martes, 15 de mayo de 2012

Kaiken, la bodega que busca marcar la diferencia con un método muy poco difundido en la Argentina

Kaiken es una de las compañías que exhibe mayor dinamismo en el plano exportador.

Uno de sus grandes caballitos de batalla, el Kaiken Reserva -línea conformada por un Malbec y un Cabernet Sauvignon-, logró ubicarse el año pasado dentro de los 30 vinos más exportados de la Argentina, según datos provistos por la consultora MRT.

La bodega, además, ya está presente en cerca de 50 mercados en el exterior, de la mano de una logística y distribución aceitadísima, dado que la firma es propiedad de la familia Montes, que en Chile es uno de los apellidos referentes a la hora de explicar el salto cualitativo de la industria vitivinícola de los últimos años del otro lado de la Cordillera. Además, son dueños de NapaAngel, un proyecto desarrollado en la zona vitivinícola por excelencia de Estados Unidos.

"La Argentina tiene un potencial enorme, en los últimos años salió agresivamente a pelear al mundo. Y yo me siento particularmente feliz de competir en el exterior y mostrar lo que estamos haciendo en el país", se entusiasmó Aurelio Montes (h), gerente general y winemaker de Kaiken, quien recibió a Vinos & Bodegas y a otros medios de prensa en las instalaciones que la bodega posee en Luján de Cuyo.

Pero más allá de esta importante presencia internacional, Kaiken también está pisando más fuerte en el mercado interno, donde sus vinos, hace unos años prácticamente rarezas, son descubiertos por cada vez más consumidores en busca de nuevas alternativas.

En la actualidad, la bodega, que cuenta con una capacidad de 6 millones de litros -si bien elaboran 2,5 millones-, está recibiendo un "face-lift" para el cual sus responsables están comenzando a aplicar técnicas prácticamente sin difusión en la Argentina.

En efecto, según explicó Montes, el establecimiento comenzará a incorporar elementos de la filosofía oriental Feng Shui, con la cual se busca el equilibrio en el espacio para que éste repercuta positivamente en el factor humano y esto impacte en el producto final: el vino.

La idea de convertir a Kaiken en la primera bodega Feng Shui de la Argentina no es casual: en 2004 esta familia inauguró en el Valle de Colchagua, Chile -previa inversión de u$s7 millones- una de las bodegas más modernas del país vecino en la cual, justamente, se aplicó esta disciplina de origen asiático con la cual buscaron crear un ámbito de armonía y una atmósfera positiva.

De allí, salen los afamados vinos Montes Alpha, Montes Alpha M y el Purple Angel.

En el plano local, el proyecto que Kaiken tiene en Luján de Cuyo incluye cambios simples y concretos, como el color de las paredes, hasta modificaciones a la hora de criar los vinos, tales como incluir música de onda larga en las salas de barrica.

"La música tiene efectos sobre los animales, las plantas y los humanos. Y también sobre los líquidos. La vibración de onda larga, como son los cantos gregorianos, ordena las partículas y permite que se muevan de manera armonizada los polifenoles y los antocianos", explicó.

A diferencia de la biodinámica, el concepto del feng shui, según Montes, "se aplica más que nada en lugares cerrados, por eso es viable dentro de la bodega y no tanto en los viñedos".

El directivo resumió la filosofía de Kaiken con una simple frase en inglés: "Happy people, happy wines".
"Si la gente trabaja en un buen ámbito, con buena energía y feliz, las cosas salen mejor", recalcó Montes, para luego agregar que "el cambio requiere un gran esfuerzo económico. Hay que invertir mucho, pero si no creés, no tiene sentido llevarlo adelante".

Su portfolio

Para el gerente y enólogo, lo más importante, antes de hablar de los vinos, es la uva.

En Kaiken nada está librado al azar, dado que la bodega está llevando adelante un plan denominado "proyecto terroir", que consiste en un pormenorizado estudio del suelo y del clima, prácticamente centímetro a centímetro, para determinar cómo trabajar de la mejor manera cada variedad y así lograr su máximo potencial posible.

