martes, 26 de noviembre de 2013

La curiosa relación entre el cambio climático y el vino

Importantes científicos y entes especializados profundizaron las investigaciones en cuanto a las implicancias que traerá aparejadas para la vitivinicultura la indetenible modificación del clima.

Las previsiones sostienen que para el año 2050, varias de las zonas más importantes de la viticultura de la actualidad, muy probablemente se vean afectadas o perdidas, a causa del incremento en las temperaturas y la merma en las precipitaciones. Del mismo modo, se prevé la aparición de terruños en los cuales hasta hace unos pocos años hubiese sido impensado plantar vides, a raíz de sus bajas marcas térmicas.

Respaldando todos los estudios analizados figuran el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Comisión de Viticultura de la Organización Internacional de la Viña y el Vino, la Universidad Politécnica de Madrid, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, la Universidad de Salamanca, el Instituto Nacional de Vitivinicultura, y las Naciones Unidas, entre otras entidades de menor envergadura.

Fundamentalmente, los factores que perjudicarían a la mayoría de los viñedos que existen hoy en día es una elevación en las temperaturas medias prevista en promedio en 2 grados centígrados, una fuerte disminución en las precipitaciones y una incorrecta distribución de las mismas, concentrándolas en determinados periodos, lo que traerá aparejado inundaciones en una época y sequía en otra. Ahora bien, analicemos esto más en detalle.

En concreto, se esperan inviernos menos fríos y veranos más cálidos, eventos extremos (granizo, sequías, olas de calor), mayor periodo libre de heladas, menor diferencia entre las temperaturas diurnas y nocturnas, aumento de la insolación, y reducción de las precipitaciones en promedio un 15 %. Pero, ¿qué efectos traerán estos episodios sobre el terruño? Evaporación del agua del suelo y de los reservorios, aumento de la erosión de los suelos, inundaciones en zonas bajas, y carencia de agua para riego.

¿Qué efectos traerán estos episodios sobre la vid y las uvas? Mayor incidencia de enfermedades en la planta, diferencia marcada entre la fecha de maduración industrial y la polifenólica, alto contenido de azúcar, bajo contenido de acidez, disminución de la calidad por falta de amplitud térmica, problemas en el cuaje y polinización, evapotranspiración excesiva, fotosíntesis dificultosa, alto estrés hídrico, menor cantidad de precursores aromáticos, adelanto de la fecha de cosecha y disminución en la cantidad de bayas.

¿Y qué efectos traerán estos episodios sobre los vinos resultantes? Mayor graduación alcohólica, menor nivel de acidez y mayor pH, cambio de color, aromas débiles, menor potencial de guarda, taninos desestructurados, azúcares reductores elevados, e incorporación exógena de determinados tipos de componentes que no llegaron desde el terruño. En definitiva, una disminución de la calidad con respecto a la actualidad. Eso, siempre y cuando no se tomen las medidas adecuadas, ya que no todas son malas noticias.

Los autores de los estudios llegan a las siguientes conclusiones y recomiendan a los viticultores y bodegueros: Optimizar el recurso hídrico haciendo prevalecer el riego por goteo, identificar las cepas con mayor resistencia y poder de adaptación a los cambios de su terruño, utilización de mayas antigranizo, disminución del raleo de hojas alrededor de los racimos, utilizar beneficiosamente los accidentes geográficos que protejan los cultivos, plantación de nuevas variedades de uvas mas versátiles, experimentación con levaduras seleccionadas de altos rendimientos, y sobre todo mucha investigación. En definitiva, tener la mente abierta al cambio y adaptarse al nuevo escenario.

En consonancia con todo lo anterior, están comenzando a resultar exitosas las plantaciones de viñedos en zonas que eran consideradas no aptas, así como del mismo modo se empieza a planear la conquista vitivinícola de regiones inhóspitas. Estamos hablando de Bélgica, Polonia, Dinamarca, la Unión Soviética, el norte de Estados Unidos, Noruega, Alemania, entre otros. Un caso particular es el de Inglaterra, que gracias al aumento de sus temperaturas registrado en los últimos 40 años, posee terruños que están otorgando vinos sorprendentes y de alta categoría, ya que se transformó en un lugar apto para el cultivo de la vid.

Paulatinamente, los países del hemisferio sur llevaran sus nuevos cultivos más hacia el sur, y los del hemisferio norte más hacia el norte, buscando en ambos casos climas más frescos. Del mismo modo, la implantación en montañas y terrenos elevados favorecerá claramente en la lucha contra los efectos del cambio climático, ayudando a mantener los viñedos a una temperatura correcta, conservando las amplitudes térmicas y la sanidad de las plantas. ¿Qué sucederá con las Denominaciones de Origen Controlado? Sólo el tiempo lo dirá. Tal vez persistan, tal vez se transformen, tal vez desaparezcan.

El cambio climático es eso, un cambio, al cual la viticultura deberá adaptarse, así como el resto de los cultivos. Para algunas zonas será desfavorable, y para otras será muy positivo. Claramente, la Patagonia tiene mucho para aprovechar en ese sentido, considerando lo amplio de su territorio y la gran cantidad de posibilidades que ofrecen los distintos micro-climas que posee dentro de su gigante región. Muy probablemente sea vista en un futuro como una de las principales zonas vitivinícolas del mundo.

Por Diego Di Giacomo
info@expovinosbariloche.com
www.expovinosbariloche.com 

Fuente: Area del Vino

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