martes, 17 de junio de 2014

¿Sabías que el azúcar nos produce arrugas?

La mayoría pensamos que la razón más importante por la que aparecen arrugas en el rostro es la excesiva exposición al sol. Varias décadas de concientización respecto de los efectos nocivos de las radiaciones UV han logrado que hombres y mujeres incrementen los cuidados: se mantienen a la sombra, se aplican protectores, evitan las camas solares y se cubren con sombreros.

Pero aún así, las arrugas siguen apareciendo.

Es que si bien las radiaciones UV tienen un papel importante en el deterioro prematuro de la piel, hay otro factor que está tomando protagonismo: el azúcar.

Sí, el azúcar causa arrugas. Pero no solamente hablamos del azúcar de una golosina o de una bebida gaseosa. Un vaso de vino, una porción de pasta, una tajada de pan, el exceso de frutas, proteínas y vegetales eventualmente se transforman en azúcar –glucosa– en nuestro cuerpo. Además, algunas formas de cocción de los alimentos como el grillado, el tostado, la fritura y el asado también agregan azúcares. Por lo que los panes crujientes, el pollo asado, el café (cuyos granos están tostados y en ocasiones torrados con azúcar agregada) y hasta la granola elevan su contenido natural de azúcares.

Y esos azúcares envejecen la piel mediante un proceso llamado glicación.

¿Qué es y cómo se puede evitar?

La glicación es un proceso bastante complejo. Simplificando, podemos decir que las moléculas de azúcar se transforman en productos que debilitan y deforman las fibras de colágeno y elastina que son las que otorgan el aspecto juvenil, turgente y elástico. Entonces, la piel del rostro pierde radiancia y aparecen arrugas y surcos.

Cuando somos jóvenes, el cuerpo produce más colágeno y puede protegerse mejor contra el daño que causan los azúcares. Con el tiempo, al alcanzar más o menos los 35 años, la combinación de fotodaño, estrés oxidativo debido a la agresión medioambiental, cambios hormonales y la acumulación de fibras debilitadas por los azúcares comienzan a cobrar peaje al mismo tiempo en que nuestra capacidad de reparar el daño disminuye. Entonces la piel empieza a verse… Envejecida.

La glicación no puede ser detenida por completo porque, entre otras cosas, no podemos dejar de ingerir alimentos. Lo que sí podemos hacer es cuidar nuestra piel con productos antiglicación que son los encargados de proteger a las proteínas del efecto nocivo de los azúcares. Estas fórmulas son excelentes para evitar la flacidez y, en especial, para las pieles fotodañadas que deben su color amarillo almibarado a la glicación de las proteínas.

No solamente debemos cuidar la piel por fuera sino también por dentro. La aplicación de productos tópicos garantiza la llegada de los activos a las capas más profundas de la piel, allí donde está el centro del problema.


La doctora Patricia Dermer es licenciada en Química, doctora en análisis biológicos y directora de Lidherma.

Más info: www.lidherma.com
Foto: Thinkstock Photos
Fuente: entremujeres.com

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