Caminar 50 minutos por una cinta rodante tres veces por semana parece
ser una buena estrategia para mejorar la velocidad de la marcha en los
pacientes con Parkinson, según los datos de un estudio donde se evalúa
la eficacia de esta actividad y de ejercicios de resistencia muscular y
estiramientos.
Una de las discapacidades que más deterioran la calidad de vida de las personas con Parkinson es el deterioro de la marcha.
"Se merma la velocidad de la marcha, la amplitud de la zancada, la
cadencia y la base de sustentación. O, lo que es lo mismo, cambian el
espacio entre pie y pie y ponen uno enfrente del otro, lo que les
dificulta el caminar. Otro síntoma es el bloqueo en el inicio de la
marcha, es como si tuviesen los pies pegados al suelo y no los pudiesen
levantar. En definitiva, se pierde el automatismo del caminar", explica
Mónica Kurtis Urra, secretaria del Grupo de Estudio de Trastornos del
Movimiento de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Esa dificultad para caminar no mejora con las terapias actuales, como
la medicación dopaminérgica o la cirugía. En los últimos años,
diferentes estudios han señalado al ejercicio como la vía principal para
mejorar o preservar la capacidad para caminar en estos pacientes, y con
ella su calidad de vida. Pero, ¿qué tipo de actividad deberían realizar estos pacientes?, ¿con qué intensidad? Ese ha sido el objetivo final de un estudio, publicado en la revista 'Archives of Neurology',
en el que se han comparado diferentes tipos de ejercicios a distintos
niveles de intensidad para conocer su efecto sobre la marcha, la forma
física y la fuerza muscular de 67 pacientes con Parkinson.
Los participantes fueron asignados a tres grupos: uno, el de mayor
intensidad, realizaba 30 minutos de actividad por la cinta rodante al
70-80% de su reserva de la frecuencia cardiaca; el segundo, el de menor
intensidad, caminaban por la cinta durante 50 minutos pero al 40-50% de
su tasa cardiaca; y los participantes del tercer grupo realizaron
ejercicios de resistencia y estiramientos en dos tandas de 10
repeticiones con cada pierna. Todos los pacientes llevaron a cabo esta
actividad tres veces por semana durante tres meses.
Tras ese periodo, se volvió a evaluar a los pacientes y se comprobó
que los diferentes tipos de ejercicios generaron distintos resultados.
"Los que caminaron por la cinta rodante a una intensidad baja son los
que consiguieron la mayor mejoría en la velocidad de la marcha [un 12%
de incremento]. No obstante, el beneficio a nivel de forma física, y
función cardiovascular, se dio tanto en los que realizaron el ejercicio
más intenso como los que estuvieron en la cinta rodante a baja
intensidad", explican los investigadores en su estudio. Por otro lado,
también se comprobó que los estiramientos y los ejercicios de resistencia mejoraron la fortaleza muscular, pero no la función cardiovascular.
El hecho de que el ejercicio menos intenso fue el que consiguió
mejores resultados y que sea también el más viable para la mayoría de
pacientes con Parkinson "tiene importantes implicaciones para la
práctica clínica", señalan los investogadores. No obstante, advierten,
los beneficios sobre la marcha, el rendimiento físico y la fuerza
muscular observados tanto con la cinta como con los ejercicios de
resistencia, "no se tradujeron en mejoras en la discapacidad y la
calidad de vida". Por este motivo, afirman, deberían diseñarse estudios
que combinen diferentes tipos de ejercicio, durante periodos más
prolongados y que investiguen su potencial para modificar la trayectoria
de la progresión de la enfermedad.
"Se trata de un estudio muy interesante y revelador.
Los pacientes suelen preguntar en la consulta sobre si el tipo de
comida o el ejercicio influye en su estado de salud y qué pueden
modificar. Por este motivo, trabajos como este están muy bien", señala
Kurtis.
La especialista de la SEN aclara que lo más parecido al ejercicio con
cinta rodante es caminar por el parque, "aunque para confirmar que la
eficacia vista en este estudio es extrapolable se tendría que hacer un
ensayo comparativo. Aunque no es exactamente igual, porque la cinta te
obliga a caminar sin parar, si el paciente no quiere ir a un gimnasio,
yo le recomiendo pasear, a paso ligero, por el parque. También hay otros
estudios que muestran la eficacia del 'nordic walking' o caminar con bastones, porque con ese ejercicio se movilizan brazos y piernas a la vez".
En un editorial que acompaña al estudio, Liana S. Rosenthal y Ray
Dorsey, neurólogos del Centro de Enfermedad de Parkinson y Trastornos
del Movimiento, perteneciente de la Universidad Johns Hopkins, en
Baltimore (Maryland, EEUU), señalan que "esta investigación añade
evidencia del valor de intervenciones que van más allá de la medicación y
la cirugía y que ofrecen una oportunidad para que los pacientes sean
participantes activos en su cuidado [...] Este papel les conduce a una
mayor satisfacción con el cuidado, y a cumplir mejor con las
recomendaciones de sus médicos. En esencia, el ejercicio pone al enfermo
-no una pastilla- en el centro del tratamiento, que es exactamente
donde los pacientes quieren, y deben, estar ".
Ángeles López | Madrid
Fuente: elmundo.es
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