La bodega cuenta con 17 hectáreas en Vistalba, de donde obtiene uvas procedentes de un viñedo de 100 años de antigüedad. Además dispone de unas 65 hectáreas en Agrelo, al tiempo que adquirió otras 150 hectáreas en el Valle de Uco, de las cuales, por el momento, sólo 15 están plantadas.

"La idea es ir hacia un mix en el cual un 70% de la uva sea propia y el 30% restante, comprada. Esto nos vas a permitir experimentar y conservar cierta flexibilidad cuando busquemos probar cosas nuevas", explicó el experto.

A la hora de sintetizar la filosofía de la compañía, Montes destacó que "nuestro objetivo siempre fue el de consolidar lo que ya teníamos e ir aprendiendo mucho antes de innovar. Siempre fuimos avanzando siempre con cautela, tratando de pisar firme antes de lanzar un nuevo producto".

En este contexto, Montes se encargó de guiar la degustación, que se transformó en una suerte de master class, en la cual el experto profundizó sobre el arte de hacer vinos y los detalles a tener en cuenta a la hora de producir etiquetas de alta gama.

El testing se inició con el Kaiken Rosé 2011, que tiene un precio sugerido de $49.
Este rosado, elaborado en base a uvas Malbec, es pura fruta en nariz, vibrante y sumamente expresivo. En el paladar se muestra fresco, de la mano de una acidez marcada. Es un vino ágil en boca, pero no excesivamente ligero, dado que presenta algo de untuosidad que envuelve el paladar. El final, de larga persistencia, premia con una cereza fresca. Este mix deriva en que no sea un rosado tan "piletero" como muchos de los que abundan en el mercado, sino que esté más pensado para la gastronomía, para acompañar desde pescados hasta carnes blancas. 
 
Luego, fue el turno del Kaiken Malbec 2010, con un precio sugerido de $49.

Está elaborado con un 70% de uvas de Agrelo (Vistalba) y un 30% del Valle de Uco y es uno de los caballitos de batalla de la bodega, con una interesante relación calidad/precio.

De hecho, esta misma etiqueta formó parte de un reciente top 5 de Malbec publicado por Vinos & Bodegas.

En nariz impacta con una rica fruta roja, acompañada por notas florales limpias y una madera que no enmascara nada: acompaña y no se roba la cartelera. A medida que pasan los minutos, premia con sutiles notas de caramelo. Al paladar se presenta como un vino muy jugoso, fresco, con taninos amigables y una acidez correcta.

Hacia el final, se va potenciando la fruta y se empieza a descubrir algo de madera, de la mano de tostados sutiles.

Posteriormente, se degustó el Kaiken Cabernet Sauvignon 2010, cuyo precio también está en el orden de los $49.
El know how que vienen desarrollando en Chile a la hora de elaborar esta cepa, quedó plasmado en esta etiqueta con ADN argentino. Es un Cabernet Sauvignon que se caracteriza por tener una muy clara tipicidad. El pimiento verde se percibe limpio, acompañado por algunas notas especiadas.

Al fondo se intuye algo de café y caramelo, heredado por su breve paso por madera. En boca se puede palpar el sello Kaiken: corre con mucha gracilidad y se muestra jugoso, pero sin resignar la estructura esperada para esta variedad.

Montes es uno de los defensores de la pirazina en los Cab -en dosis justas- y lo considera un sello de identidad. Para ello trabajan cuidadosamente sobre los niveles de exposición de los racimos a la luz y así evitar que se pierdan las notas herbáceas buscadas.

Antes de subir en el portfolio, Montes sintetizó el estilo de esta línea como "vinos que trascienden, porque son agradables e invitan al consumidor. Siempre me da satisfacción cuando en un restaurante veo que se acaba la botella. Esa es una señal inequívoca de que estamos ante un buen vino".

