La semana pasada la Bodega Alfredo Roca presentó su nueva línea Dedicación Personal . El nombre fue elegido como una forma de agradecimiento al trabajo del personal del viñedo y de la bodega, responsables de la obtención de uvas de alta calidad.
¿Cómo empezó en el negocio del vino?
"Mi familia vino en 1912. Mis abuelos llegaron de España y se instalaron en San Rafael. Ellos conocían el trabajo de la vid porque en su país de origen vivían de los viñedos, así que no eran improvisados. Vinieron a plantar uvas merlot y contaban con una importante experiencia en el rubro".
"Durante mucho tiempo, fuimos productores de uva, pero en 1976 nos asociamos con otra familia y compramos una bodega, así que ese fue el año en que nos transformamos en bodegueros. Y fijate vos que yo soy la tercera generación de productores, y mi hijo Alejandro es la cuarta. Alejandro Roca, que es Licenciado en Enología, hoy está a cargo de las funciones técnicas, en particular de definir, junto a su grupo de enólogos, cuándo es el momento óptimo de realizar la vendimia".
¿Qué recuerdos rescata de su profesión?
"Creo que soy de las pocas personas que puede decir que es muy feliz con su trabajo. Es un placer poder seguir involucrado con la operación de los viñedos y la bodega. Un momento que recuerdo con emoción es el año de 1987, donde nuestros vinos obtuvieron en un concurso en Francia dos medallas de oro. ¡Y en ese tiempo la Argentina casi no exportaba vino! Ahí tomé conciencia de que este país podía competir con éxito en el mercado internacional, que es lo que está sucediendo ahora. Para que te hagas una idea, nuestra bodega hoy exporta más del 80 % de la producción".
"Todos en la familia amamos lo que hacemos. Mi hija Graciela, Alejandro, yo... Trabajamos en equipo y nos respetamos. Te aseguro que nos acostamos y nos levantamos pensando en el vino. Es nuestra pasión".
¿Cómo ve la evolución del mercado argentino en estos últimos años?
"Antes la gente se mantenía cautiva por las marcas clásicas; era el vino que se podía tomar. Pero hoy la oferta es enorme; el consumidor se ha vuelto exigente y tiene mucho conocimiento en la materia. Y esto es una gran cosa".
¿Qué vino se llevaría si tuviera que exiliarse en una isla?
"No tengo dudas: ¡Un buen Merlot!".
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