Por Mariana Israel
Estudios recientes demostraron que la papa, el chocolate, el
café y el helado, entre otros, aportan al organismo ventajas
desconocidas. Pueden tener efecto antioxidante y hasta prevenir
enfermedades.
28/08/12
A veces, la ciencia sirve de justificación para permitirse comer
lo que a uno le gusta. El ejemplo clásico es el chocolate, objeto de un
sinfín de investigaciones que lo realzan como beneficioso para la
salud. La última novedad, publicada en la revista Hypertension, es que
podría mantener joven el cerebro. Según el equipo de geriatría del
Hospital Avezzano y la Universidad de L’Aquila, en Italia, el cacao
combate el envejecimiento de las células cerebrales y mejorar la
capacidad cognitiva. Sin embargo, no son sólo “excusas”: cada vez más
los científicos llevan lo que comemos al laboratorio. Y descubrieron
nuevos beneficios de varios de los alimentos más populares en la mesa de
los argentinos.
Uno de ellos es la papa. Siempre cuestionada por
no aportar demasiadas propiedades nutritivas, investigadores de la
Universidad de Manchester (Inglaterra) demostraron ahora que su jugo es
eficaz para combatir las bacterias responsables de la acidez y podrían
ser una alternativa a los antibióticos. “Los productos botánicos tienen
montones de compuestos interesantes y sólo debemos descubrirlos”,
aseguró Ian Roberts, profesor de microbiología y director del estudio.
El
café es otro alimento consumido y polémico: “Ninguna sustancia ha
generado tanto debate”, asegura el presidente de la Sociedad Argentina
de Nutrición (SAN), Edgardo Ridner. Para consuelo de los cafeteros,
indica que “en varios estudios se observó que tendrían menor riesgo de
diabetes tipo II, accidente cerebrovascular, depresión y enfermedades
como Parkinson y Alzheimer”. “El café aporta compuestos fenólicos que
contribuyen a mantener la salud visual y el corazón”, agrega el doctor
Alberto Cormillot, especialista en nutrición. Un trabajo publicado este
año en la revista The New England Journal of Medicine evaluó a 400.000
personas y halló que los adultos que beben café tienen menor riesgo de
mortalidad general.
El helado es otro alimento que ganó
popularidad en los últimos días, cuando se difundió un estudio de
psicólogos y nutricionistas italianos que asegura que combate la
melancolía y el estrés. Otra investigación, del Centro Médico de la
Universidad de Maryland, explicó por qué: contiene triptófano, un
aminoácido que reduce la agresividad, y aumenta la serotonina, hormona
del bienestar. “Nuestro cuerpo no necesita del helado, pero tal vez
nuestra mente sí –opina Ridner–. Se ha observado que comer genera
mecanismos de recompensa que nos hacen sentir bien”.
Otro dulce
con beneficios es el pochoclo, que podría ser más que sólo un
ansiolítico en las películas de acción. Su concentración de polifenoles
(antioxidantes) puede superar a la de frutas y verduras, se expuso en la
última reunión de la Sociedad Americana de Química. Y su “cáscara”
tiene una alta concentración de fibra.
¿Y qué dice la ciencia
sobre la cerveza? Según un trabajo de la Sociedad Española de Dietética,
el lúpulo que contiene podría prevenir enfermedades relacionadas con la
oxidación celular y una lata de la “rubia” al día beneficia el sistema
cardiovascular, ya que contiene polifenoles. Néstor Cardinali, químico y
licenciado en alimentación, indica que también contiene salicilatos,
con efecto anticoagulante, antiinflamatorio y analgésico.
En
investigaciones publicadas el último mes sumaron puntos las nueces, uno
de los frutos secos más difundidos, y el aceite de oliva, infaltable de
la dieta mediterránea. Un artículo en Biology of Reproduction asegura
que las nueces ayudan a la fertilidad: probaron en hombres sanos de
entre 21 y 35 años que comer 75 gramos al día mejoraron la vitalidad,
movilidad y morfología de sus espermatozoides, por la alta proporción de
las nueces de ácidos grasos poliinsaturados. “Y por su contenido de
omega 3 contribuyen a mejorar la memoria y a controlar la presión
arterial”, añade Cormillot.
En relación con el oliva, a su
infinita lista de ventajas se sumó que podría proteger a los huesos de
la acción de la osteoporosis, concluyeron científicos del proyecto
PREDIMED, que desde 2003 investiga la dieta mediterránea. Vieron que el
aceite de oliva eleva los niveles de osteocalcina y de otros marcadores
relacionados con la formación ósea. También hallaron un importante
efecto en la preservación de la regulación de insulina pancreática.
El
tomate es otro alimento muy estudiado. “Al igual que sus derivados
–salsas y condimentos– contiene licopeno, con alto poder antioxidante.
Muchos estudios han asociado un consumo elevado con una disminución del
riesgo de cáncer de próstata y males cardiovasculares”, postula
Cormillot.
Por último, el popular postre “fresco y batata”, tiene
una razón científica. Según Cardinali, “el queso después de comer
modifica la acidez de la boca y hace que se vuelva alcalina. Esto evita
las caries porque las bacterias no se depositan”.
En el caso de
los alimentos “polémicos”, como el café o el chocolate, pareciera que
según el estudio que se lea pueden ser pésimos o buenísimos. Ridner
opina que circulan muchas noticias falsas o “exageradas” o estudios
pseudocientíficos de dudosa procedencia, y que hay que enfocarse “en lo
que proviene de ensayos clínicos”. Pero también, aclara la licenciada en
nutrición Sabrina Kuzakwa, ocurre que en algunas comidas conviven
aspectos positivos y negativos para la salud. “Las semillas de sésamo
poseen calcio, pero también tienen componentes que dificultarían su
absorción en el organismo”, ejemplifica. Y, como siempre, la clave
parece estar en incorporarlos al consumo con moderación (ver página 5).
El presidente de la SAN asegura que en nutrición, como en tantas otras
ciencias, queda mucho por descubrir y demostrar. “Todos los alimentos
siguen siendo estudiados y descubrimos algo nuevo todos los días, que
puede ayudarnos a comer mejor y a aprovechar aún más las cualidades de
cada comida”, concluye.
Fuente: clarin.com
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