La hora de los cortes

"Históricamente tuvimos aprehensión a lanzar cosas nuevas. Pero los blends nos permitieron buscar variedades distintas. En vez de apostar a variedades puras nuevas, hemos hecho cortes y hemos tenido éxito", explicó Montes.

En este contexto, el experto subrayó que uno de los ejes de Kaiken es la constancia. Esto implica mantener a rajatabla un perfil de vinos y evitar "despistar" a los consumidores con cambios abruptos añada tras añada.

"Cada año la línea tiene que ser la misma. No puedo tener un año con más o menos madera, o con más o menos pirazina. Eso no es posible, tenemos que tener un estilo definido. La clave es mantener la línea y dejar que la diversidad se logre con las distintas variedades del portfolio", explicó.

Con una dosis de humor, Aurelio sintetizó este concepto de no moverse del estilo ya definido: "Si a alguien no le gusta mi vino, entonces que no lo compre más, porque siempre vamos a mantenernos en el mismo estilo".

Uno de los blends destacados de la degustación fue el Kaiken Corte / Malbec - Bonarda - Petit Verdot 2010, cuyo precio sugerido alcanza los $70.
Se trata de un interesante blend a un precio más que atractivo. Rica fruta roja en nariz, madura, casi confitada, con un buen despliegue floral. En boca muestra una excelente estructura, acompañada de una buena acidez, que le aporta una buena dosis de frescura. A medida que va avanzando por el paladar se va liberando una intensa carga aromática. En la boca hay un interesante mix: la sucrosidad típica del Malbec le da ese perfil clásicamente amigable, pero con una columna vertebral dictada por la firmeza del Petit Verdot. Largo y persistente final.

El testing prosiguió con el Kaiken Ultra Malbec 2010 ($100).

Un exponente de alta gama que premia en nariz con una fruta roja madura y notas ahumadas, heredadas tras su paso por barrica. En boca es un vino típicamente "world-friendly", con un ataque elegante y de paso amable, sin resignar estructura y con algo de nervio. Final de muy marcada persistencia, matizado con ricas notas de café. Sofisticado y con carácter, un mix que sintetiza la esencia de esta etiqueta.

Aurelio echó luz sobre el Ultra Malbec al explicar que "decidimos incorporar un 4% de Cabernet Sauvignon del Valle de Uco. Para nosotros es un caballo salvaje que termina de darle forma a este vino de guarda, ideal para poder pelearle a un cordero a la cruz".

Por último, fue el turno del vino ícono de la bodega: Kaiken Mai 2007 ($360).
Los enólogos chilenos le rinden culto al Malbec argentino con esta etiqueta que nunca pasará desapercibida, dado que, desde el inicio demuestra su diferencial: en nariz es un vino súper concentrado, dominado por notas de mermelada de frutos negros. En boca se percibe un tanino dulce, aterciopelado, que marca un estupendo contrapunto con su gran estructura. La madera está presente pero bien integrada, luego de su paso de 18 meses por roble francés. El final es a toda orquesta: largo, intenso y elegante.

Es un vino de mucho cuerpo, ideal para acompañar carnes asadas. Sin embargo, su sedosidad es tal que también acepta ser bebido con una pequeña selección de quesos. Recomendado para disfrutar durante un largo tiempo. Por todo esto, estamos ante un Malbec sumamente versátil. En un contexto en el que algunos bodegueros argentinos, amantes del estilo de vinos del Viejo Mundo, dudan de la capacidad de evolución del Malbec a través del tiempo, Montes lanzó un desafío: "Me ha impactado lo bien que envejece el Malbec bien trabajado. Todo depende de la zona y de cómo se elabore. Esta etiqueta puede durar fácil más de 20 años".

Por Juan Diego Wasilevsky
Editor - Vinos & Bodegas
Enviado especial a Mendoza
vinosybodegas@iprofesional.com
(c) iProfesional.com

Fuente: iprofesional.com

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