sábado, 3 de enero de 2009

Alimentación y adultez


Los avances de la medicina, incluidos los de la nutrición humana, permiten prolongar la expectativa de vida de la población. Así, en nuestro país la expectativa de vida es de alrededor de 75 años. Una alimentación saludable es el primer paso para lograrla; pero sola no alcanza, se necesita también un ejercicio físico adaptado a cada posibilidad y en forma regular, y el abandono de hábitos de nocivos para la salud como el tabaco y el alcohol.
¿Qué relación tiene la salud con la alimentación?
Determinadas enfermedades se relacionan con desequilibrios en la alimentación, sea por exceso de nutrientes, lo cual lleva a un sobrepeso u obesidad, hipertensión arterial, dislipemias o alteraciones en el metabolismo de las grasas (colesterol aumentado). O por falta de nutrientes, como el caso de vitaminas y minerales, que provocan anemia, falta de apetito, caída de cabello, falta de fuerza o astenia.
Alimentarse, no es solo elegir alimentos que nos gusten demasiado, si no que, constituye una necesidad que podemos aprovechar para mejorar nuestra salud. Hay distintos factores que influyen en ella como los factores ambientales, culturales, personales, actividad diaria que realice el individuo, estado de ánimo y de salud, influyen en la alimentación.
Por ello, a pesar de que dos personas sigan planes alimentarios distintos, los dos se considerarán adecuados siempre que cubran las necesidades del organismo de acuerdo a las características individuales y permitan alcanzar o mantener un óptimo estado nutritivo y de salud. Necesidades de alimentos en las personas mayores
Ningún plan alimentario sirve para todas las personas, la alimentación debe ajustarse a las necesidades particulares de cada individuo y los factores descriptos anteriormente. Sin embargo, hay recomendaciones generales que se pueden extender a todas las personas mayores, que no tengan enfermedades o patologías.
Estas recomendaciones son:
Energía
(hidratos de carbono y grasas): es necesaria para realizar las funciones vitales del cuerpo y para realizar actividad física. A partir de los 50 años las necesidades de energía disminuyen considerablemente, por cambios en el metabolismo y disminución de la actividad física. Por lo tanto, la alimentación debe aportar un menor valor calórico que en etapas anteriores de la vida. A partir de los 65-70 años el nivel de azúcar en sangre (glucemia) es, frecuentemente, más elevado de lo normal, por lo que se recomienda consumir menos dulces, amasados de pastelería (facturas, tortas), bebidas con alto contenido en azúcar (gaseosas) azúcar de mesa, harinas refinadas (pan, pastas, arroz blanco, galletitas). Además hay que disminuir el consumo de alimentos grasos, sobretodo los que aportan grasas animales (mayonesa, crema de leche, manteca, quesos duros, carnes con alto contenido graso, embutidos y fiambres), ya que se relacionan con niveles altos de colesterol y otras grasas (triglicéridos) que pueden aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
Proteinas: es necesario incluir alimentos ricos en proteínas completas, (que contengan los aminoácidos esenciales, aquellos que el organismo no puede sintetizar). Ya que contribuyen a mantener nuestros órganos y tejidos y el sistema de defensas en buenas condiciones para combatir eficazmente infecciones y enfermedades. Se debe ingerir dos vasos de leche descremada por día más 1 yogurt o reemplazarlo con una porción de queso magro. Una porción de carnes blancas pollo sin piel y pescado y con menor frecuencia carnes rojas magras. Tres veces por semana un huevo entero (yema y clara) y si fuese necesario ingerir clara de huevo.
Elementos reguladores (vitaminas, minerales, agua y fibra): se trata de sustancias que regulan todos los procesos que tienen lugar en el organismo. Por ello, se necesita aportar dos porciones de verduras, una cruda y otra cocida, más dos porciones de frutas, un cítrico y una de estación...
Se necesita además ingerir por lo menos 3 litros de líquidos por dia. Agua, agua mineral, jugos de frutas naturales con su pulpa por la fibras, jugos y gaseosas con bajo contenido en azucares., te, café débil o clarito, mate y mate cocido.
La Licenciada Alejandra Raichuni es coordinadora del Departamento de Alimentación del Centro Terapéutico Dr.Maximo Ravenna.

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