Durante mucho tiempo se tuvo el convencimiento de que el estrés
producía adelgazamientos bruscos y dificultaba el aumento de peso. Sin
embargo, investigaciones recientes llegaron a la conclusión de que el
estrés crónico es una de las causas del sobrepeso y la obesidad.
¿Entonces
podemos pensar que los conceptos anteriores que lo vinculaban con la
pérdida de peso eran erróneos? La respuesta es que, aunque resulte
contradictorio, el estrés puede llevar a perder peso y también a
aumentarlo de acuerdo a su tipo.
El estrés que lleva a la pérdida
de peso es aquel que surge repentinamente como consecuencia de
situaciones que nos desbordan física y emocionalmente produciendo
fuertes tensiones, por ejemplo, nerviosismo, angustia, rabia o
preocupación.
Estas emociones intensas suelen causar pérdida del
apetito o problemas digestivos que impiden la asimilación de los
alimentos pero, por lo general, este tipo de estrés se mantiene durante
un período limitado y cesan sus efectos cuando se revierte la situación que lo causaba.
El estrés que engorda
El
que origina aumento de peso es el estrés crónico, es decir, aquel que
se mantiene durante largo tiempo y que no ha podido ser controlado.
Investigaciones
del instituto Garvan de Australia concluyeron que, ante las tensiones
sostenidas, el cerebro segrega un neuropéptido (Y2) que se encuentra en
los adipocitos (células de grasa) produciendo un aumento de su tamaño y
una multiplicación de las mismas, lo cual aumenta la cantidad de tejido
graso en el organismo.
Esto explica por qué muchas personas no
logran perder peso y hasta pueden aumentarlo pese a consumir pocos
alimentos o aun llevando estrictas dietas hipocalóricas.
Este
descubrimiento es muy alentador porque aporta una herramienta más para
tratar de revertir la obesidad. Lo que aún queda pendiente es cómo se
puede controlar el estrés para evitar los daños que causa a la salud.
Dr. Adrián Jaime. Director de Dr. Adrián Jaime Lifestyle Clinic.
Fuente: entremujeres.com
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