martes, 1 de junio de 2010

El ajo, ese indispensable


Entre mitos y verdades, un ingrediente fundamental de la cocina que también es destacado por su cualidad saludable.

En las culturas antiguas del mediterráneo, griegos, romanos y hebreos lo utilizaban en preparaciones culinarias y muy especialmente como medicamento.
Durante la Edad Media, ristras de ajos y otros yuyos se suspendían de las puertas de las casas para que no ingresara "el mal" y curar enfermedades. La medicina naturista avala muchas de sus propiedades curativas. La bromatología destaca sus atributos como un buen alimento, con valores energéticos, pero su escasa presencia, en comparación con los volúmenes de otros productos de la huerta, le quitan relevancia alimentaria. Es rico en minerales y cuando se manipula -al pelarlo, picarlo- su aroma emerge con intensidad.

Hay dos grupos que se diferencian por el color de la cubierta: el ajo blanco o común y el ajo rosado o morado.

El blanco es carnoso, resistente y más grande que el morado. Es el que mas abunda en todo el mundo. El rosado, más pequeño, es más débil que el primero. Están todo el año y los mejores van apareciendo hacia el verano, en toda su plenitud.

Se eligen firmes, sin brotes y con su envoltura seca. Rechazar los amarillentos y huecos. Se conservan en lugares secos, frescos y con ventilación.

El ajo tiene propiedades antisépticas, fungicidas, bactericidas y depurativas; los fanáticos lo llaman la penicilina natural. Es un buen diurético, combate bacterias y virus, resulta efectivo en casos de parásitos y es un buen dilatador del diámetro de los vasos sanguíneos, motivo por el cual mejora la circulación de la sangre.

Así como no se conciben recetas mediterráneas sin aceite de oliva, es impensable una buena salsa española o italiana sin ajo. Entero, picado o pisado, durante la cocción sus aceites se confunden con los fondos y dejan una presencia que resulta en un plato con valor agregado.

1. A la lucha
Los atletas griegos y romanos ingerían ajos antes de los combates.

2. Sin brote
Para evitar las molestias, pelarlos, abrirlos al medio y quitarles el brote verde que contienen.

3. Consejo
Durante el embarazo y la lactancia, se aconseja disminuir su ingesta.

Fuente: lanacion.com

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