Que
 el agua es una sustancia incolora, inodora e insípida en la que no hay 
nada, absolutamente nada más que dos átomos de hidrógeno y uno de 
oxígeno es cuento de las maestras de primaria y sus textos escolares. 
El
 agua que tomamos a diario, la que nos quita la sed, la que recomiendan 
los médicos y dietólogos está lejos de ostentar cualquiera de esos tres 
adjetivos. Tiene texturas y sabores perceptibles al paladar. Provenga de
 la canilla de casa o de los manantiales de la Patagonia, esta real 
fuente de vida se ha convertido, además, en un elemento más de la movida
 gourmet. Es que sí, ya existen aguas premium, hidrosommeliers y catas. 
En
 la cata no entra el agua potable que consume una ciudad entera, sino la
 envasada, la seleccionada por una empresa para su consumo. Y esto no es
 una novedad.
Ya
 en la Europa del siglo XIX, las familias adineradas que pasaban sus 
vacaciones en las termas, robaban pequeñas botellas para prolongar los 
efectos benéficos. Y de allí, a ser una de las industrias más prósperas 
de nuestra época fue sólo un paso. Hoy la historia dio otra vuelta de 
tuerca y entraron los hidrosommeliers en juego. Horacio Bustos es 
antropólogo, se especializó en vinos, pero hoy su fuerte es el agua. Y 
afirma que no todas son iguales: “Algunas tienen una mineralización muy 
fuerte y otras lo contrario; el grado de acidez es distinto, así como su
 estructura, balance y persistencia”, explica y agrega variables como 
las temperaturas ideales para servir cada una y los tipos de vasos y 
botellas más adecuados para preservar mejor sus propiedades. Todas 
tareas de esta novedosa especialidad. 
Y
 sí, también hay catas. Hoy esta disciplina se aplica a los vinos, al té
 y sus blends, al café de distintos puntos del mundo, y ahora, al agua. 
Como todas, tiene varias pautas establecidas para no fallarle y que 
salga lo mejor posible. Para quienes quieran experimentarla –en Buenos 
Aires, Bustos ya lleva varias a cabo– es importante que lo hagan con el 
estómago vacío, antes del desayuno, para que ningún sabor esté presente 
durante la actividad. Por otro lado, la bebida por probar debe estar en 
una temperatura que oscile entre los 18° y los 20º. Lo que el 
especialista hace, luego de tener claras estas dos pautas, es enseñar a 
analizar su aspecto visual, buscando aguas brillantes, límpidas y sin 
impurezas. Al olfato, no debe presentar aroma ferroso, calcáreo o graso. 
Por
 último, es la hora de probar el agua. Y que el paladar y las papilas 
gustativas sientan si es dulce, salada, persistente y equilibrada. “En 
una cata básicamente se diferencia el sabor. Y lo que varía esto es la 
composición mineral de cada agua”, describe Bustos. 
¿Y
 cómo puede el consumidor, quiera o no asistir a una cata, diferenciar 
el sabor de cada agua? Hay algunas claves para hacerlo. Las aguas con un
 sodio más elevado, tienen un sabor netamente salino y las que tienen 
poco de este mineral son las más livianas. El calcio les da un gusto 
alcalino, más intenso en la boca, los expertos incluso hablan de un agua
 “más cremosa”. Por su parte, el magnesio y los bicarbonatos le imponen 
características más pesadas y densas. Si se puede observar cada uno de 
estos parámetros, será más fácil elegir el tipo de agua. 
Como
 toda bebida que entra en el mercado gourmet… se marida. ¿Cómo? Sí. “Las
 que son más livianas y ligeras van con pescados y guarniciones de 
vegetales o tartas y terrinas suaves. Y las más intensas, así como las 
gasificadas, maridan con carnes rojas, pollos especiados y pastas con 
salsas”.
Las argentinas top
De Mendoza, Tesoro Andino (tesoroandino.com.ar) y Gussfeldt (gussfeldt.com)
Gota, del acuífero Guaraní de Entre Ríos: www.sg-guarani.org
Lauquen, de la Patagonia: www.lauquenwater.com
Seductive (Córdoba): www.seductivemineralwater.blogspot.com
Gota, del acuífero Guaraní de Entre Ríos: www.sg-guarani.org
Lauquen, de la Patagonia: www.lauquenwater.com
Seductive (Córdoba): www.seductivemineralwater.blogspot.com
Bares de aguas premium: la nueva tendencia gourmet
Ya
 son una tendencia en todo el mundo. No sólo las catas y los sommeliers 
especializados. Sino también por los bares donde el agua ya es toda una 
estrella. En las cartas se describen sus más diversos sabores para ser 
degustados por paladares exquisitos: agua con y sin gas, apenas con 
aromas a hierbas y algunas frutas, oxigenadas y de los manantiales más 
inalcanzables. 
En
 la ciudad de Nueva York, por ejemplo, el espacio llamado Vía Genova 
ofrece 33 tipos de aguas distintas provenientes de 15 países (con 
precios de entre 4 y 55 dólares). En el menú tienen información 
detallada del origen y la composición de cada una de las aguas: hay una 
japonesa que según la dueña del lugar va genial con el sushi, una 
italiana que dicen es la preferida del Vaticano y la Bling H2O, que 
viene en una botella de cristal tapada con corcho y adornada con 
cristales Swarovski. 
En
 Japón, el bar Ogo tiene dos tipos de agua solamente, pero contienen 
hasta 200 miligramos de oxígeno por cada litro, lo cual, según ellos 
afirman es buenísimo para la salud. 
Se suman otros casos de aguas premium: el Water Bar de Colette de París y el Aqua Store de Roma. 
En
 este punto es necesario aclarar que en la Argentina también hay algunos
 bares llamados “de agua”, pero aquí la idea que gobierna es maridar las
 distintas aguas que son saborizadas con platos de comida de autor. El 
Bar de Ser en Mar del Plata es uno de ellos.
Fuente: clarin.com

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