miércoles, 8 de abril de 2009

La “fast food” sana y gourmet



Ni hamburguesas aceitosas, ni papas fritas congeladas, ni salchichas de dudoso origen. La “fast food” de siempre, hipercalórica y abundante en grasas, está a un paso de convertirse en reliquia del pasado.
A esta época obsesionada con el sobrepeso y los riesgos cardíacos, sólo le van las dietas que apuntan contra el colesterol y los azúcares. Una sobriedad a la hora de comer que no siempre se lleva bien con la dinámica de la vida urbana. Nadie tiene tiempo de cocinar platos elaborados y muy pocos pueden sentarse a almorzar más de quince minutos.
Cuando se trata de comer sano, las opciones se vuelven aburridas y rutinarias. Ensalada, yogurt y bebidas dietéticas componen el menú habitual de la mayoría de los que trabajan, quienes parecen “despachar” el momento de la comida, como uno más de los temas a resolver en el día.

Pero toda necesidad encuentra su satisfacción. Hoy, una tendencia llamada “fast good” promueve la alimentación rápida y sana, con el indispensable toque gourmet, capaz de convertir un simple sándwich o un plato de arroz en una delicia inesperada.

Bueno y rápido.
La expresión se acuñó en España. El chef Ferrán Adriá (que creó una cadena de restaurantes con ese nombre) junto con la empresa hotelera NH, tuvieron la idea de ofrecer un servicio de comida rápida de calidad, pensando en los clientes que tienen poco tiempo pero quieren cuidar su salud.

El aporte de esta idea no es menor.
Según investigaciones de la FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) el sistema de alimentación mundial está experimentando inmensos cambios a causa de la concentración urbana y de la globalización. La comida que se consume en contextos rurales no es la misma que la de las ciudades. Por otro lado, la globalización impulsa cambios que transforman los hábitos de las diferentes culturas. “Street food” (“comida en la calle”) es el término que la FAO utiliza para referirse a una forma de alimentarse típica de las grandes urbes. Tan importante es el impacto de esta “comida al paso” que se calcula que en muchos países, estos alimentos aportan todas las proteínas y calorías que ingiere diariamente parte de la población.

Lo que comemos fuera de nuestros hogares es fundamental para estar sanos. Contar con buenas opciones hoy se ha vuelto una necesidad.

“La ‘fast good’ trata de mantener la oferta de un servicio rápido, de bajo costo –en algunos casos se conserva el concepto de autoservicio, para abaratar precios–, pero con comida de alta calidad gourmet y, sobre todas las cosas, sana, sin químicos, y en un ambiente donde la decoración, el diseño y la presentación de cada plato son especialmente considerados”, explica Luis Fuks, director de Blue Editors, que publica la guía Horest Guide, y organizador de Expo Horest BA, la muestra de hoteles y restaurantes, que promociona el turismo de lujo en América Latina y cuya versión 2009 se realizará en el Buenos Aires Design en septiembre. “Los cambios que hoy exigen los consumidores están también transformando las estrategias de las tradicionales cadenas de ‘fast food’ que empezaron a incluir opciones más sanas en sus menúes”.

Londres y España fueron los primeros países europeos en incorporar esta tendencia. Francia e Italia fueron más reacios por su tradición de comida elaborada. En Sudamérica, Chile, Brasil y Argentina llevan la delantera en esta clase de propuestas.
Con ese objetivo, la fotógrafa Andy Cherniavsky creó Wokinn (www.wokinn.com.ar), un proyecto gastronómico, cuyas características distintivas son el uso del wok, que permite que la comida conserve sus valores nutricionales, el servicio de delivery y el packaging, en las tradicionales cajitas que se utilizan en Norteamérica para la comida china, y que permiten un fácil almacenamiento, ideal para comercializar en eventos. “Wokinn nace a partir de la necesidad de revertir el concepto de comida rápida y basura, en comida rica y sana. Logramos tener en cada porción de 400 gramos alrededor de 380 calorías. Siempre me intereso la nutrición y veo lo mal que comemos, por eso sentí que podía aportar mi granito de arena para revertir esta situación”.

Dónde comer.
La comida oriental aporta mucho a esta nueva tendencia. No sólo el wok que permite cocinar a velocidad los alimentos, sino también ingredientes, sabores y platos, como el sushi, importado a Occidente como parte de un cambio en los hábitos a la hora de comer. De la “fast food”, toma prestadas fórmulas de comercialización: restaurantes de autoservicio, delivery y locales en patios de comida de los shoppings (por ejemplo, Sensu, en Alto Palermo y Green Wok, en Patio Bullrich). Incluso, reinterpreta platos típicos de la “comida chatarra” como las hamburguesas, pero con ingredientes nobles, de la alta cocina.

Diseño, decoración y un clima pacífico son otras características que los restós dentro de esta tendencia proponen. CasaCalma, ofrece un jardín en plena ciudad (Suipacha 1.015) con una carta ciento por ciento orgánica y Teaconnection (www.teaconnection.com.ar) e Ifreshmarket (www.ifreshmarket.com), la posibilidad de comprar productos sanos para llevar.

“La materia prima juega un papel fundamental en la ‘fast good’. Verduras frescas, carnes y pescados, quesos, frutas, hongos y ricotas caseras son los ingredientes. Sopas frías y calientes, sándwiches vegetarianos y ensaladas gourmet, los principales platos. Licuados, aguas saborizadas y tés, las bebidas”, detalla Luis Fuks. Económico, exquisito y veloz. Un combo perfecto, aún sin “cajita feliz”.
Fuente: perfil.com

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