viernes, 7 de junio de 2013

"A muchos les sirve que el té de Argentina sea barato y anónimo, pero hay quienes quieren cambiar"

De un tiempo a esta parte, una infusión ha ido ganando cada vez más relevancia en Argentina: el té.
Y es que de la mano de una tendencia hacia el "refinamiento" de los sentidos, han ido surgiendo muchas casas de té, escuelas de cata y marcas de autor.

Pero no sólo el consumo de este producto es importante en el país, sino que localmente también existe una tradición centenaria de producción de té (Camellia sinensis), siendo uno de los principales exportadores a nivel mundial. Los productos que se comercializan son fundamentalmente té negro y también té verde y té rojo en menor proporción.

Pese a todo, el país no es reconocido entre "los mejores" en el área, situación que más de uno quiere que cambie.

Por eso, entre el 16 y 19 de mayo tendrá lugar la XXVI Edición de la Fiesta Nacional del Té, marco en el cual se anunciarán los ganadores del Concurso del Té Argentino "Sendero de Excelencia", cuyos objetivos principales son: 

Estimular a los productores tealeros del país para alcanzar nuevos estándares de calidad de producción y elaboración, fomentando la diversificación en la elaboración de tés especiales.
• Contribuir al cambio de imagen del té argentino como producto de alta calidad y buena taza dentro de la comunidad tealera argentina y en el mercado externo.

Para conocer qué elaborador tiene un producto con óptimas características organolépticas, mediante la comparación sensorial de los diferentes participantes, se convocó a un jurado de expertos nacionales e internacionales -entre ellos el Maitre de thé creador de la refinada marca francesa Theodor, Guillaume Leleu- y un panel entrenado de cata a ciegas, que se reunieron especialmente en Buenos Aires el lunes 15 de abril para la selección de los ganadores.

El premio para el ganador de cada una de las categorías, será un pasaje aéreo, alojamiento para una persona y arancel de inscripción para participar en la Feria de Té "World Tea Expo", que se desarrollará entre el 7 y el 9 de junio, en Las Vegas (EE.UU.).

En este marco, Life & Style - iProfesional tuvo la oportunidad de hablar con Leleu, quien contó cómo fueron sus inicios en el mundo del té y analizó la realidad local.

-¿Cómo comenzó vinculo con el té?
 
-El té es una bebida que acompañaba mis noches de escritura. Es la infusión de las mil caras y mi encuentro fue bastante tardío. Pero las circunstancias de la vida me llevaron a entrar en el mundo del té porque escribía para casas de té y no estaba realmente predestinado a eso. Por eso, un día abrí un día mi propia casa cerca del Trocadero en París.
El denominador común o hilo conductor sea quizás el lado artístico, que creo que es lo que estoy haciendo a través del té.

-¿Cómo es el proceso de crear un buen té?
-Para el consumidor es muy simple, porque el té es sólo agua, algunas hojas o hebras y el placer. El proceso de creación también es sencillo, porque lo regala la naturaleza: se cosechan algunas hojas de la Camellia que uno hasta puede tener en su balcón, se secan y nada más. Pero hay muchos parámetros que hacen que esas hojas puedan dar algo muy bueno o no, y entre esos factores están la tierra, el cielo y los hombres.

-¿En qué te inspirás para crear un blend?
-Es algo doloroso en realidad, porque una creación siempre nace con dolor. Nunca sé cuando voy a crear algo y pueden pasar muchos meses sin que lo haga porque no oriento la creación como un producto, no lo adapto a una demanda del mercado. Más bien busco expresar un momento, un encuentro, un aroma, un tema que tengo ganas de compartir y que tengo ganas de que otros vivan cosas con él, como puede ser una película en el cine.

Los ingredientes son cosas únicamente que nos regala la naturaleza, no tengo mucho mérito. Lo que hago es mezclar naturaleza con naturaleza. 

