Tanto en los países escandinavos, como en Bélgica y Alemania cocinar con cerveza es una tradición que es sencilla de asimilar, respetando algunas reglas básicas.
El secreto principal para que un plato cocinado con cerveza resulte perfecto es dejar evaporar su alcohol. Al igual que en la cocina con vino, es necesario que sólo quede el cuerpo de la bebida y su fragancia, asimilados a los ingredientes en cocción.
En general, la cerveza puede reemplazar a la leche, al caldo, al vino y, por supuesto, al agua en variadas recetas, y es recomendable utilizar siempre la cerveza blanca, de sabor medio.
Aunque exótica para el paladar, la cerveza negra también se puede adaptar a algunos platos, sobre todo en los que intervenga la carne de vaca. Una de las cualidades de la cerveza en la cocción es su capacidad para hacer más livianos los soufflés, los risottos, las masas de panqueques y frituras, las sopas y las marinadas.
Los guisados con cerveza se enriquecen con un cubo de caldo, una pizca de curry, mostaza, alcaparras, cebolla, puerro, apio y los pepinitos clásicos de la cocina escandinava.Para acompañarlos, se adaptan perfectamente el arroz blanco, el puré de manzanas, las manzanas enteras asadas, las rodajas de manzana salteadas en manteca o los pepinos agridulces cortados en rodajas.
La cerveza es protagonista en el welsh rarebit, en la carbonada flamenca, en la gallina a la flamenca, en el cerdo a la flamenca, en la fondue danesa y en especial, en los platos con carne de vaca, de cerdo o de cordero, en platos con gallina y pollo o con pescados grasos.
Un secreto final: la cerveza debe entrar en la preparación de los platos a temperatura ambiente y siempre que se cocine con cerveza, en la primera parte de la cocción, se debe cocinar sin tapar la preparación, para que ésta no huela a alcohol.
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