El membrillo es un fruto, originario de Asia central, típico de la estación de otoño. Nos regala un sabor y aroma inconfundibles. Su pulpa es áspera y un tanto amarga, y se utiliza fundamentalmente para preparar jaleas y confituras, que no necesitan espesante debido a su alto contenido en pectinas.
Entre las sales minerales que aporta destaca el potasio, también tiene vitamina C y sus propiedades astringentes son muy conocidas.
Simplemente cocido resulta muy ligero (27 calorías/100 gramos), aunque casi siempre se consume a modo de confitura o jalea por lo que, al añadirle una cantidad importante de azúcar, no son recomiendables en dietas de adelgazamiento ni en personas diabéticas.
También se utiliza para preparar gelatinas, confituras y pastas de frutas. Una rodaja añadida a una empanada o a una tarta de manzana les proporciona un aroma y sabor deliciosos.
Además, es un fruto que se conserva hasta 4 o 5 semanas si se guarda en un lugar ventilado.
¿A quién se recomienda?
El membrillo, acompañado de galletas, tostadas o frutos secos, resulta un aperitivo energético para quienes necesitan un aporte extra de calorías, como los deportistas, las personas con inapetencia o aquellas que quieren aumentar de peso.
El membrillo, acompañado de galletas, tostadas o frutos secos, resulta un aperitivo energético para quienes necesitan un aporte extra de calorías, como los deportistas, las personas con inapetencia o aquellas que quieren aumentar de peso.
El dulce de membrillo, por su elevado contenido en potasio y su escasa cantidad de sodio, resulta recomendabíe para aquellos pacientes que sufren hipertensión arterial o afecciones de vasos sanguíneos y corazón, no asociadas al exceso de peso.
A las personas que toman regularmente diuréticos (fármacos que eliminan potasio) también les conviene la ingesta de este fruto.
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