lunes, 31 de enero de 2011

El calendario de la cebolla, de los Volgas


Una tradición para saber como sería el tiempo el año siguiente

El método del calendario de la cebolla se desarrolla en la nochebuena, a la hora de la misa de Gallo y consiste en cortar una cebolla por la mitad, comenzando a separarla en doce capas en forma de tacitas, que se colocan una al lado de la otra: cada tacita de cebolla representa un mes del año, de enero hasta diciembre. Introduciéndole luego un puñadito de sal a cada tacita.

El procedimiento para realizar las tacitas consta en deshacer la cebolla de adentro hacia afuera, desarmándola poniendo, a medida que se deshace la cebolla las doce tacitas una al lado de la otra, que representan los doce meses del año.

Es decir, una tacita representa el mes de enero, otra a febrero, otra a marzo y así sucesivamente hasta arribar al mes de diciembre y luego se le pone un puñado de sal a cada uno y se la deja reposar hasta que termine la misa de gallo. Transcurrido ese lapso de tiempo se comienza a notar que algunas empiezan a humedecerse. (Algunas familias las dejaban reposar hasta la mañana de Navidad, momento en que se notaba todavía mas el agua que contenían).

Al observar el resultado podemos apreciar que algunas tacitas contienen gran cantidad de agua, otras apenas un poco, y otras casi nada o directamente nada. Según la cantidad de agua que contenga cada tacita, así se presentará luego el mes que cada una representa. Si la tacita está seca, anuncia un mes seco. Si la tacita contiene poco agua, será un mes relativamente húmedo. Y si contiene mucha agua, será un mes excesivamente húmedo. Por supuesto que también hay meses que varían entre húmedos y secos.

Estos pronósticos, el campesino los iba registrando en un almanaque, para después poder proyectar con tranquilidad los trabajos agrícolas.

Pues este método de pronosticar mediante la cebolla, siempre resultó altamente acertado De esto dan cuenta nuestros relatos de abuelos.

Fuente: Libro Antiguas tradiciones de Alemanes del volga de Hector Maier y Julio C. Melchior

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