-¿Preferís el té puro o los blends?
-Muchas veces me dijeron en el mundo del té que la infusión pura es mucho más noble. Pero siempre respondo que los tomates de mi abuela, los prefiero comer con un chorrito de aceite de oliva y sal. No es que no me gusten solos, pero el té forma parte de la gastronomía, y en una creación uno finalmente lo que hace es lo mismo que muchos chefs hacen en sus cocinas. La única diferencia es que no tengo un menú.
-¿Cómo pensás que elementos mezclar?
-Es realmente una tortura porque, por ejemplo, si quiero que el blend tenga una nota de cacao, no me gusta la facilidad de poner chocolate en la mezcla, lo que hago es recrear ese aroma y sabor con otros ingredientes. Por ejemplo, lo hago con diferentes variedades de avellanas, aceites esenciales que sean más cremosos o mantecosos, almendras que pueden estar tostadas, y eso va a hacer que se cree la ilusión de que estás tomando chocolate.

-¿Te acordás algún ejemplo concreto?
-Creé un té que la gente adora, que cuando uno lo toma parece que estuviera tomando un lemon pie. Todas las notas aparecen, el merengue, el limón... Pero todo es totalmente natural. La gente debe pensar que hice la torta, la piqué y la puse en el té, pero no. Y cuando se dan cuenta de que no es posible, piensan que es todo artificial, pero tampoco.

Yo lo creé para las mujeres, porque antes del verano siempre en la prensa aparecen los menús para hacer dietas tres meses antes para estar bien para el bikini. El té tiene como esa imagen de adelgazante. Y yo quise hacer un guiño que decía no sólo vas a adelgazar sino además podés tener la sensación de comerte esa torta

-Se podría decir entonces que realmente ves el proceso creativo de un blend como arte culinario...
-Yo oriento mis creaciones como una colección. Quise fundar una casa de creador. En el mercado hay de todo, y yo no quería ser una casa de té más del montón. Yo quería que mis creaciones no fueran sólo un producto, sino que fueran realmente una colección, una creación... Siempre me preguntan por qué creé Theodor, y siempre respondo que lo hice para regalarle sonrisas a la gente. No hay nada más lindo para mí que ver a alguien tomar una taza de té y que, cuando la lleva a sus labios, se dibuje en ellos una sonrisa.

-Tu casa de té empezó en París pero, ¿cómo se fue extenidendo?
-De boca en boca... La verdad es un misterio porque la gente me vino a buscar a mí. No es una multinacional o fruto del marketing. Muchos piensan que es un gran mecanismo pero siempre me río de eso porque yo recibo a la gente. A mí me catalogaron del "insolente parisino" porque tengo la capacidad de burlarme de mí mismo y en el extranjero tiene aceptación esa idea. Además, soy uno de los 30 verdaderos expertos en el mundo del té y eso también me ayudó porque me da legitimidad a los ojos de la gente.

-¿Tenés algún proyecto en Argentina?
-No a modo comercial para Theodor. Hoy tengo otros proyectos que quiero llevar a cabo que se refieren al té argentino.

-¿Y en América del Sur?
-Tengo muchos proyectos para Theodor en el continente porque me gusta mucho Latinoamérica. Uno nació hace muy poquito: abrimos en Uruguay, un país muy chiquito, así que se podría decir que entramos por la puerta más pequeña, pero me da mucho placer porque lo recibieron muy bien pese a que es una tierra de mate, y no esperaba que fuera así. Es una implantación nueva y la gente puede llegar a Theodor por Uruguay ahora.

Además, ya estamos en México. Hace cinco años no se vendía un solo gramo de té en ese país, y ahora es un mercado muy importante el que logramos ahí. Es una tierra de tequila, café y cerveza, y el día de hoy, después de Theodor, llegaron las casas americanas a instalarse.
-Pese a no pensar en instalarte en Argentina, ¿cómo ves al mercado local?
-Hay algo que en Argentina es importante que es el orgullo nacional. El día de hoy producen té y antes de venderles un té, pienso que acá tienen que conocer su propio té y que el mundo también lo conozca, porque hay muchas cosas buenas y potencialmente hay muchas cosas que pueden ser mucha calidad en la producción actual. No estoy orientando esto como que quiero vender té de Theodor. Para mí lo importante, lo que hago a través de mi profesión, es valorizar el té como bebida en todos los orígenes. En América, Argentina es el productor más importante. En Brasil hay dos o tres plantaciones.

