Gracias a la emigración esta costumbre -tan común para nosotros- se convirtió en algo típico para los habitantes de esa región. Lo consumen en el desayuno, después del almuerzo, por la tarde y hasta en los boliches mezclado con alcohol y otros saborizantes. Una tradición que cruza las líneas de combate y reúne a todos alrededor de una pava con agua caliente.
El vapor
del agua caliente se eleva desde la calabaza llena de yerba mate y
Wisam al Halabi bebe un sorbo con la bombilla, sentado en la ladera de
una montaña libanesa, donde la infusión sudamericana ya se convirtió en
una tradición local. Desde hace ya más de un siglo, los habitantes del
lugar disfrutan de esta bebida ligeramente amarga, a la que llaman
"yer-bah mah-tay".
Es
especialmente popular entre los practicantes de la fe drusa, cuya
doctrina es casi secreta, dispersos en toda la región del Levante, en el
Mediterráneo oriental, sobre todo en Líbano y Siria. "Es originaria de
Argentina y se nos dice que llegó aquí hace 'cientos' de años, traída
por inmigrantes libaneses que regresaban desde allá", dice Samah Halawi,
un jeque druso.
América
Latina se convirtió en uno de los destinos principales para los
emigrantes económicos del Levante, sobre todo durante el siglo XIX, y
aún existe una gran comunidad de sus descendientes, tanto en nuestro
país como en otros de la región.
Halawi
luce un turbante de punto blanco, bigotes gruesos, y los pantalones
plisados sherwal (de algodón) sueltos, que son el atuendo tradicional de
la clase religiosa en la comunidad drusa. Para él, la calabaza, la
yerba mate y la bombilla de plata (para ellos, "bahm-bee-Zha") son tan
tradicionales como su vestimenta. "El mate es algo muy tradicional aquí,
algo con lo que que crecimos, y aprendimos a beberlo en nuestra
familia. Es una bebida social. Con los muchachos nos reunimos para
beberla juntos, en grupo", cuenta, casi como un gaucho de nuestras
pampas.
La bebida que cruza las líneas de combate
En
2012, Argentina exportó casi 1.500 toneladas de yerba mate solo a
Líbano, por lo que es el tercer mayor mercado para el país sudamericano,
según datos del International Trade Centre, agencia de las Naciones
Unidas, y el World Trade Centre. Siria, con una población cinco veces
mayor que la de Líbano, es el mayor comprador de la yerba argentina, de
la que importó más de 24.000 toneladas en 2012.
La
popularidad de la bebida no se vio en nada afectada por el conflicto
que vive actualmente el país e inclusive, cruza las líneas de combate.
Tanto miembros de las tropas del régimen como los combatientes rebeldes
beben habitualmente la infusión.
Para
Halabi, quien trabaja en un hotel en el bucólico entorno montañoso de
la ciudad de Baruk, en el centro de Líbano, el mate es tan necesario
como el café o el té. Por lo que al mediodía para él es normal hacer una
pausa para beberlo. "Por lo general, si sé que mis amigos se encuentran
por la zona, los llamo para decirles que estoy preparando un mate.
Ellos vienen y lo bebemos juntos".
Por
la tarde, Halabi se sienta junto a sus amigos alrededor de una fogata
rodeada por unos ladrillos que sostienen el recipiente para calentar el
agua y, mientras se reparten galletas y panecillos dulces, hablan de sus
marcas preferidas de yerba mate y de los beneficios de esta bebida para
la salud. Por ejemplo, Halabi y algunos de sus amigos prefieren la
marca argentina Amanda, puesto que tiene un sabor suave y se puede beber
tanto con como sin azúcar. Halabi recomienda el mate amargo para ayudar
a la digestión después de la comida, e insiste en que la bebida también
ayuda a "limpiar los riñones".
Otra
habitante de Baruk, Ghada al Halawi, prefiere tomar mate por las
mañanas, en el desayuno, en lugar de café o té. "Sentimos como que no
nos despertamos hasta que lo bebemos", dice con una sonrisa, y afirma
que lo bebe tanto dulce como amargo, en el recipiente tradicional que
fabrica en forma casera con la cáscara de calabacín. También posee un
mate de cerámica en el que prepara la infusión con leche en lugar de
agua, puesto que la calabaza vegetal le cambia el sabor, según ella.
Noches de Mate-karaoke
Wisam
Hamdan, quien también creció bebiendo mate en su pueblo, decidió llevar
la bebida a un público más amplio. En 2005, abrió un restaurante en el
pintoresco pueblo de montaña de Aley, cerca de Beirut, al que bautizó
'The Mate Factory'. "Un gran porcentaje de nuestros clientes son
personas que quieren probarlo, porque es algo popular solo en ciertas
regiones en Líbano", dice.
Hamdam
importa unas cinco toneladas de yerba al año desde Argentina, y
mezclando sus hojas preferidas propone a sus clientes una "versión
clásica" u otras innovadoras, como el mate con gusto a durazno o
limón. Por algo menos de 7 dólares estadounidenses, sus clientes reciben
una bandeja con todo lo necesario: el mate con su yerba, bombilla, agua
caliente y bocadillos para acompañarlo.
Hamdan
afirma que la fórmula es todo un éxito y que los fines de semana
también ofrece "noches de mate-karaoke", durante las que sirve cócteles
en los que mezcla la infusión con bebidas alcohólicas.
Pero
estas innovaciones están muy alejadas del ritual observado en la casa
de Ghada. A ella le gusta servir la infusión acompañada de higos secos,
pasas y nueces, aperitivos tradicionales de la zona. Sin embargo, añade,
los chips y galletas también se volvieron comunes a la hora del
mate. Entre cada uno de los bebedores, ella limpia la bombilla con
trozos de corteza de limón, lo que le brinda un ligero sabor.
La
bebida se disfruta mejor con las visitas, dice, y comienza a calentar
agua tan pronto como éstas llegan a su casa, cercana a un bosque de
cedros de Líbano. "Cuando alguien viene a tu casa, tenés que prepararle
un mate", insiste. "Si no se lo ofrecés, es como si no le hubieses
brindado absolutamente nada", añade.
Por Sara Hussein, para AFP.
Foto: Thinkstock Photos
Fuente: entremujeres.clarin.com
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