Fuente: Los Andes
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