-Pero pese a eso en Argentina los tés más populares son los ingleses o asiáticos... ¿Cómo se podría reforzar la imagen local?-Se puede reforzar a través de una identidad, de un proyecto que le dé legitimidad al té argentino. No tengo soluciones prontas, tengo ideas y sugerencias. La primera sería de bautizar el té argentino que no tiene nombre y, en el resto del mundo del té, todos tienen nombre. Un segundo punto sería desarrollar el sabor y calidad que existe. Mientras que promocionarlo y darlo a conocer sería el tercer aspecto. Pero eso lo tiene que hacer la Argentina misma, porque seguramente en algunos años el té argentino va a tener otra cara que la que tiene hoy, de eso estoy seguro.

-¿Notaste esta vez algún cambio respecto de tu primera visita a la Argentina?
-Algo importante que ha cambiado es que ahora hay unas ganas y un principio de proyecto, y quizás eso sea 50% del trabajo... La voluntad y el dinamismo son importantes.

Tienen la suerte de haber contado con la organización de este concurso de té gourmet internacional, organizado de acuerdo a estándares internacionales, y es una primera piedra para construir un cambio de cara al futuro. A partir de este momento todo es posible, aunque eso no significa que sea fácil.

-Pero es el puntapié inicial...
-Sí. Los detractores existen y son muchos porque hay mucha gente a la que le sirve que el té argentino sea no muy caro, anónimo y que no sea mejor que los otros... Al mismo tiempo vi gente que está cansada de esa situación y que quiere que las cosas cambien y son los que deberán llevar a cabo esta batalla. Y yo estoy al servicio para llevar adelante ese proyecto, porque pienso que puedo aportar ciertas cosas.

-¿La batalla argentina es más para que se reconozca lo que ya se produce o es por la calidad?-La calidad no es suficiente, pero no porque Argentina no pueda sino porque es lo que le piden que produzca. No es la culpa de los productores, es lo que les piden: que hagan cosas baratas y eso afecta la calidad. Entonces también hay que trabajar en este aspecto. Pero si no hubiera potencial de mejorar, yo no estaría aquí. Pienso que la tierra roja de las plantaciones de té puede dar un producto de gran calidad y esa es la batalla. Aunque no se va a hacer en un día.
La producción nacional en números
La zona productora en la Argentina se desarrolla en las provincias de Misiones y Corrientes, que juntas constituyen la región más austral del mundo en la que se cultiva el té (entre los 26 y 28º latitud Sur).

La provincia de Misiones cuenta con unas 42.000 hectáreas implantadas, correspondiendo al 95% de la superficie de té cultivada en el país. 

La producción misionera del té involucra alrededor de 6.800 pequeños productores y unas 60 empresas, entre las cuales hay 10 cooperativas. Trabajan en forma directa en esta industria unas 1.500 personas. También es significativa la presencia de plantas de elaboración en la región y el efecto multiplicador a través de las cadenas laterales y de suministros.

Un rasgo distintivo del mercado local es que el 100% de la cosecha se realiza en forma mecanizada. Además, la producción es fundamentalmente de té negro y en mucha menor medida de té verde.

En la Argentina se producen unas 383.000 toneladas de hojas, lo que representa unas 91.000 toneladas anuales de té seco (procesado). De éstas, un 94% se vende al exterior, fundamentalmente a EE.UU. para la industria del iced tea (té frío) y, en menor medida, a Chile y varios países europeos.

Argentina representa un 2% de la exportación mundial, ocupando el noveno lugar en el mundo. Los principales países productores y exportadores del mundo son China, India, Sri Lanka y Kenia.

El precio promedio de exportación es de aproximadamente u$s1,37 el kilogramo, por lo que las exportaciones anuales representan unos u$s117 millones.

El té Argentino tiene un alto contenido en polifenoles y, por tal motivo, cuenta con una muy buena capacidad antioxidante, cualidad muy buscada internacionalmente.

Fuente: iprofesional.com

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