En
México el Fin del Mundo parece un evento en sí mismo. Se esperan una
cantidad de turistas increíble, ferias de comida, fuegos artificiales.
Es que para ellos, más que el final, es el principio, el cambio, la
mutación, la consciencia. Paralelamente, hay pueblos aislados en
Francia, Suiza, e incluso en Argentina (en los alrededores del Uritorco
no va a entrar un alfiler para el 21) que parecen ser los elegidos por
los que le adjudican a ese fecha sucesos apocalípticos. Y entre fiesta
-recordemos que para los mexicanos la muerte se vive como una
celebración- y paranoia a un chef chicano, José Ramón Castillo, se le
ocurrió una genialidad: crear la trufa del fin del mundo.
Así es... mezclar ingredientes del pueblo de la
profecía y hacer un rico chocolate con mezcal. "Como este año estaban
con la locura de que el fin del mundo y los mayas, pues dije: vamos a
ponerle trufa del fin del mundo. Y es la más vendida del año. Lo que
hace el mercadeo!", explica a AFP Castillo. La estela (con la supuesta
profecía) fue hallada en el estado de Tabasco (sureste), conocido por la
calidad de su cacao y de dónde proviene el chocolate que con amoroso
cuidado es trabajado por Castillo, único latinoamericano incluido en la
exclusiva guía del "Club des Croqueurs de Chocolat" (Club de devoradores
de chocolate") de Francia.
"Esta trufa tiene frutos mexicanos, como mango
enchilado, también hay piña, fresa, higo, manzana, piñones y todo se
macera dos meses en mezcal tobala (destilado de agave similar al
tequila). Ya que se fermetó y se maceró, se le mezcla chocolate al 85%
cacao y al 45%", explica Castillo. La trufa, que cuesta dos dólares por unidad,
destaca por su elegancia: cubierta dorada coronada por pequeñas esferas
cual si fueran gotas de oro. Al degustarla, el chocolate se deshace
suavemente, se sienten los trozos de fruta y en la boca queda el bouquet
del agave.
Un poco de historia
Entre las culturas prehispánicas mexicanas, el cacao
era el mayor regalo de su dios, Quetzalcóatl entre los aztecas y olmecas
y Kukulkán entre los mayas. El fruto estuvo presente en ritos
religiosos, era moneda de trueque y un ingrediente dulce o salado en la
cocina.
Florencio Sánchez, promotor turístico de la Hacienda
Jesús María y Chocolates Cacep, una de las principales productoras del
ramo localizada en Tabasco, explica que hay evidencias del cacao entre
los olmecas, considerada la "cultura madre" de los pueblos mexicanos
desarrollada desde el 1.200 antes de nuestra era.
En la región maya se encuentran numerosas
representaciones del cacao "como una placa de jade y en pinturas en
Chichen Itzá", en Yucatán (este), el mayor sitio arqueológico de la
cultura maya.
Pese a que México legó al mundo el uso del cacao, el
cultivo de este fruto, que además de ser la base del chocolate es
utilizado para productos como cremas y cosméticos, lucha por superar una
crisis, desatada por un hongo y el desapego a su cultivo, que estuvo a
punto condenarlo a la desaparición.
"No hicimos la muralla debida y nos cayó el hongo
monilia desde Centroamérica. Es como la diabetes, no se cura, tienes que
tratarla, controlarla y buscar otros medios para que los árboles sigan
produciendo", explica Sánchez.
Foto: AFP
Fuente: revistamaru.com
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